Usted está aquí: lunes 12 de febrero de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Mantiene AMLO su fuerza política

Empate en el Consejo Nacional perredista

Fracasa el modernismo de Nueva Izquierda

Sin ahondar mucho en lo sucedido, se podría decir que durante el Consejo Nacional del PRD, celebrado el sábado pasado, se dio una especie de equilibrio de fuerzas donde Nueva Izquierda, la fuerza dominante en la ciudad de México, no logró imponerse, aunque tampoco perdió todo.

Tumbaron al vocero, dirían algunos, pero no pudieron superar la fuerza de Andrés Manuel López Obrador dentro de esa organización política, y ese era su principal objetivo, así que hay quienes declaran la batalla como un simple empate.

El diagnóstico para otros tiene mucha más profundidad, y abre incluso la posibilidad de lograr nuevas formas de organización fuera del control absoluto de las tribus, pero mucho más comprometidas con el propio PRD.

No quiere decir que la vida tribal ha tocado a su fin ni mucho menos, pero advierte ya el desgaste y el cansancio de la militancia por el abuso de la fuerza de los líderes tribales en las decisiones que pertenecen al libre albedrío de los partidistas, y no a los intereses de los jefes dominantes.

La lección del sábado hizo ver a quienes cada vez están más convencidos de que el camino no es ya el clientelismo, la urgencia de trazar rutas de entendimiento alejadas del chantaje. Los jefes van perdiendo fuerza, y muy a su pesar se va creando, por fin, una estructura perredista por sobre los intereses de las tribus.

El intento de Nueva Izquierda por apoderarse de una vez del partido del sol azteca naufragó. Tenían que marginar, cuando menos, a López Obrador y a quienes lo siguen, por libre elección, pero fracasaron. La bala pasó cerca, pero no alcanzó su blanco por falta de fuerza, y de dirección.

Nueva Izquierda quería a la beata Payán como candidata del partido, y no se trataba nada más de afinidad en el pensamiento o de compartir ventajas económicas, en caso de un eventual triunfo en la carrera por Yucatán, sino de llevar a una enemiga natural del ex jefe de Gobierno a una posición desde donde se pudiera seguir menoscabando la figura del Presidente Legítimo.

Lo malo, para ellos, es que la gente del PRD no se tragó el doble discurso, por ejemplo, del senador Carlos Navarrete, que por un lado declaraba como indiscutible el liderazgo de López Obrador, y por el otro luchaba por llevar a la beata yucateca a la organización partidista.

Fue tan clara la opinión de la militancia que a las afueras del lugar donde se efectuó la reunión, un grupo de perredistas le reclamaban su proceder político. No hay duda, el juego tan azul del doble discurso ya no pega en el corazón perredista.

Nueva Izquierda sigue en la crítica pertinaz del arribo de Marcelo Ebrarrd a la jefatura de Gobierno, que considera una decisión de López Obrador, y le llama "desvío" debido al concurso del actual jefe de Gobierno en el priísmo de Carlos Salinas, del que abjuró, pero considera pertinente llevar a la expresión más acabada de la reacción panista a su partido.

Ellos, Nueva Izquierda, llaman a esos movimientos "modernismo", pero una buena parte de la militancia los califica de traición.

Parece que las cosas empiezan a cambiar en el PRD, y los indicadores llevan a pensar que el cambio dará inicio en el Distrito Federal. Ya veremos.

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