Usted está aquí: sábado 6 de enero de 2007 Cultura El mito de la Coyolxauhqui

El mito de la Coyolxauhqui

Ana Mónica Rodríguez

Ampliar la imagen Una de las piezas centrales del museo, la diosa lunar Foto: Yazmín Ortega Cortés

A casi 29 años de distancia del descubrimiento del monolito de la Coyolxauhqui, los hallazgos en el área de la zona arqueológica del Templo Mayor continúan emergiendo del pasado.

Recién hallada hace unos meses la escultura de la deidad mexica de la tierra Tlaltecuhtli ­con peso y dimensiones mayores al monolito de la diosa lunar­todavía se recuerda el descubrimiento de Coyolxauhqui, entre las calles de Argentina y Guatemala.

Era la madrugada del 21 de febrero de 1978 cuando trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro encontraron una enorme piedra grabada, la cual les obstaculizaba continuar con sus labores de excavación.

Esa enorme piedra circular de 3.25 y 2.98 metros, con peso de ocho toneladas, se ha convertido en pieza emblemática del Museo del Templo Mayor y con su casual hallazgo ha aportado grandes conocimientos sobre la sociedad mexica y su cosmovisión; aunado a los múltiples descubrimientos que continuaron apareciendo a lo largo de los años durante los trabajos de excavación.

Coyolxauhqui representa, en la cosmogonía azteca, el mito convertido en escultura, arquitectura y en su presencia viva mediante el edificio principal de la Gran Tenochtitlán. La de los cascabeles en las mejillas, según reza la leyenda, yace decapitada y desmembrada en la base del edificio del Templo Mayor, después de que su hermano Huitzilopochtli la arrojó por las escalinatas del cerro-templo de Coatepec.

El mito de la deidad lunar surge cuando Coatlicue (la madre tierra), al barrer su templo en lo alto del cerro de Coatepec, queda preñada por unas plumas de colibrí que llegaron del cielo, las cuales guardó en su pecho.

Ese hecho pone a Coatlicue en riesgo de muerte, cuando sus hijas, Coyolxauhqui junto con las 400 Centzon Huitznahuac (las estrellas) deciden matarla, al considerar el embarazo de su madre como una afrenta.

El dios Huitzilopochtli, desde el vientre de Coatlicue, decidió defender su vida y la de su madre, y mediante una serpiente de fuego llamada Xiuhcóatl, decapitó a la Coyolxauhqui para después arrojarla del cerro de Coatepec.

Al caer fue desmembrándose, lo que da sentido al mito de que cada mes, durante el amanecer, la Luna es derrotada por el Sol.

Sobre ello, Eduardo Matos Moctezuma ha dicho que ese mito sobre la derrota de la Coyolxauhqui fue convertido en ritual mediante la fiesta de Pantquetzaliztli, en la que eran sacrificados algunos prisioneros en honor a Huitzilopochtli.

"Es así como los aztecas crearon una serie de aspectos simbólicos de este festejo, como un mecanismo que les llevaría a fundar Tenochtitlán."

 
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