Usted está aquí: miércoles 31 de enero de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Analiza Cepal el fundamentalismo neoliberal

Desilusionantes resultados en crecimiento y equidad

Vargas Llosa ¡Nobel colombiano!

Como es tradicional, la cumbre de Davos se presta para que el gerente en turno ­Felipe Calderón, en esta ocasión­ subraye las "bondades" y "beneficios" que para los mexicanos ha brindado el modelo económico impuesto cinco lustros atrás, y reitere que si hay carencias sociales y se mantiene raquítico el crecimiento económico es por "falta de reformas".

Con cumbre de Davos o sin ella, eso es lo que machaconamente han dicho los últimos cinco inquilinos de Los Pinos. Y en veinticinco años no ha habido más que "reforma" tras "reforma" en América Latina, con México a la cabeza (en este sentido), mientras las carencias crecen a pasos agigantados y la economía se mantiene prácticamente estancada. El discurso, desde luego, no es exclusivo de los gerentes mexicanos. También lo manejan la mayoría de sus colegas latinoamericanos, en el entendido, dicen, que sin "reformas" no hay crecimiento (la palabra desarrollo desapareció de la retórica oficial).

Por ello, la Cepal nos ofrece un paseo por las "reformas" que han requerido de más "reformas" para poder avanzar en las "reformas" (sic del discurso oficial), cuyo balance no resulta nada alentador.

En su análisis Reformas para América Latina después del fundamentalismo neoliberal, la Cepal subraya que en el transcurso de la última década y media la región ha llevado adelante profundas reformas económicas, las cuales, en general, han sido moldeadas por una modalidad específica y excluyente de capitalismo, y enmarcadas en el planteamiento de que existe sólo una forma eficaz de avanzar hacia una economía de mercado; una fórmula única, supuestamente adecuada para las más diversas realidades. Es lo que se ha denominado Consenso de Washington.

El enfoque predominantemente neoliberal, que se aplica por muchos de los "reformadores" en estos 15 años explica en medida considerable los "desilusionantes" resultados alcanzados en lo concerniente al crecimiento y la equidad. El bajo crecimiento del producto interno bruto, la aguda inestabilidad de la macroeconomía real y la inequitativa distribución del ingreso resultante, han sobrepasado con holgura los resultados positivos. Entre éstos, destacan una caída notable de la tasa de inflación, la disminución de los déficit fiscales y el dinamismo de las exportaciones. Sin embargo, en 2005 (en comparación con 1990), el latinoamericano promedio ha perdido terreno en la lucha del mundo por progresar y proveer más equidad.

En efecto, en 2005 el ingreso promedio de un latinoamericano está más distante del bienestar económico de los ciudadanos de los países industrializados y de otras economías emergentes que lo que estaba en 1990, al inicio de las reformas neoliberales más intensas. A su vez, ese rezagado ingreso promedio involucra una distribución notablemente más regresiva que en las economías desarrolladas y en las de Asia Oriental.

Si bien las "reformas" han permitido avances relativos, han provocado dramáticos cambios en la importancia relativa del Estado, cuya esfera de acción se vio disminuida, en medio de la desregulación, las privatizaciones masivas y el repliegue de la inversión y del gasto públicos, para abrir más espacio a la actuación de los agentes privados. Todo esto se hizo con el objetivo de mejorar el entorno para las actividades productivas y obtener un crecimiento sostenible más elevado del PIB, pero lejos de ello el balance de las "reformas" deja también una serie de fracasos, especialmente en términos de crecimiento sostenido y equidad.

Entre 1990 y 2006 el PIB por habitante en América Latina apenas aumentó, amén que en los 15 años después de 1990 los salarios registraron un promedio inferior al de 1980. El número de personas sumidas en la pobreza era más alto y los coeficientes de inversión eran tan bajos como en la década de los 80. A ello se suma una notoria ausencia de rendición de cuenta por las decisiones tomadas. "Se han cometido impresionantes errores en el diseño de las reformas, a los que se agrega una débil capacidad para reconocer fracasos y corregirlos en forma oportuna".

Un segundo estudio del organismo (Hacia nuevas políticas sociales en América Latina) subraya que en las dos últimas décadas el crecimiento económico de la región ha sido bajo y volátil. De hecho, el crecimiento anual del ingreso per cápita fue de medio punto porcentual entre 1980 y 2004, mientras 225 millones de personas (el 44 por ciento de la población regional) sobreviven en la miseria. El insatisfactorio desempeño económico y escaso progreso social que ha exhibido la región ponen en duda la efectividad de las políticas económicas y sociales puestas en práctica por las autoridades oficialmente nacionales.

A pesar de que la reducción de la pobreza ha sido "prioritaria" en la última década, la combinación de crecimiento lento y desigualdad persistente generó pobreza crónica e insatisfacción social. "En general, la reducción de la desigualdad de ingresos y riqueza, así como el fomento de la participación y habilitación populares, entre otros objetivos sociales, no han sido prioritarios en las políticas". Es el triste balance del gobierno de Miguel Carlos Zedillo Foxderón.

Las rebanadas del pastel

Asesorado por José Luis Borgues, su intelectual de cabecera, y acompañado por la Diva de Zamora, Vicente Fox se estrenó como ¡¡¡conferencista internacional!!! En el Music Center de Los Angeles engrosó su abultado inventario de barbarismos: "América Latina debe huir de la 'dictadura perfecta', como lo dijo el premio Nobel colombiano de Literatura Mario Vargas Llosa", un escritor peruano, nacionalizado español, cuyo término "dictadura perfecta" aplicó estrictamente al México priísta, y que nunca ha estado en Estocolmo para recibir premio alguno de manos del rey sueco. Y se quedó tan fresco, al igual que Francisco Gil Díaz, quien aún no resuelve el entuerto de HSBC, cuando ya es publicitado como nuevo presidente de Movistar, la filial que la española Telefónica opera en México.

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