Usted está aquí: domingo 4 de febrero de 2007 Espectáculos La isla de Bergman penetra en el paisaje diario del genio sueco

Marie Nyreröd describe en el filme la vida del cineasta en Farö, donde vive desde 2004

La isla de Bergman penetra en el paisaje diario del genio sueco

No pienso en mí como alguien solitario; hay algo placentero en no hablar con nadie, expresa en el documental

Se presentó por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Gotemburgo

JUAN JOSE OLIVARES

Ampliar la imagen Ingmar Bergman decidió retirarse a Farö, isla habitada por sólo 608 pobladores, donde de vez en cuando dice sentir la presencia de su amada Ingrid. La imagen corresponde al documental de Marie Nyreröd

Gotemburgo, Suecia, 3 de febrero. El sueco Ingmar Bergman, pilar viviente de la historia de la cinematografía mundial y ganador de tres premios Oscar, habla desde la solitaria isla donde habita desde 2004: "A los demonios no les gusta el aire fresco. Camino todos los días por la playa luego de desayunar. Después, escribo unas horas. Como a las tres de la tarde voy al mar. Para personas desorganizadas como yo, es necesario tener rutinas estrictas como ésta".

Farö (borrego) es una isla del archipiélago de Gotland, donde habita el genio sueco, y que fue motivo para la realización del documental La isla de Bergman, producida y dirigida por Marie Nyreröd, quien muestra por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Gotemburgo el desolado paisaje en el que Bergman ­de 88 años y 60 de dirigir­ decidió quedarse a vivir.

"¿Ese es el comentario de alguien con una vida muy solitaria?", pregunta Nyreröd a Bergman en el filme. Bergman revira: "Cuando estoy en Farö nunca estoy solo. No pienso en mí como una persona solitaria. A veces paso el día sin hablar con nadie. Pienso: 'debo hacer una llamada', pero no la hago porque hay algo placentero en no hablar con nadie. Es algo que nos regala el silencio, que es maravilloso".

Farö tiene 102 kilómetros cuadrados y la habitan 608 pobladores. Para llegar a ella, según una consulta en Internet y con empleados de turismo de Suecia, es necesario tomar un vuelo de Estocolmo a Gotland, la mayor de las islas de ese archipiélago. De allí se llega a Farösund, y un pequeño barco, que todos los días hace el recorrido, cruza en siete minutos hasta la isla de Farö.

Locación acertada

Ingmar Bergman la descubrió en 1960, cuando buscaba locaciones para el filme Through a glass darkly (Como en un espejo), la cual le dio su primer Oscar como mejor cinta extranjera. Encontró el set en la isla y en ese momento decidió que algún día viviría en ese lugar.

Construyó en la playa una casa de 156 metros. Desde su ventana puede mirar las lluvias otoñales, así como aves, cisnes y animales típicos de la región, como puerco espines y liebres, además de apreciar las rocas de las costas nórdicas. Cada día, Bergman conduce una camioneta hacia su propio cine, que cuenta con 15 butacas y que también funciona como su lugar de trabajo. Diario ve un filme. Se dice que el día nacional de Farö, es el 4 de julio, cuando normalmente llegan sus hijos, sus nietos y sus ex mujeres a tomarse fotografías con el cineasta.

Asimismo, se cuenta que la isla también es un mito político. Allí pasaba sus vacaciones, desde los años 50, Olof Palme, primer ministro asesinado en una calle de Estocolmo. Se habló entonces del exclusivo Fåröklubben, club cuyo núcleo eran Olof Palme, Ingmar Bergman, Harry Schein (jefe del Svenk FilmInstitutet) y Erland Josephson (actor, escritor y jefe del Dramaten).

En La isla de Bergman, el cinerrealizador y director teatral cuenta algo que lo marcó definitivamente: su primera decepción. "Cuando era niño, en una celebración de la familia, una tía llegó con un gran regalo. Se trataba de un proyector; para mi sorpresa se lo regaló a mi hermano. A mí me dio un oso de peluche. Fue una gran humillación. Pero en la noche le dije a mi hermano que le cambiaba mi colección de soldados de plomo (unos 150) por el aparato. Creyó que era una extraordinaria idea; aún conservo el proyector, y sirve".

Sin duda, esos personajes aislados y solitarios son una constante en las historias de Bergman. Muchas de sus cintas se desarrollan en una isla. Ahora se sabe que se trata de Farö. La isla incide en la individualidad de sus personajes; podemos recordar Persona (1966).

"La gente en esta isla es muy considerada. Entienden que quiero estar solo. Cuando alguien de fuera llega y pregunta dónde está mi casa, ellos aseguran no saber", dice.

A la espera

Un día, el realizador decidió vaciar su departamento y su oficina en el centro dramático, en Estocolmo, y se fue a su isla, donde asegura se encontrará con el espíritu de su amada Ingrid (Bergman), afamada actriz sueca, con quien compartió 24 años de su vida. "A veces siento su presencia en este lugar", afirma. Con otras parejas (como Liv Ullman), sólo fueron cerca de cinco años de convivencia.

"El cine y el teatro son trabajos muy eróticos", justifica el realizador, quien en el documental muestra algunos detalles de su casa, como un viejo reloj de pared, que por el silencio le advierte de las presencia del tiempo. "En muchos de mis filmes puedes ver relojes. Eso no le he perdido".

Relata que todo es una evocación que se tiene de cuando se es niño: "Me gustaba ir a la casa de mi abuela, donde las reuniones navideñas eran inolvidables. Eran como puestas en escena". Eso se ve reflejado en la teatralidad de sus filmes, de forma más marcada en Fanny y Alexander (1983).

El festival de Gotemburgo premiará a uno de cinco cineastas debutantes con la estadía de una semana en ese lugar, junto al realizador.

 
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