r a presentarse disfunción eréctil.

No es que los medicamentos en sí tengan un efecto directo sobre la sexualidad, pero de una u otra manera contribuyen a afectarla. Algunos expertos estiman que hasta 30 por ciento de las personas seropositivas al VIH padecen depresión seria durante el curso de su infección (Letra S, núm 111). El hecho de saber que somos seropositivos suele deprimir y si a eso le sumamos el tener un horario fijo para tomar los medicamentos, preocuparnos porque nos ha salido un granito, estar pensando en el rechazo o sentir cansancio —entre una larga lista de factores—, entonces es explicable que se bloquee nuestra actividad sexual, lo que nos sumerge en una sensación de impotencia que es difícil de explicar.

Al estar deprimidos sufrimos de cansancio, estamos apáticos y, en el sexo, pendientes de “funcionar bien”. Pero, ¿cómo queremos “funcionar bien” si no estamos bien? No existe una relación directa entre sexualidad y medicamentos y muy poco se ha escrito de esta relación, pero si analizamos lo que estamos tomando y le explicamos a nuestro médico nuestra baja de libido o, incluso, la disfunción eréctil que ahora tenemos, él podría indicarnos si es necesario cambiar de fármacos o darnos algunos antidepresivos suaves. Incluso nos puede recomendar esperar un tiempo hasta que los efectos por sí solos desaparezcan. No consumas ninguna droga o revitalizante sexual sin antes consultarlo, ya que pueden tener interferencias con los medicamentos.

Algunos fármacos utilizados contra el VIH que causan o empeoran la depresión y provocan otros trastornos emocionales son: el efavirenz (disminuye la concentración; provoca depresión, nerviosismo, pesadillas, alucinaciones, confusión e inestabilidad emocional), la zidovudina (depresión), la zalcitabina (depresión y deterioro cognitivo) y la stavudina (depresión, manía y debilidad general). La presencia de estos síntomas secundarios depende de la respuesta de cada organismo. No en todos los casos se presentan y muchas veces suelen ser transitorios y desaparecer después de un tiempo de ingerir los fármacos (Letra S, núm. 111). Entre más te atormentes porque “no funcionas”, por una o varias veces que te haya pasado, más seguirá el problema presente.

“Empecé a acudir a terapia psicosexual y ahora estoy mejor. Por un lado entendí el efecto de los medicamentos, que esos van y vienen, y, por el otro, que son los fantasmas de responder como ‘hombre y funcionar bien’. Los medicamentos provocan disminución de la libido, pero realmente son los temores los que no nos dejan vivir y disfrutar de nuestra sexualidad plenamente. A todos los que se encuentran en mi situación, los invito a que acudan con el médico para quitarse las marañas de la cabeza y que podamos seguir disfrutando como lo hacíamos antes”, sugiere Pepe.

No pienses con la cabeza de abajo, utiliza la de arriba y quítate la pena y vuelve a disfrutar como antes. Eso sí, con preservativo puesto para evitar que te reinfectes, infectes a otros o adquieras alguna otra infección de transmisión sexual.

Para mayor información: www.amssac.org