Usted está aquí: miércoles 3 de enero de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

La educación, problema endémico en el continente

Escaso desempeño en escuelas y estudiantes de todos los niveles sociales

Aferrados a que la "mejor ruta" para el desarrollo y el combate a la pobreza es la reducción del gasto educativo, los gerenciales gobiernos latinoamericanos ­el mexicano entre ellos­ cosechan, convencidos que lo hacen de maravilla, lo sembrado por años.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha divulgado un detallado análisis sobre educación, ciencia y tecnología en América Latina y el Caribe, el cual reprueba a la mayoría de las gerencias regionales, disfrazadas de gobiernos, en esas tres asignaturas. Pocos, muy pocos (obvio es que el mexicano no se cuenta en esta segunda categoría) las libraron, aunque más de milagro que de panzazo, con todo y el apoyo retórico que el propio BID (cual maestro barco) les confiere.

Distancias abismales reporta la región entre los recursos canalizados y los resultados obtenidos, si se les compara con los países más desarrollados del planeta, e incluso con naciones europeas en similares condiciones. El siguiente es un breve paseo por los resultados del citado análisis.

La calidad en la educación es un problema endémico en toda América Latina y el Caribe. Lejos de estar confinado a estudiantes del extremo más bajo de las escalas socioeconómicas, el reducido desempeño aflige a escuelas y niños de todos los niveles de ingresos. Resultados de PISA muestran que los mejores (y más ricos) participantes de América Latina que intervinieron en las pruebas de 2002 y 2003 puntuaron muy por debajo de los mejores participantes de otras regiones. Por ejemplo, en Brasil y México, más de 50 por ciento de los estudiantes tiene problemas de lectura, o en la ejecución de tareas obvias o rutinarias; esta cifra crece hasta alrededor de 70 por ciento en el caso de matemáticas. Cifras comparables para la OCDE son 20 por ciento para lectura y 25 por ciento para matemáticas. En Uruguay, el de mejor desempeño de la región, sólo 15 por ciento de los estudiantes se desempeña a niveles competitivos internacionales en lectura; sólo el 10 por ciento lo hace en matemáticas.

Los porcentajes para la OCDE son de alrededor del doble para lectura y casi cuatro veces más para matemáticas. Gran parte de la explicación del bajo desempeño de la región puede encontrarse en la estructura de la prueba y en temas tratados en otros lados. PISA pone a prueba a quinceañeros, sin tomar en cuenta si están en el grado correspondiente o no. Así, registra el (sub) desempeño de repetidores pasados de edad, un tema de mayor trascendencia en América Latina que en la OCDE (por ejemplo un quinceañero en sexto grado de primaria).

El efecto de la pobreza en el acceso a la educación y el logro educativo frustra el efecto de otras variables comúnmente incluidas en las funciones de producción de la educación. Dicho simplemente, la pobreza engendra pobre desempeño educativo. Los niños pobres, independientemente de su género, raza, etnia o lugar de residencia, tienden a empezar tarde la escuela, repetir su grado, desertar y puntuar pobremente en las pruebas. Su probabilidad de terminar la escuela primaria es baja, y cae aún más para entrar a, y terminar, niveles subsiguientes de educación.

América Latina y el Caribe proveen un elocuente ejemplo del impacto de la situación socioeconómica en la educación. Aunque, cuando se mide contra los estándares internacionales, los tristes resultados de aprendizaje no están limitados a los pobres de la región, los resultados de PISA hallaron mayor inequidad relacionada con el ingreso en los puntajes en lectura en América Latina que en cualquier otro país, con las excepciones de Portugal y Estados Unidos. Los puntajes en matemáticas nos narran un cuento ligeramente distinto. La dispersión de los puntajes en México parece menor que en el promedio de la OCDE y (similar a los resultados encontrados en lectura) menos que los observados en Estados Unidos.

En contraste con la mayoría de los países de la OCDE, donde se puede observar mayor variación en aprendizaje dentro de las escuelas, la variación en el aprendizaje en América Latina refleja ampliamente las diferencias entre escuelas, que mayormente se deben a brechas en talento y motivación entre estudiantes, a la efectividad de los maestros, o al origen socioeconómico del cuerpo estudiantil dentro de una escuela. Estos factores influyen en el aprendizaje en todas las escuelas de forma muy parecida, suavizando el desempeño a través del sistema educativo del que se trate. Lo contrario es verdad en América Latina. La variación en el aprendizaje se origina en las diferencias en inversiones, infraestructura y recursos (humanos y financieros) entre escuelas. Así, los resultados producidos por los sistemas educativos a través de la región tienden a estar estratificados por el ingreso, localidad y otros factores exógenos, en mayor grado que en la mayoría de los países de alto ingreso.

Un aumento en el promedio de años de educación implica mayor acceso a la educación a todos los niveles y para todas las poblaciones. De esta manera, el progreso que la región ha hecho, en términos de aumentar el promedio de años de escolaridad se refleja en una más equitativa distribución de la educación dentro de sus sociedades. En el transcurso de los 40 años entre 1960 y 2000, la región redujo su coeficiente Gini de educación (por reducción entiéndase 0.08), pero las desigualdades de ingresos han aumentado.

Un elemento de la ecuación de cobertura y desempeño es el nivel de gasto por estudiante que, dependiendo del país, está actualmente en el rango anual de 150 a mil 700 dólares en América Latina y el Caribe, comparado con 4 mil 100, promedio, en la OCDE.

Las rebanadas del pastel:

El nuevo año arranca normal, sin variaciones, es decir, con una catarata de aumentos en los precios, aderezados con melosos discursos para que "vivamos mejor". Por cierto, los mayores incrementos se dan, como siempre, en los productos de la canasta básica, y los menores en los salarios.

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