Usted está aquí: jueves 4 de enero de 2007 Cultura Alfarero, oficio que tiene mucho de místico: Tradición Tonalteca

CONSERVACION DE UNA HERENCIA PREHISPANICA

El grupo obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes por costumbres populares

Alfarero, oficio que tiene mucho de místico: Tradición Tonalteca

La gente no toma en cuenta que un artesano trabaja hasta un mes en una pieza, señala Angel Santos, integrante de la organización Alertan que el patrimonio peligra ante la escacez del barro

CARLOS PAUL ENVIADO

Ampliar la imagen El artesano Angel Santos, imagen superior, habla sobre la labor del grupo galardonado. En la foto inferior, aspecto de este trabajo Foto: Arturo Campos Cedillo

Ampliar la imagen El artesano Angel Santos, imagen superior, habla sobre la labor del grupo galardonado. En la foto inferior, aspecto de este trabajo Foto: Arturo Campos Cedillo

Ampliar la imagen La técnica prehispánica de los alfareros de Tonalá se vio enriquecida con los métodos de trabajo que trajeron los españoles, con lo que surgieron nuevos estilos Foto: Arturo Campos Cedillo

Ampliar la imagen Cada artesano tiene su manera propia de trabajar, no hay nada escrito, aseguran los integrantes del grupo Tradición Tonalteca. A la derecha, un detalle del modo como decoran las piezas que producen Foto: Arturo Campos Cedillo

Ampliar la imagen Cada artesano tiene su manera propia de trabajar, no hay nada escrito, aseguran los integrantes del grupo Tradición Tonalteca. A la derecha, un detalle del modo como decoran las piezas que producen Foto: Arturo Campos Cedillo

Tonalá, Jalisco, 3 de enero. "Oficio noble y bizarro, de entre todos el primero, pues en el oficio del barro, Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro."

Tal es el dicho que podría servir para enaltecer la labor de los artesanos dedicados a sacar del barro piezas artísticas, como es el caso del grupo Tradición Tonalteca, que por su decidida labor de conservación, promoción y revaloración de diversas técnicas alfareras, cuyos orígenes, en algunos casos, datan de la época prehispánica, fue distinguido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2006 en el rubro de artes y tradiciones populares, asociación integrada por 27 ceramistas de distintas generaciones, quienes realizan su trabajo en el municipio de Tonalá, Jalisco.

Barro bruñido, barro de petatillo, barro betus, barro canelo, barro negro esgrafiado y barro bandera, son algunas de las técnicas que este grupo preserva con su trabajo hasta nuestros días.

Las particularidades y diferencias entre cada una se ven reflejadas tanto en los materiales y formas como en los acabados, pero sobre todo en la singular sensibilidad que le imprimen a las piezas cada uno de esos 27 creadores.

La técnica más antigua es la de barro bruñido. Las piezas se distinguen por realizarse con barro de la región, ser alisadas o pulidas con piedras de río, para posteriormente ser decoradas con óxidos y tierras también de la localidad, que aplican con pinceles de pelo de perro y de gato, hechos también por los mismos artesanos.

Luego de ese proceso viene precisamente el bruñido, lo que le da el particular brillo a la pieza. Esto se hace con una piedra conocida como pirita. Tras el bruñido viene el último paso que es el del horneado, en hornos de gas o leña cuya temperatura "llega alrededor de 650 grados centígrados", la cual es medida, cuando es de madera, "a ojo de buen cubero, pues nunca un artesano tradicional ha tenido un medidor en el horno".

La técnica del barro de petatillo es similar, difiere en que se tienen que realizar dos quemadas, la primera es de "sancocho" y la segunda se realiza posterior a la aplicación de un esmalte y la decoración. En este caso su característica principal es propiamente su decoración, la cual es saturada con líneas. Los pequeños espacios que quedan entre la decoración, que pueden ser pájaros, venados o flores, son cubiertos por una trama de líneas cruzadas que semejan la textura de un petate, de allí su nombre.

