Usted está aquí: martes 6 de febrero de 2007 Economist Intelligence Unit Los miedos de la guerra de las galaxias

LOS DESAFIOS DE CHINA

Los miedos de la guerra de las galaxias

Economist Intelligence Unit /The Economist

El 11 de enero pasado China realizó de manera exitosa una prueba de misiles, al destruir un satélite meteorológico que orbitaba a 800 kilómetros sobre la Tierra. La prueba provocó críticas considerables de la comunidad internacional, en parte porque China no dio ningún aviso sobre la realización del ensayo ­el primero en su tipo hecho por un país en décadas­ y también porque no lo reconoció hasta el 29 de enero. Esta resistencia incrementó las preocupaciones sobre las ambiciones militares de China y aumentó el espectro de una nueva carrera armamentista en el espacio.

Alarmando a los vecinos

La principal falla de China en reconocer o explicar su ensayo incrementó los temores sobre una falta de transparencia sobre sus gastos y su política de defensa. La prueba parece ser una brecha entre sus declaraciones sobre su "aumento pacífico" y su rápida modernización militar. En 1998, un documento del gobierno señalaba que China se "opone al desarrollo de armas antimisiles" y propuso "una prohibición completa de armas de cualquier tipo en el espacio". China ha promovido de manera activa tal tipo de prohibición, al patrocinar resoluciones de Naciones Unidas para proscribir el uso de armas en el espacio. Mientras, el ensayo puede ser un modo de presión sobre Estados Unidos para que este país acepte dicho tratado, pero también sugiere, difícilmente, que China ha estado desarrollando armas antisatélite mientras hace campaña para prohibirlas.

Este intervalo entre las acciones de China y sus palabras es probable que perturbe a sus vecinos. En Japón, el ensayo reforzará los pasos que ha tomado hacia una postura más robusta sobre defensa. Esto ocurre en momentos en que el primer ministro, Shinzo Abe, comenzó a implementar una política de seguridad más firme. El pasado 9 de enero, la Agencia de Defensa de Japón, fue renombrada como Ministerio de Defensa, dándole más poder al gobierno, al tiempo que Abe anunció que Japón buscará jugar un papel más activo para velar por la paz y seguridad en la región. Irónicamente, aunque China ha sido cautelosa ante estos acontecimientos, la prueba de su misil podría socavar la oposición dentro de Japón a la agenda de Abe.

Altos funcionarios taiwaneses también reaccionaron al ensayo con alarma, al señalar que un día antes, China reconoció que la prueba tuvo lugar en un territorio donde construyó su arsenal de misiles que apuntan hacia Taiwán, de alrededor de 820 a 900, desde agosto de 2006. China considera a esa isla como parte de su territorio y repetidas veces ha expresado que hará uso de la fuerza para prevenir su total independencia.

Ante la salida del presidente de Taiwán, Chen Shu Bian, el año próximo, los líderes chinos están profundamente preocupados de que pueda dar pasos hacia su independencia, tales como hacer una revisión de la Constitución o el nombre oficial de la isla, durante sus meses finales en el poder.

Muchos observadores interpretaron la prueba como una muestra de fortaleza, que tuvo la intención de disuadir a las fuerzas proindependentistas en Taiwán.

A pesar del efecto en Taiwán y Japón, el desarrollo de armas espaciales de China es enteramente racional dado que su objetivo militar es prevenir la permanente separación de Taiwán del continente. En el improbable escenario de un conflicto armado en el estrecho de Formosa, cualquier intervención de Estados Unidos a favor de Taiwán dependería mucho de su monitoreo y el sistema de comunicación de sus satélites.

El desarrollo de armas antisatélite de China refleja el fracaso de Estados Unidos para negociar sobre el espacio. Si Washington se rehúsa a llegar a un acuerdo para prohibir armas antisatélites, el paso lógico de Pekín será desarrollar tales artefactos por propia cuenta.

¿Una nueva carrera de armas en el espacio?

Mientras China ha apoyado un tratado de prohibición para el uso de armas en el espacio, Estados Unidos se ha resistido a tomar algunas medidas que podrían limitar su uso para fines comerciales o con propósitos militares. Al demostrar que China tiene la voluntad y capacidad de utilizar la tecnología espacial de base, el ensayo del misil puede ser un intento por presionar a Estados Unidos a participar en un acuerdo de control de armas. Sin embargo, dado el actual liderazgo estadunidense en el desarrollo de tecnología espacial, es poco probable que la prueba del misil vaya a forzar a Estados Unidos a sentarse a la mesa de negociaciones. Es más plausible, que el ensayo tenga una función mucho más amplia, como una muestra de la intención china de retar el unilateralismo de Estados Unidos.

Independientemente de las intenciones de China, parece probable que la prueba estimulará los esfuerzos estadunidenses de dominar el espacio. Combinado con el creciente presupuesto militar de China y su modernización, este ensayo sin duda reforzará la mano de los políticos estadunidenses que ven a China como una creciente amenaza estratégica. Además, como resultado, es posible que la prueba del misil intensifique la carrera armamentista, la cual ya está en camino.

Fuente: EIU

Traducción de textos: Erik Vilchis

 
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