Usted está aquí: lunes 29 de enero de 2007 Opinión Contra Venezuela, otra vez

Editorial

Contra Venezuela, otra vez

Poco duró en Los Pinos, a lo que puede verse, el propósito de poner distancia de las actitudes lenguaraces y buscapleitos asumidas por Vicente Fox ante diversas naciones latinoamericanas, de impulsar las alicaídas relaciones con los integrantes del Mercosur y de restaurar los vínculos bilaterales afectados por la incontinencia verbal del guanajuatense. Su sucesor en la Presidencia, Felipe Calderón Hinojosa, no ha dejado de emitir descalificaciones contra los gobiernos de Argentina, Bolivia y Venezuela, a los que ha acusado de populistas y de promover "economías del pasado", en referencia a las nacionalizaciones de industrias y servicios estratégicos que tienen lugar en esas naciones hermanas.

Los poco diplomáticos exhortos al capital internacional a que abandonen esos países y trasladen sus inversiones a México le valió a Calderón Hinojosa un llamado a la moderación por parte del presidente Luis Inacio Lula Da Silva, quien el sábado pasado, en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, destacó, ante su colega mexicano, la legitimidad y la pertinencia de las políticas económicas desarrolladas por Néstor Kirchner, Evo Morales y Hugo Chávez, entre otros.

Este último se había tardado en responder a las declaraciones de Calderón, quien tiene ante el gobierno venezolano el precedente lamentable de haber atacado durante su campaña presidencial a su principal adversario, Andrés Manuel López Obrador, comparándolo con Chávez. Es claro que durante varias semanas el mandatario venezolano había venido conteniendo su proverbial estridencia, pero ayer respondió de manera directa a los inoportunos discursos del gobernante mexicano; recordó el agravio del que fue objeto por el entonces candidato Felipe Calderón ­"alguien que pretenda ser presidente de un país y tome a un presidente de un país hermano como excusa para atacar a su contrincante interno, está dificultando, por no decir dinamitando, la posibilidad de tener buenas relaciones"-- y criticó que un gobierno busque atraer inversiones extranjeras a su territorio denostando a terceros países.

Se ha generado, así, la indeseable perspectiva de un nuevo episodio de encontronazos verbales entre Los Pinos y Miraflores, y en esta ocasión es claro que ha sido la parte mexicana la que ha provocado esta circunstancia.

Pero no es este el único elemento que establece un desconsolador vínculo de continuidad entre el foxismo y el calderonismo, y es la discordancia entre las palabras del titular del Ejecutivo federal y los desmentidos de sus colaboradores. Tras el intento del mandatario brasileño por limar las asperezas introducidas por el discurso de Calderón, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, no encontró otra forma de salvar la situación y aseguró que las palabras de su jefe no hacían referencia a países latinoamericanos y que no buscaban ir en contra de la unidad regional. La precisión o el desmentido tiene acentos que recuerdan de manera inevitable las precipitadas intervenciones aclaratorias de Rubén Aguilar Valenzuela en cada ocasión en que Fox incurría en un desfiguro verbal.

El propósito de atraer inversiones extranjeras es, sin duda, legítimo y pertinente, pero no se contrapone con la necesidad de restaurar los maltrechos vínculos entre México y las naciones sudamericanas.

Calderón Hinojosa ha insistido en minimizar la importancia de los proyectos políticos e ideológicos, pero en la práctica ha exhibido una excesiva beligerancia como partidario del neoliberalismo económico y de las derechas políticas. Sus discursos contra las decisiones económicas de Argentina, Bolivia y Venezuela ahondan las diferencias regionales y parecen complemento de lo expresado por el presidente de su partido, Manuel Espino, en el sentido de que en Bolivia, Cuba y Venezuela "no existe democracia".

En el momento actual México requiere un ejercicio del poder público basado en visiones de Estado y no en actitudes partidistas, y ese requisito resulta especialmente necesario en el ámbito de la política exterior.

 
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