Usted está aquí: martes 30 de enero de 2007 Política Alerta Calderón sobre riesgos de ''dictaduras personales''

Insiste en señalar a gobiernos que promueven nacionalizaciones

Alerta Calderón sobre riesgos de ''dictaduras personales''

Llama a discutir diferencias con respeto y sin caer en descalificaciones

CLAUDIA HERRERA BELTRAN ENVIADA

Ampliar la imagen Saludo entre el presidente Felipe Calderón y el primer ministro británico, Tony Blair Foto: Reuters

Londres, 29 de enero. El presidente Felipe Calderón convirtió su diferendo con el venezolano Hugo Chávez en tema central de su visita de trabajo a Gran Bretaña y, en respuesta al mandatario, aunque sin mencionar su nombre, convocó a discutir las diferencias entre gobiernos latinoamericanos con ''madurez y pleno respeto, sin incurrir en descalificaciones personales''.

Aunque con este mensaje pareció bajar el tono de la controversia con el venezolano, a lo largo del día insistió en manifestar señalamientos a los gobiernos que promueven las nacionalizaciones y alertar sobre el riesgo que representa una ''dictadura personal''.

En la última etapa de su gira por Europa, cuando se encontraba en Londres, hizo una pausa en sus actividades y sin más convocó a los medios de comunicación para que escucharan este mensaje, con un claro destinatario.

Llegó tan lejos esta polémica, que el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, fue interrogado en la conferencia de prensa ­que ambos ofrecieron­ sobre lo que representan las políticas del venezolano. Sin perder su sonrisa, Blair atajó la pregunta y prefirió elogiar las políticas que el mexicano está adoptando, sobre todo las medidas ''duras'' de seguridad y de atracción de inversiones.

Horas después de que Chávez advirtió a Calderón que ''respete para que lo respeten'', luego de las críticas que el mandatario formuló al gobierno de Caracas en Davos, Suiza, éste no perdió oportunidad para señalar las desventajas de países que nacionalizan empresas.

Reunido en el seminario sobre oportunidades de inversión, con la Confederación de Industrias Británicas, en el lujoso hotel Dorchester, el presidente mexicano exhibió ante los empresarios un panorama halagüeño del país, sobre todo a partir de su llegada al poder, con el afán de convencerlos a que inviertan en México.

Por primera vez desde que inició este recorrido por cuatro países de Europa, Calderón habló en inglés en un acto público. No lo había hecho ni en el Foro Económico Mundial de Davos. Sin abandonar el optimismo que ha caracterizado sus discursos de la gira aseguró que México puede competir con el puerto de Long Beach, California, en la recepción de mercancías provenientes de países asiáticos emergentes. Todo ello porque, dijo, se encuentra en el centro del mundo.

Luego de exponer una serie de números optimistas sobre la economía mexicana, el mandatario anunció que su gobierno aprenderá de los esquemas de inversión público-privada en Gran Bretaña y fomentará sobre todo la participación de los empresarios en la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles.

En medio de esta invitación a los inversionistas, incluyó en su mensaje los consabidos señalamientos contra los países que vuelven a la ''época de las nacionalizaciones'', y volvió a lanzar sus dardos contra la opción de una ''dictadura personal''.

La reacción de Calderón no quedó ahí. Antes del encuentro con Blair, su equipo de prensa convocó repentinamente a los medios de comunicación para que acudieran al hotel Dorchester. A esas alturas ya había elaborado un texto de respuesta para el venezolano, con lo que consiguió hacer crecer el impacto mediático de su controversia.

A pesar de que en las últimas semanas sus descalificaciones subieron de tono, señaló que su propósito ha sido promover un diálogo en torno de las alternativas de políticas públicas que se requiere aplicar en la región. Ello, dijo, está vinculado a la capacidad de fortalecer democracia, mercado, estado de derecho y políticas sociales, con lo que repitió su postura pro mercado.

A partir de ese momento, la agenda de Calderón con Blair pasó a segundo término, a pesar de la importancia del encuentro que estaba por realizarse en el número 10 de la calle Downing. Contentos, Calderón Hinojosa y el primer ministro británico posaron frente a las cámaras en la pequeña puerta de la residencia de la familia Blair-Booth.

Tras 35 minutos de conversaciones, ambos mandatarios ofrecieron una conferencia de prensa en el Salón Blanco, en la que Blair llenó de halagos a su visitante. Reconoció su gran inteligencia, sabiduría y coraje político, mientras Calderón lo observaba con una gran sonrisa.

En su afán de mostrarse cercano al poderoso líder político, amigo de George W. Bush, elogió la opción de la tercera vía que promueve la acción conjunta del Estado y del mercado, y abrazó su agenda por el desarrollo sustentable y el cambio climático. Con sorpresa y buen humor, Blair recibió una pregunta de la prensa mexicana en torno de los gobiernos estatistas y populistas a los que ha hecho mención Calderón.

Quien más se desconcertó fue Felipe Calderón, que con el rostro enrojecido exclamó: ''Yo no hablé de gobiernos populistas''. Bromista, el primer ministro adelantó que trataría de asegurarse de ''no pisar las minas'' que le habían sembrado y dijo que a la gente de cada país le corresponde decidir el gobierno que quiere. Es más, añadió, no sabe qué quiere decir la gente cuando dice populista.

A una segunda pregunta sobre si Chávez representa una amenaza para las relaciones entre América Latina y Europa, Calderón directamente aconsejó a Blair en inglés que respondiera con un ''next question (siguiente pregunta)''. Acostumbrado a lidiar con temas incómodos, como el de Irak, Blair hizo a un lado la sugerencia y respondió que si un país quiere tener una relación fuerte con países de la Unión Europea es mejor tenerla con base en valores comunes y de economías abiertas y fuertes.

 
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