Usted está aquí: lunes 22 de enero de 2007 Política Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez

Vientos renovadores

Más de un legislador republicano se debe haber caído de la silla cuando el gobernador de California, Arnold Swazenegger, declaró su intención de establecer el seguro de salud universal en ese estado. Por razones diferentes también uno que otro demócrata debe haber tenido el mismo efecto.

El seguro de salud universal es una pieza clave en la política social del Estado moderno. Al igual que la educación pública, el seguro de desempleo y la protección a los viejos son medidas de orden social que benefician a las mayorías, pero, según se ha demostrado históricamente, también necesarias para el funcionamiento de la economía en su conjunto. Durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt se creo el "Estado de bienestar" (welfare state), una de cuyas piezas claves era la salud pública. En momentos en que millones de estadunidenses sufrían los efectos del desempleo era necesario velar por su salud no sólo por tratarse de un derecho elemental, sino también para garantizar los recursos humanos necesarios en el proceso productivo.

Hoy las condiciones distan de ser las mismas, el desempleo no amenaza con paralizar al país y la amenaza de epidemias es remota, pero es un hecho que el sistema de salud sufre una profunda crisis que de no resolverse pudiera tener graves consecuencias en el futuro inmediato. No se conocen bien a bien las razones por las que el señor Schwarzenegger decidió dar ese paso cuando inclusive el mismo presidente Bush, cuya ideología es similar, ha intentado descargar parcialmente al Estado de esa responsabilidad. Independientemente de las razones del gobernador, no han faltado quien o quienes auguran el fracaso de su iniciativa. Uno de los problemas reales, de acuerdo con esas opiniones, es la obtención de recursos necesarios para su plan. La propuesta del gobernador establece que provendrán de un fondo al que contribuirán los médicos, las instituciones hospitalarias y los empleadores, eufemismo de lo que realmente es un impuesto, según han dicho quienes serán objeto de esas aportaciones.

Lo que a fin de cuentas será uno de los principales obstáculos al plan es la intención expresa de incluir a los indocumentados como beneficiarios del seguro universal. Hay que aplaudir la iniciativa, pero causa sorpresa y extrañeza la propuesta de beneficiar a los indocumentados con un plan que de alguna forma es financiado con recursos públicos y por otro lado se les niegue el permiso para conducir automóviles, cuestión que no representa ningún costo y sí en cambio un beneficio para el Estado en su conjunto. Tal vez la respuesta se encuentre en los vientos de renovación que soplan desde el Congreso estadunidense. No en balde en un acto reciente el popular actor Warren Beatty, conocido por su abierta militancia en las causas demócratas, mencionó que al fin pudo convencer a su colega Arnold para afiliarse a la misma causa. Hay que ver hasta dónde está dispuesto a llegar el controvertido gobernador.

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