Usted está aquí: domingo 14 de enero de 2007 Opinión ¿Socialismo del siglo XXI?

Guillermo Almeyra

¿Socialismo del siglo XXI?

Perdónenme, pero en mi opinión la frase, como el término "populismo", es una de tantas superficialidades a las que recurren quienes no saben definir los conceptos y creen decir algo "projundo, señora, projundísimo", pero no dicen nada.

¿De cuál socialismo se trata? ¿Del sistema o del ideal de los socialistas? Un sistema, cuando nace lo hace, por supuesto, siempre en su tiempo, en su siglo. Por tanto, la frase es una perogrullada o, en el mejor de los casos, la expresión del deseo de que el socialismo triunfe en el siglo que vivimos. Además, ¿en cuál parte del siglo XXI se piensa construirlo? Porque es evidente que con el actual sistema, en 2060 la ecología y la sociedad estarían infinitamente peor de lo mal que están ahora, y entonces no nos peocuparía el socialismo, sino, con mucha suerte, nuestra supervivencia entre la barbarie generalizada. ¿Y socialismo en dónde: en Burundi, Francia, Caracas, o sería igual en todos lados?

Por otra parte, si es diferente cualitativamente del de los siglos XIX y XX, ¿por qué no decirlo, por qué no hacer un balance de lo que no es ni fue socialismo, ni como sistema ni como ideal? Es decir, tanto del nacionalismo estatalista, integrado en el sistema capitalista y en sus instituciones, de los epígonos socialdemócratas de Marx, esos fundadores antimarxistas del "marxismo" como dogma y sistema, como del totalitarismo nacionalista e igualmente estatalista de Stalin y sus secuaces, inventores del "marxismo-leninismo" como nueva religión del aparato burocrático contrarrevolucionario que usurpó el poder enterrando los soviets y los comunistas. ¿Cómo pensar que un nuevo sistema social que no tiene precedentes puede ser construido tal como un arquitecto construye una casa partiendo de que todo está ya dado y existen normas, sin estudiar la historia de otros intentos y fracasos, sin analizar las condiciones en que se encarará dicha "construcción" y los materiales con que se cuenta ­léase, la estructura social de cada país, las relaciones de fuerza, la conciencia de clase de los "constructores", etcétera?

No hay idea más antisocialista que decir que el socialismo nace en un gabinete, de la idea y voluntad de unos pocos que presentan luego el proyecto a los trabajadores. El socialismo nacerá, si nace, de la creatividad, experiencia, voluntad, conciencia y participación de éstos o será una caricatura paternalista y burocrática. No es socialista un país que se entera por radio de que su dirigente lo declaró así, sin discusión previa, ni se hace el socialismo por decreto estatal y apoyándose en el aparato del Estado, con el ejército como instrumento. El socialismo prescinde, entre otras cosas, del Estado, que expresa una relación actual de clases, y administra y dirige hoy las personas para, por el contrario, eliminado el capitalismo y afirmada la democracia, eliminadas la ignorancia y la miseria, pasar a administrar sólo las cosas.

No hay tampoco idea más antimarxista que poder imaginar ahora en todos sus detalles un futuro socialista y "construir" según ese proyecto, aunque la mayoría de la población no sea socialista, sino nacionalista antimperialista, lo cual no es lo mismo. No se "construye" el socialismo manteniendo una economía dependiente y la misma estructura de clases; el distribucionismo no es socialista, sino desarrollismo, pues amplía el mercado interno de un país al reducir el abanico de ingresos y dar mayores ingresos a todos, pero siempre bajo el control de las finanzas y del capital nacional e internacional, como recuerda ­a quienes conocen la historia de las ideas­ la actuación de Raúl Prebisch y de la CEPAL.

Tampoco se "construye" el socialismo con partidos socialistas únicos, ya que los trabajadores y los oprimidos ni son todos iguales ni tienen todos exactamente los mismos intereses y nivel de politización y cultura, lo que exige una vida democrática y el pluralismo político, entre los partidos y dentro de éstos, para elevar la cultura y la preparación de todos. Un partido, por otra parte, es sólo un instrumento organizativo para la aplicación de un programa, de un proyecto. No se puede, por tanto, declarar seriamente que se quiere un partido socialista único si no se ha hecho un balance de las experiencias que en el pasado declararon ser socialistas y no se tiene el programa ni siquiera esbozado, y se confunde el socialismo con algo que aún es fundamentalmente una política social avanzada en un país capitalista dependiente.

Se puede decir, sin embargo, qué no puede ser el socialismo: un régimen de partido único, totalitario; un régimen paternalista y estatista, burocrático, que elimina la discusión y la creatividad. Se puede decir también, a grandes rasgos, qué puede ser: un régimen de autonomía, de autogestión social generalizada, de planificación según las necesidades de los sujetos y desde ellos mismos, en su territorio, de organización de una federación de libres comunas autogestionarias asociadas; un régimen basado en la libre creatividad y el desarrollo de los saberes populares, en el aumento masivo de la cultura y de los conocimientos técnicos; un sistema sin Líderes ni Jefes Máximos, en el cual todos decidan y todos ejecuten la voluntad colectiva expresada democráticamente y tiendan a desaparecer las desigualdades de información, de cultura, económicas y geográficas, mediante la solidaridad y un mayor apoyo a quienes están en peores condiciones.

Las medidas destinadas a mejorar el nivel de vida, sanidad y cultura, y la creación ­por el Estado central­ de consejos populares municipales, sin duda democratizan el sistema capitalista imperante y ofrecen las bases técnicas, culturales y de conciencia para el socialismo futuro. Son, por consiguiente, fundamentales y deben ser saludadas, pero no son el socialismo.

 
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