Usted está aquí: viernes 26 de enero de 2007 Opinión ¿Qué es el tiempo?

José Cueli

¿Qué es el tiempo?

Si pretendemos hablar del tiempo habría que hablar de la conceptualización del tiempo antes y después de Freud. Con el descubrimiento del inconsciente, Freud cuestiona todo el pensamiento universal y pone en tela de juicio toda la centralidad y la fijeza con que hasta ahora había pretendido explicarse al hombre y al mundo.

El inconsciente ignora la negación, el tiempo y la muerte, para la cual no hay representación. Tiempo y muerte misteriosamente enlazados. Tiempo y muerte tema reiterativo en la poesía y la literatura; Proust, con Marcel, se lanza a la búsqueda del tiempo perdido; Manrique canta a la muerte, y J. Marías hace al respecto una profunda reflexión; juega con la frase "el revés del tiempo", que recoge de William Shakespeare. El revés del tiempo, su negra espalda, su vuelco. Se refiere a ella como esa imagen tan poética que resume casi toda la investigación llevada a cabo por la ciencia sobre el tiempo.

Una de esas expresiones que uno "ve" o quizá comprende al leerla por primera vez y, en cambio, empieza a no entenderla si se detiene a observarla y examinarla. ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué es esa negra espalda aunque la traduzcamos "al revés"?, se pregunta y se contesta: el tiempo vuelto en el sentido de volver o regresar, o acaso en el sentido que decimos volver una prenda de vestir para verle los pespuntes o la trama del tejido, o, bien, es el tiempo ido, alejándose de su espalda. ¿Y qué es ese abismo aparecido no como cosa distinta de la espalda, sino como sinónimo o refuerzo?

Marías lo relaciona con los versos de Manrique (1477): "Pues si vemos lo presente/ Como en un punto es ido/ y acabado/ si juzgamos sabiamente/ daremos lo no venido/ por pasado". Este no venido por pasado se entiende como pretérito en una parte, pero en otra podría entenderse como lo ocurrido. Dice Marías que lo no venido es lo no llegado, lo no sucedido, lo no existido, que no debemos seguir esperando, sino darlo por pasado e incorporarlo a nuestra vida. Y se pregunta: ¿será lo que no viene y es pasado, lo que discurría por aquella negra espalda y abismo que definiera Shakespeare?

¿No es ésta acaso la mecánica del proceso onírico? Después del tatuaje, la cicatriz u ombligo del sueño o del texto ­el sueño es una lectura-escritura­ desaparece bajo todo género de ropajes. Ese ombligo incognoscible, dice Freud, donde los hilos del sentido se enmarañan haciendo imposible desenredarlos, ese centro, el no sentido, que es tanto como aceptar que la clausura de la metafísica no es hermética, sino que presenta fisuras por donde lo irracional hace su aparición ­la negra espalda, el revés del tiempo.

Por su parte, Antonio Machado, que parece conocer con hondura y agudeza la irreparable fugacidad del instante vivido, nos dice: "La tarde de abril sonrió:/ la alegría pasó por tu puerta, y luego sombría:/ Pasó por tu puerta./ Dos veces no pasa". Y es aún más punzante el sentimiento de esta fugacidad en otro verso de sus Soledades: "Este amor que quiere ser/ acaso pronto será/ pero ¿cuándo ha de volver lo que acaba de pasar?/ Hoy dista mucho de ayer/ ¡Ayer es nunca jamás!

Un instante temporal es fugaz y singular, mas también es susceptible de ser repetido por evocación, y este evocar es una de las tareas del quehacer sicoanalítico, mismas que se dan en el lenguaje que pretende intemporalizarlo. ¿Qué es el tiempo?

 
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