Número 126 | Jueves 4 de enero de 2007
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Dejà vu

Por Joaquín Hurtado

Van a decir que ya los aburro con la misma historia. El cuento de cuando el PAN empezó a gobernar mi tierra, que es Nuevo León; que no, no es la casa de todos ustedes, porque aquí no quieren a los raros.

Cuando los opus y legionarios llegaron a las alcaldías nos pasaron a fastidiar la vida a jotos, putas, teiboleras, teatristas, pintores, escritores, cantantes de narcocorridos y sidosos. Lo hicieron a discreción, bien chingaquedito. Y desde entonces le andan bajando centímetros a las faldas, clausuran discos, reniegan del teatro, te macanean si te hallan en el ligue, te llaman a media noche para desearte felices sueños en el infierno. Sin mayor éxito por supuesto.

Un buen día los panistas quisieron meterle mano a la Ley para elevar a rango constitucional el derecho a la vida desde la concepción. Esto quiere decir que un óvulo recién fecundado valdría mil veces más que la mujer que lo llevara en su vientre. Los teócratas hicieron marchas y presión política hasta con niños de kinder: “Mamá, quiero vivir”, gritaban los chiquillos acarreadillos. Entonces la risa se nos congeló en la cara. A las feministas les dio el soponcio y yo con tal de andar en el argüende me fui a la bola. Me convertí en soldadera de las más bravas viejas que hasta la fecha han podido defender su derecho a ser unas perras con su propio cuerpo.

Luego nos alcanzó la garra vaticana también a nosotros. Los munícipes fueron contra los condones, querían aplicar el test del sida hasta para dejarnos entrar de shopping al walmart. El sida era el pretexto: en realidad venían contra maricalandia para limpiar de cochambre homosexual estos pinchis desiertos. Imponer a huevo las “buenas costumbres”, como le llaman ellos a su hipocresía y doble moral. Nos hicieron el fuchi bien gacho. Los providas se coronaron reinas pueblerinas del tugurio de malamuerte que era, y es, Monterrey. A gritos y periodicazos nos defendimos.

Después un empresario-gobernador panista se curó en salud contra el ataque de las lobas: creó una clínica de atención integral, dio presupuestos y toleró campañas preventivas para gays y mayates. Nada que ver con los alcaldes montaperros. Pero las contagiosas pajaritas siguieron cayendo de sus ramas de oro y plata, fulminadas por la homofobia y la infame atención médica. Es decir, aquel gober sólo dejó hacer, dejó pasar. A fin de cuentas se hizo el occiso.

Igual que el tontín marlboro. El muy ruin se fue sin regresar las llaves del congal, ni dar las gracias, ni decirnos chau: el Fox acabó en el muladar de la historia junto a su inefable consorte, olvidados en menos de quince minutos. Pero al menos Chente nos regaló a don Julio Frenk.

Ahora las máscaras caen a pedazos. Nos gobierna un Felipe Calderón que en sus primeras acciones salió más mocho que cierto cardenal. Más rencoroso que Bette Davis en La Malvada. Yo no quisiera pensar mal ni deprimirme. Mis CD4 no dan para más. Sin embargo hoy que leo esto del tijeretazo presupuestal a los tratamientos y la prevención del sida, que es y sigue siendo una amenaza para nosotras las locas, don Felipe sí que nos salió muy parecido a los alcaldes de mis más amargos recuerdos. En estos días siento que me estoy enfermando de dejà vu.