La técnica del barro bandera ha sido designada así porque se pinta con los colores del lábaro patrio. La pieza lleva un engobe (baño de tierras rojas) entre colorado y rojo, que los artesanos tradicionales llaman "color hormiga".

Luego la pieza es decorada con el color blanco, con tierra mati, y por último se retoca con oxido de cobre, lo que le da un tono verde. La pieza aquí sólo se hornea una sola vez, a una temperatura simular a la del barro bruñido.

El barro canelo se conoce igual por tener esas tonalidades. Ocres y cafés, similares a la canela. Es una de las técnicas que conserva en su totalidad el uso exclusivo de tierra, es decir, solamente barro. Hasta la pintura para su decoración. En este caso las piezas que se crean principalmente son el típico botellón y un jarro como tapa, para que el agua se conserve limpia y fresca, lo que le da al líquido un agradable aroma y sabor a tierra.

Las piezas denominadas como negro esgrafiado de Tonalá, diferentes a las piezas negras de Oaxaca, también son bruñidas. Tras aplicarles un engobe colorado se decoran esgrafiando. "El negro es un efecto que se logra después del horneado. Utilizando hojas de eucalipto. Se quema la pieza, se saca caliente y se lleva a una cama de hojas de eucalipto y la combustión de éstas es lo que hace que la pieza quede negra".

Para esto no hay manuales

Esas técnicas, entre otras, se conservan y utilizan respetando como se ejecutaban en la época prehispánica en algunos casos, otras se hace uso de ellas a partir de la influencia española; explicó el alfarero Angel Santos, quien encabeza a los 27 ceramistas.

"Muchos aprendimos de manera empírica y atendiendo a los consejos. Para esta manera de trabajar tradicional no hay nada escrito, ni hay patrones de diseño. Todo viene enseñándose históricamente."

En los procesos de nuestro trabajo, abundó el artesano, "todavía en casos particulares se involucra mucho la mística. Un artesano netamente tradicional puede dirigir la entrada al horno de la pieza a determinado punto cardinal, por situación del viento, por creencias o por mera tradición o costumbre.

"A mis maestros ­dice Santos­ los he visto todavía como hacen oración antes de iniciar el horneado. Signan, ponen una cruz a la entrada de la hoguera para iniciar la quemada, que en este caso sería el último paso del proceso."

Otro ejemplo es en las primeras etapas.

"La familia Jimón Barba, ellos no pisan el barro, no lo amasan con los pies como lo hacen casi todos. El señor Florentino, cabeza de familia, dice que eso lo hacen porque ellos sienten que con el pie maltratan el barro, que es como menospreciarlo.

"Esto atiende a una creencia prehispánica ­apunta Santos­. En la época colonial, en muchas comunidades, era muy usual que la gente antes de coser el maíz o el frijol hacía oración y le pedía perdón porque se lo iban a comer, entonces de alguna manera (el no pisar el barro) asemeja ese tipo de creencias. Esa familia siente que al amasar el barro con las manos se muestra mayor respeto."

El trabajo mismo de la alfarería tiene también sus riesgos. Hacer una pieza puede llevar hasta uno o dos meses, depende del tamaño y decorado. Desde que se amasa el barro, hasta que la pieza sale del horno.

En ese proceso, uno de los momentos determinantes es cuando la pieza está dentro del horno, pues puede llegar a romperse y el trabajo de un mes termina en nada, "situación que muchas de las personas cuando adquieren una pieza no toman en cuenta. Un artesano puede trabajar un mes y ese trabajo terminar en la basura, lo que significa no sólo cierta frustración como creador, sino perder un ingreso económico".

El barro puede ser ahora comprado en algún almacén, sin embargo, todavía algunos artesanos lo consiguen yendo a los pozos o minas naturales aledaños a la región de Tonalá. "Esos tipos de barro a veces se mezclan o combinan ­continúa Santos­ pero hay que tener mucho cuidado para que al hornear la pieza no se reviente. La mezcla es al tacto del artesano, no porque una receta diga: un tanto de este barro y un tanto de este otro. El conocimiento y aprendizaje del alfarero se va desarrollando conforme se adiestra en el oficio".

