Usted está aquí: jueves 18 de enero de 2007 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Del yo por qué al no hay empleos que se generen con magia

Se demandan anualmente un millón 200 mil

Redición del sueño guajiro del futuro venturoso

¡Acabáramos! El presidente del empleo (Calderón dixit) no sabe cómo generar ocupación productiva y remunerada como la por él comprometida en los dorados tiempos de la campaña electoral, porque ya sentado en Los Pinos asegura que "no hay empleos que se generen por arte de magia".

Aún antes de los comicios presidenciales, y previo al empujoncito que gentilmente le concedió el IFE y el Trife, Felipe Calderón rubricó su compromiso: "el 2 de julio celebraremos el triunfo de la opción del empleo...". Para garantizarlo, presentó un recetario de cuando menos 10 "acciones (de gobierno) para la generación de empleos".

Sin embargo, ya sentado en Los Pinos la cosa cambia, y el "y yo por qué" del pasado inmediato se suple con "no hay empleos que se generen por arte de magia; no hay empleos que pueda crear el gobierno por sí solo". Se repite el sketch foxista ­puro humor negro­, por mucho que la "continuidad" intente modificar los diálogos.

Esas diez "acciones (de gobierno) para la generación de empleos" (de la estabilidad macroeconómica al turismo) garantizaban (en tiempos de campaña y según el propio Calderón) la generación de empleo en el país para que el enorme ejército de reserva (laboral) redujera su abultada tropa. Pero eso fue antes.

La realidad es muy distinta, y, gústele o no, el nuevo inquilino de Los Pinos deberá entrarle al toro que implica atender la demanda anual de un millón 200 mil nuevos empleos en el sector formal de la economía, amén del abultado rezago histórico en este renglón y la creciente emigración de mano de obra. Y junto a su gobierno, el "aliado natural" de la derecha, el capital privado, que siempre ha gozado la fiesta taurina desde la barrera.

A mediados de eso que tercamente llamaba "mi gobierno", el entonces presidente Fox reconoció públicamente que "hoy, hoy todos tenemos una preocupación, el empleo" (todos lo sabían y padecían, pero lo que natura non da, los mexicanos non prestan) y por ello ordenó: "hoy mismo, ¡manos a la obra!".

Tal "preocupación" se tradujo en una mayor inactividad, creciente desempleo y emigración y en vergonzoso saldo ocupacional en el sexenio del "cambio". Sólo 16 de cada cien mexicanos en edad y condición de hacerlo, logró ocuparse (la mayoría de ellos de manera eventual) en la economía informal, mientras el "manos a la obra" fue sinónimo de discursos y más discursos foxistas sobre lo bien que se hacían las cosas y las "cifras históricas que en materia de empleo hemos alcanzado en esta administración".

Para poner "manos a la obra", el entonces magnánimo inquilino de Los Pinos destinó ¡100 millones de pesos! para atemperar el creciente desempleo en el país, monto equivalente a menos de la mitad (42.37 por ciento) del gasto publicitario (236 millones) ejercido por Los Pinos durante 2002, o si se prefiere una cantidad equiparable al salario mínimo anual de 6 mil 597 trabajadores, cuando la cancelación de fuentes de trabajo hasta el día en que hizo pública su "preocupación" se aproximaba a 600 mil.

Entonces, si la "continuidad" repite el sketch, no asume su responsabilidad, avienta la pelota a otras partes, se excusa porque el gobierno "no genera empleo", "combate" el desempleo con discursos y más discursos y aplica las mismas recetas de su antecesor, el fracaso está garantizado. Y será su problema, pero en juego está el futuro de millones de mexicanos, con el que ya han jugado hasta la ignominia. Ni qué decir de la responsabilidad de la iniciativa privada, la gran generadora de empleo, que no arriesga ni compromete un solo milímetro.

En materia laboral, como en tantas otras, el panorama no es grato, y no se modificará con discursos y más discursos. Y como en tiempos del "cambio", la "continuidad" no sólo rescata la fallida fórmula de los "emprendedores" para abatir el desempleo, sino que retoma el sueño guajiro de Fox sobre el futuro venturoso de la economía mexicana y su posicionamiento en el contexto internacional.

Elucubraba ayer el inquilino de Los Pinos sobre la eventualidad de que la mexicana se convierta en "la quinta economía mundial para mediados de este siglo" XXI. Por lo visto Fox era menos ambicioso que su clon, porque sólo la ubicaba en la octava posición. Más allá de los sueños húmedos de estos personajes, lo cierto es que ninguno puede con el raquítico comportamiento actual de la economía nacional, cuando ya celebran su primermundista comportamiento en el año 2050.

En vía de mientras, algunos fragmentos del discurso calderonista de ayer (si algún concepto o frase parece fotocopia del foxiato, no se preocupe: lo es): "hay países en la región que están ahuyentando la inversión. México ha tomado la decisión de atraer esa inversión, porque cada peso que se invierte en México es un peso que se traduce en trabajos que necesitamos los mexicanos... Hay quienes han estimado que México puede ser una de las cinco economías más grandes del mundo para la mitad de este Siglo XXI, una de las cinco economías, incluso puede ser la cuarta economía más grande del mundo para el año 2050, pero aclaran si los mexicanos toman las decisiones adecuadas... Para convertir a México en uno de los principales destinos de inversión en el mundo y en consecuencia en un país que genere empleo, crecimiento tenemos que actuar sin complejos y sin miedos, sin miedo a competir, sin miedo a la inversión, sin prejuicios que nos dañan y limitan el desarrollo... Querer convertir a México en uno de los destinos más atractivos para la inversión en el mundo y en punto de conexión comercial más importante de toda la región es algo que tiene que ver con lo que los mexicanos necesitamos y apreciamos, la generación de empleos".

Las rebanadas del pastel

¡Uff! Es la "continuidad", que en materia laboral también amenaza con "cifras históricas".

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