Usted está aquí: domingo 11 de febrero de 2007 Opinión El Hospital Juárez

Angeles González Gamio

El Hospital Juárez

En la antigua Calzada de San Pablo, hoy zona populosa en los rumbos del barrio de la Merced, se encuentra el antiguo Colegio de San Pablo, que fundó en 1576 el insigne fraile agustino Alonso de la Veracruz, que años más tarde habría de convertirse en nosocomio, mismo que en 1872 fue bautizado como Hospital Juárez. Ha tenido un papel importante a lo largo de la historia; durante la invasión estadunidense ahí se atendió a los heridos del bando mexicano; en el siglo XIX se le dio el título de cuna de la cirugía en México. Aquí se llevó a cabo la primera radiografía que se hizo en el país y se instaló el primer banco de sangre.

Increíblemente continúa funcionando, dedicado a atender a los más desposeídos; a él acuden personas de todo el país. Las construcciones que levantó fray Alonso, fueron redificadas a fines del siglo XVI, cuando se convirtió en hospital, y a lo largo de los siglos se le fueron haciendo añadidos y remodelaciones, afortunadamente preservando el templo y el inmenso y bellísimo claustro, que se fue rodeando de construcciones modernas.

Una de ellas fue un edificio de 12 pisos levantado en 1970, que por su pésima construcción se derrumbó con el temblor de 1985, causando la muerte a cerca de mil personas, buena parte de ellas médicos y enfermeras. Dentro de la tragedia se dio un incidente luminoso: el rescate, una semana más tarde, de varios recién nacidos que milagrosamente habían permanecido vivos, sepultados entre los escombros.

Recientemente se intentó desaparecerlo, pero ante el alud de protestas del numeroso público de escasos recursos que lo utiliza como única posibilidad, y las del personal médico y administrativo, muchos de los cuales llevan una vida laborando en la noble institución, la medida se detuvo, y se dice que va a ser nuevamente remodelado para que siga funcionando en mejores condiciones.

El populoso rumbo en donde se encuentra ha sido desde la época virreinal una zona en donde la prostitución se ejerce las 24 horas del día y es parte cotidiana del paisaje urbano. Los habitantes pasan con la mayor normalidad con sus niños hacía la escuela, el mercado, el trabajo, junto a las "alegradoras" ­como se les llamaba en la ciudad de los aztecas­; ahí, entre el espeso trafico de personas y vehículos de la calzada de San Pablo, se distingue atrás de una reja la fachada de una iglesia con su campanario y un atrio. Es parte del Hospital Juárez, cuyo ingreso es por unas edificaciones sin gracia, del siglo XX.

Al traspasarlas, de repente aparece el claustro, enorme, bellísimo, de dos niveles, en estilo neoclásico, sombreado por enormes fresnos que adornan los jardines, que en el medio lucen una fuente. El amplio cubo de la escalera al que se accesa por un amplio arco de piedra, ostenta en un costado unos antiguos lavamanos de piedra empotrados en la pared en una media fuente decorada con azulejos verdes y amarillos, una preciosidad; en los muros de la generosa escalera se conserva restos de bellos frescos que algún día la adornaron.

Ahí no acaban las sorpresas, al salir a un patio se llega a los restos de la capilla abierta, fundada por Pedro de Gante, en el que entonces se llamaba barrio de Teopan, uno de los cuatro grandes barrios de México-Tenochtitlan. El templo adjunto, de muros de tezontle, con troneras y gárgolas, se convirtió en la remodelación de 1970, en el auditorio del hospital.

Su lujo inigualable es un monumental retablo, labrado en piedra, del siglo XVIII, que aun conserva restos del oro y colores que lo cubrieron. Es de verdad una obra única; entre otros elementos tiene una especie de palio con cuatro columnas estriadas con floridos capiteles, rostros de angelitos, imágenes, vegetación y grandes volutas.

Esto es parte de lo que escribimos en una crónica que se publica en la revista A pie. Crónicas de la Ciudad de México, que edita el Consejo de la Crónica, que está a punto de desaparecer, parece ser que para crear un nuevo organismo. El número está dedicado a la salud en la ciudad y además de extraordinarias imágenes, aparecen colaboraciones de Carlos Monsiváis, Hugo Gutiérrez Vega, José Luis Cuevas, Fernando Cesarman, Gina Rodríguez, Angélica Morales y Margarita Martínez, entre otros.

Otro atractivo del Hospital Juárez es que se encuentra a unas cuadras del restaurante Al Andalus, situado en Mesones 171, en unas lindas casas del siglo XVII, con su patiecito, columna y gárgola, que por cierto fueron casas de "tolerancia" durante el virreinato. La comida es libanesa, con las delicias que ya conoce: kepe, hojas de parra, lentejas con arroz, garbanza molida, falafel que son unas gorditas de haba y garbanzo para chuparse los dedos, jocoque y los sensacionales pastelillos acompañando el café árabe, espeso y aromático.

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