Usted está aquí: domingo 11 de febrero de 2007 Cultura La literatura sonorense emprende su renovación

Periodo de ruptura impulsado por jóvenes autores

La literatura sonorense emprende su renovación

"Queremos hablar con libertad y decirlo a nuestro modo"

ARTURO GARCIA HERNANDEZ ENVIADO

Alamos, Son., 10 de febrero. La literatura sonorense atraviesa por un periodo de ruptura y renovación del que está emergiendo una generación de autores ­narradores, poetas, dramaturgos y ensayistas­ con "una nueva visión del mundo", alejados del costumbrismo regional e interesados en lo "urbano cosmopolita".

La percepción es de Iván Figueroa (Sahuaripa, 1974), coordinador del área de publicaciones del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), cargo que le permite tener una visión panorámica de lo que se ha escrito y se escribe en el estado.

Reconoce que en generaciones anteriores ha habido grandes escritores, como Amira de la Vara, Abigael Bohórquez, Alonso Vidal y Sergio Valenzuela, "pero son excepciones; también había muchas cosas sin valor literario".

Ahora "se está dando un despegue de la literatura sonorense, se está dando un movimiento como no se había visto antes. Los jóvenes estamos trabajando fuerte, no sólo para decir lo que queremos, sino para decirlo de otra manera, adentrándonos en formas más complejas, añadiendo eso que hace diferente a un escritor de otro, a una literatura de otra".

En las actividades literarias del pasado Festival Internacional Alfonso Ortiz Tirado fueron presentados algunos títulos publicados recientemente por el ISC: La soledad y el poder (ensayos) y Boca de sombras (poesía), de Hugo Medina (Hermosillo, 1979); Tiempo de conejos (novela), de Imanol Caneyada (País Vasco, 1968); El cazador de gringos (teatro), de Daniel Serrano (Magdalena de Kino, 1968); La grandeza del azar: eurocrónicas desde París, de Manuel Murrieta Saldívar (Ciudad Obregón, 1959); Fragmento (poesía), de Rogelio Guedea (Colima, 1974); El agua está helada (cuento), de Cristina Rascón (Ciudad Obregón, 1976), y Las manos del tahúr (cuento), de Jaime Muñoz Vargas (Gómez Palacio, 1964).

Los autores ­nacidos o no en Sonora, pero vinculados con la literatura local­ forman parte del movimiento al que se refiere Iván Figueroa: "Lo que nos distingue es que estamos rompiendo la tendencia recurrente de hablar sólo de lo sonorense; no se trata de la simple expresión de un romanticismo trasnochado, donde el yo está sobre todas las cosas, sino de un reflexión sobre la identidad del ser humano ante el otro; no de mí ante mi vecino sonorense, sino de mí ante otras conciencias culturales. Es una visión del mundo que deja de lado el costumbrismo para asumir una actitud más cosmopolita".

Se trata de un "desgarramiento dentro de la tradición literaria sonorense, que en narrativa tenía dos o tres representantes, en poesía uno o dos, y en dramaturgia sólo uno. El mensaje es: 'ya no quiero escribir como ustedes, quiero escribir las cosas que a mí me interesan'".

El factor mundo

Para el coordinador de publicaciones del ISC, ese cambio se explica por el desarrollo y multiplicación de los medios de comunicación y por la posibilidad de viajar: "Vale la pena recalcar que varios de estos libros se escribieron fuera del estado: Boca de sombras, en la ciudad de México; La grandeza del azar..., en París; El agua está helada, en Osaka, y El cazador de gringos, en Tijuana.

"Tiempo de conejos se escribe en Sonora, pero es la visión de un outsider, de alguien que viene de fuera y por tanto puede ver y criticar aquello que no vemos quienes estamos inmersos en una sociedad, en este caso la sonorense."

­Entonces, ¿hay que irse de Sonora para hacerse un lugar en literatura?

­Más que irse hay que viajar, conocer el mundo. Enfrentar el cuerpo y la mente a situaciones nuevas nos hace reconsiderar nuestra existencia, nos lleva a reflexionar de otro modo lo que somos como seres humanos, sobre quién es el otro que me hace a mí ser lo que soy.

Lo sorprendente para Iván Figueroa es la respuesta de los lectores: "Antes de llegar a esta coordinación pensaba que los libros de literatura sonorense no se vendían, pero sí se venden; la gente los está leyendo, a pesar de los problemas de distribución, no sólo en Sonora, sino en el país".

 
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