Usted está aquí: martes 16 de enero de 2007 Espectáculos En La Cenicienta de Maillot también importa la vida de los otros personajes

El Ballet de Monte-Carlo se presentará el viernes y sábado en el Auditorio Nacional

En La Cenicienta de Maillot también importa la vida de los otros personajes

Ir de la arrogancia a la humildad en un instante, el logro del bailarín vasco Asier Uriagereka, quien interpreta al príncipe de la historia

Esta versión actualizada le valió a la compañía varios premios

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Una de las escenas de La Cenicienta, que se presentará el viernes

La arrogancia y la humildad, dos características opuestas, son los extremos que el bailarín de origen vasco, Asier Uriagereka (1975), busca imprimir en su interpretación del enamoradizo, pero casi siempre plano, príncipe de La Cenicienta, en la coreografía de Jean-Christophe Maillot (1960), director del Ballet de Monte-Carlo, compañía que lo bailará aquí el 19 de enero en el Auditorio Nacional.

El sábado 20 el Ballet de Monte-Carlo presentará las obras Altro canto, con música de Claudio Monteverdi y vestuario de Karl Lagerfeld, y Artifact suite, cuya música es de Bach y coreografía de William Forsythe.

Integrante desde 2001 de la compañía, Uriagereka debutó el año siguiente en La Cenicienta. Respecto de su interpretación expresa: "Es un personaje que me costó bastante, porque es un príncipe distinto a otros que encontramos en las historias. El de La Cenicienta es un príncipe arrogante, que tiene en sus manos el poder de conseguir todo lo que le gusta. Tiene el dinero y el poder de decir lo que quiera, pero lo que desea no se puede comprar con este poder. Busca amor, busca a quien querer, está aburrido y harto de que todo el mundo lo mire como un príncipe, no como persona".

Uriagereka habla de lo difícil que resulta conseguir "esta arrogancia y al mismo tiempo, en cuanto el príncipe ve a la Cenicienta, mostrar a la persona humilde que se escondía detrás de ese carácter austero y altivo".

La historia de La Cenicienta "casi siempre se acaba cuando la joven se encuentra con el príncipe, pero nunca se habla de quién es éste. Qué vida tuvo antes de que ella llegara. Lo único que sabemos es que se enamoran y, una vez que la ha perdido, la busca desesperamente", anota el entrevistado.

En la coreografía de Maillot la historia no se centra sólo en la joven, sino en lo que pasa a su alrededor. Se impone la madrastra, luego, cobra vida el personaje del padre que pocas veces se ve, pero que sobrevive entre su esposa actual, las hermanastras y la hija producto de su primer matrimonio.

Se trata de una situación muy común hoy día: "Parejas que se separan y se vuelven a casar, niños que tienen que compartir a un padre y aceptar a una madre que no es la original. Y viceversa, madres que tienen que querer y amar a niños que son de su pareja pero que no son los suyos propios. Esa convivencia en familia siempre crea tensiones, malestares y momento difíciles".

Un ser vivo que siente conmueve

"La Cenicienta no es sólo el personaje de un cuento de hadas, sino un ser viviente que siente y cuyo destino nos conmueve", dijo alguna vez Sergei Prokofiev, autor de la música ­el vestuario nada tradicional es de Jérome Kaplan... Lo expresado por el compositor ruso le sirvió de punto de partida a Maillot que "juega con lo natural y sobrenatural para desarrollar un libro ilustrado que al espectador le resultará familiar y no familiar a la vez."

Entonces, "guidada por la memoria de su madre, Cenicienta abre su propio camino, en busca de reconocimiento y amor, entre los excesos trágicos de un corte con un atractivo sofisticado".

Con la finalidad de plantear una situación contemporánea a la coreografía "quitamos cualquier tipo de la pantomima, porque una madrastra la imaginamos grotesca, exagerada, con un vestido de bruja. Aquí todo es mucho más simple. Las hermanastras son realmente sus hermanas, es decir, son iguales que ella, no son distintas, van vestidas diferente porque las tratan de otra forma, pero no son ni feas. Al contrario, son guapísimas, casi igual de guapas que la Cenicienta", apunta Uriagereka.

Esta visión actualizada de la historia, sin perder su magia y sus emociones, le valió el Premio Nijinsky por la mejor producción coreográfica en el Mónaco Dance Forum 2001, además, el Premio Danza & Danza al mejor espectáculo del 2002 por la crítica italiana.

Uriagereka también baila en Altro canto y Artifact suite que describe como "abstractas", ya que "los sentimientos y las emociones se trasmiten de forma conjunta".

Dueña de una larga historia, cuyos orígenes se remontan a Diaghilev, en 1985 el Ballet de Monte-Carlo se convirtió en la compañía oficial del principado de Mónaco, al ser restablecida por la princesa de Hanover, de conformidad con los deseos de su madre, la princesa Grace de Mónaco.

Maillot fue invitado a ser director de la compañía en 1993. Como coreógrafo principal de la agrupación de medio centenar de bailarines, ha continuado creando obra nueva, entre ella, La belle, Ojo por ojo, Sweet home y Romeo y Julieta.

Pero, en adición de su propia obra Maillot ha ampliado y enriquecido el repertorio de la compañía al invitar a los coreógrafos contemporáneos más relevantes a trabajar, a la vez que mantiene obra de George Balanchine y de los ballets rusos.

El Ballet de Monte-Carlo se presentará los días 24 y 25 en el Teatro Diana de Guadalajara, Jalisco.

 
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