El trabajo que hoy realiza la mayoría de los que integran el grupo Tradición Tonalteca "se enfoca más a producir piezas de arte o decorativas, que de uso. Lo que se hace es más la pieza para la colección particular, para el museo o la galería. Trabajos que lamentablemente han sido reconocidos más a nivel internacional que nacional. El mejor cliente ­dicen­ es el extranjero proveniente de Estados Unidos, Italia, Alemania o Japón, no el mexicano".

Hoy, explicó el creador, "aunque sí se hacen piezas de uso diario, son muy pocas, porque éstas han sido suplidas, debido a la modernidad, por plástico, vidrio u otros materiales. La industria ofrece muchas opciones de uso. Empero, de alguna manera eso permite que se revalore lo que es artesanal como objeto artístico y estético".

José Angel Santos Juárez, José Bernabé Campechano, Salvador Vázquez Carmona, José Isabel Pajarito Fajardo, Benjamín Olvera Segura, Jesús Alvarez Ramírez, Prudencio Guzmán Rodríguez, Jerónimo Ramos Flores, Daniel Bernabé Rodríguez, Pablo Mateos Ortega, Jaime Ramírez Coldívar, Francisco Basulto González, José Galván Anguiano, Angel Ortiz, Arnulfo Vázquez Rodríguez, Rafael López Díaz, José Ramón Medrano, Luis Cortés Hernández, Antonio Mateos Suárez, Francisco Aguirre Arana, Daniel Aguilar Benítez, Eusebio Mateos Ortega, Gerardo Ortega López, Tomás Esparza León, Angel Ortiz Arana, Jesús Alvarez Nogal y Florentino Jimón Barba, son los fundadores del grupo Tradición Tonalteca, asociación que agrupa a creadores que van de los 19 a los 80 años y cuyo trabajo estético "tiene muy poco que ver con lo que se produce comercialmente en Tonalá".

No obstante, uno de los problemas al que hoy se enfrentan los alfareros tonaltecos que hacen uso de técnicas tradicionales, es "que se está acabando el barro en la región", alerta Olvera Segura.

Falta de materia prima

La materia prima de los creadores está comenzando a escasear. "De donde salía el mejor barro, por ejemplo allá por San Andrés, se está acabando porque se está empezando a fincar. Ahorita estamos en Coyula comprándolo, pero también está escaseando.

"Nosotros ­destaca­ hemos propuesto a muchos gobiernos que compren esos terrenos para que se pueda mantener la producción del barro y eso nos sirva a nosotros los artesanos". (El gobierno) "lo podría echar a andar, luego nos lo podrían vender (el terreno), sabiendo que de ahí sale barro bueno. En San Martín también hay barro, pero ese se ocupa para hacer ladrillo, pero para el trabajo que hacemos no sirve, se rompe. Nosotros necesitamos barro que se pueda manejar y confiar. Ahora, quisiéramos de nuevo invitar a los gobiernos para que adquieran algún terreno y así poder también nosotros adquirir la materia prima que ocupamos, porque si no, la artesanía que realizamos poco a poco va a terminar.

"Sabemos que hay muchos pozos, como en Guanajuato, pero ese barro sólo sirve para altas temperaturas. Por ejemplo, para el barro bruñido no se presta muy bien que digamos. Uno de los problemas que se tienen es ese. Creemos que no es justo ­concluye el artesano­ que después de tantos años no se pueda resolver el asunto. Para nosotros es importante, porque allí está nuestro provenir".

Mientras las autoridades responden, coinciden los creadores entrevistados, continuarán con su esfuerzo por conservar y promover la alfarería tradicional de Tonalá, y con el premio recibido ­han acordado­, implementarán una escuela y una galería donde se impartirán diversos talleres, con el propósito de inculcar en los pequeños la tradición y así preservar, con su quehacer de artesanos, la identidad de la región.

 
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