Usted está aquí: miércoles 31 de enero de 2007 Política El abierto injerencismo de Espino obliga a Calderón a ofrecer disculpas

Externa su respaldo a la política antiterrorista de José Luis Rodríguez Zapatero

El abierto injerencismo de Espino obliga a Calderón a ofrecer disculpas

CLAUDIA HERRERA, ARMANDO G. TEJEDA ENVIADA, CORRESPONSAL

Madrid, 30 de enero. La primera visita a España de Felipe Calderón culminó hoy con dos protagonistas inesperados: Manuel Espino, dirigente del PAN, y sus críticas exacerbadas a la política antiterrorista del mandatario español, José Luis Rodríguez Zapatero; y Hugo Chávez, presidente de Venezuela, con quien el Ejecutivo mexicano mantiene una agria disputa y ha tenido ya el primer encontronazo diplomático en su breve ejercicio.

Calderón se reunió primero con las cúpulas empresariales españolas y, posteriormente, con el líder de la oposición, el derechista Mariano Rajoy, a pesar de que unas horas antes se había anunciado la cancelación del encuentro, en pleno auge de conflicto creado por Espino. Posteriormente, el mandatario mexicano, flanqueado por su homólogo español, compareció ante los medios de comunicación para informar sobre los pormenores de la reunión bilateral, de la que sólo se alcanzaron dos acuerdos concretos: crear un centro cultural iberoamericano con sede en México, y un pacto educativo entre ambos países.

Antes de iniciar la ronda de preguntas de los periodistas, Calderón realizó una solemne declaración de apoyo al gobierno español: "En materia de terrorismo quiero subrayar que mi gobierno reconoce y respalda al gobierno del presidente Rodríguez Zapatero en su lucha contra este flagelo y las acciones que su gobierno ha emprendido para combatirlo".

Esta fue la primera rectificación del mandatario mexicano al presidente de su partido, Manuel Espino, quien, coincidiendo con la visita de Calderón a España, criticó con dureza la política adoptada por el gobierno español en el proceso de pacificación del histórico conflicto vasco, adoptando la línea argumental del principal partido de la oposición, el derechista Partido Popular (PP), que sostiene que con terroristas no se negocia ni se dialoga; sólo se les combate.

Las afirmaciones de Espino coincidieron además con un momento político muy delicado, sobre todo para Rodríguez Zapatero, objeto de duras descalificaciones de los sectores más conservadores del país. Así, ante la insistencia de los periodistas de conocer cuál era la postura de Calderón en este asunto, éste tuvo que pedir una disculpa pública por las aseveraciones vertidas por su compañero de filas: "De manera tal que, sin entrar en particularidades, lamento el señalamiento en un diferente sentido (el de Espino). Respeto, desde luego, las opiniones de todos, pero clara y contundentemente reconozco y respaldo la lucha y la responsabilidad del gobierno español en este caso".

Rodríguez Zapatero se limitó a agradecer el apoyo de México en esta materia, al sostener que "trabajar por el fin del terrorismo es una aspiración de la sociedad española y donde siempre hemos tenido el respaldo de un país hermano como México".

El malestar en el seno del gobierno español y la incomodidad de la delegación mexicana ante las afirmaciones de Espino provocaron cierta confusión y hermetismo en torno a una de las reuniones previstas del mandatario, la que en principio iba a tener con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, con quien el propio dirigente panista se reunió hace sólo dos meses. Después de que la oficina de prensa de la Presidencia de la República sostuviera que dicho encuentro, finalmente, no se iba a llevar a cabo, alegando problemas de "agenda" del político español, posteriormente el propio PP negó este extremo. El embrollo culminó con un nuevo comunicado en el que se informó escuetamente que sí se había llevado a cabo dicha reunión, en la que se habrían limitado a hablar de "política internacional" y de "fomentar los derechos humanos". Según la información oficial, Calderón y Rajoy no abordaron la polémica cuestión del proceso de paz en el País Vasco ni la estrategia del gobierno español en su lucha contra el terrorismo.

Una vez expresadas las disculpas públicas por el desliz del dirigente del PAN, Calderón fue cuestionado en reiteradas ocasiones sobre el primer encontronazo diplomático de su administración, que surgió a raíz de las descalificaciones a las nacionalizaciones y a los sistemas políticos de países como Venezuela que realizó el mandatario mexicano en la cumbre de Davos. Así, su enfrentamiento con el mandatario venezolano fue la segunda cuestión a la que Calderón tuvo que hacer frente ante la abarrotada sala de prensa.

"Yo lo que veo es un gran potencial para los pueblos iberoamericanos si somos capaces de entender, en primer lugar, que ni puede darse ­y qué bueno que sea así­ la uniformidad de criterios, pero lo que sí debemos tener es la capacidad de procesar nuestras diferencias de manera ordenada y respetuosa. Esa capacidad de diálogo, desde puntos de vista distintos, es precisamente lo que hace la solidez entre sociedades y entre países. Eso es lo que yo quiero para Iberoamérica, para México, y vamos a trabajar incansablemente por ello, independientemente de coincidencias y discrepancias. Estoy convencido de que las habrá siempre presentes, pero las coincidencias, cuando uno lo mira desde una perspectiva decidida y genuina, son mucho mayores que las diferencias", señaló Calderón.

El mandatario añadió: "Siempre he defendido y defenderé" los principios en los que cree, como la inversión, la competencia y la creación de políticas públicas para erradicar las desigualdades en un "clima de respeto y libertad".

Tanto Calderón como Rodríguez Zapatero abogaron por la apertura de fronteras al comercio y la inversión extranjeras en América, si bien pusieron el énfasis en la región de Centroamérica, donde ambos países tienen intereses en el Plan Puebla Panamá, en la interconexión eléctrica de la zona y en "proyectos energéticos, de infraestructura y desarrollo".

En cuanto al resto de cuestiones abordadas en la cumbre bilateral, Calderón explicó que está trabajando para "establecer nuevos compromisos, delinear nuevas acciones que fortalezcan nuestros vínculos de amistad y cooperación", sobre todo en el terreno comercial y financiero.

Auguró que en México habrá más inversiones españolas en los próximos años ­que en el pasado sexenio superaron 15 mil millones de euros.

El mandatario español calificó las relaciones con México de "poderosas, intensas y estratégicas", al señalar que en el futuro habrá un crecimiento de las "expectativas de inversión y de intercambio comercial". Asimismo, agradeció la política de acogida en el siglo pasado a los exiliados republicanos y a los emigrantes económicos. "Quiero, una vez más, subrayar que los españoles no olvidamos que durante gran parte del siglo pasado México se convirtió en un país de acogida para muchos españoles; fueron exiliados políticos o emigrantes en busca de una vida mejor. México se portó muy bien con nuestros compatriotas y en nombre de todos los acogidos quiero reiterar el agradecimiento de España a México", señaló.

Los dos mandatarios también se refirieron al 30 aniversario de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre ambos países, rotas tras el triunfo del bando fascista en la Guerra Civil española.

Felipe Calderón también mantuvo una breve reunión con el jefe del Estado español, el rey Juan Carlos, y con los principales empresarios del país, entre ellos representantes de entidades financieras ­BBVA y Santander­, de las empresas energéticas ­Repsol, Endesa e Iberdrola­, de la construcción y del sector turístico.

 
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