Usted está aquí: martes 13 de febrero de 2007 Opinión Falsificaciones en auge

Teresa del Conde

Falsificaciones en auge

Existe preocupación en las dependencias oficiales adscritas al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes al respecto, y como es un tema siempre vigente, avanzaré algunas cuestiones más. Las copias, las retomas o las reproducciones de obras de cualquier artista no suponen acciones perniciosas, el hecho de que sean tan numerosas indica que la multiplicación del original responde a una demanda. Las fasificaciones implican otro problema que no sólo atañe a quien las hace con intención fraudulenta, sino también a los que las adquieren.

Si un comprador tiene expectativas poco razonables (por ejemplo paga mil pesos por un supuesto dibujo de Francisco Toledo adquirido en equis negocio) el vendedor no es el responsable, el responsable es quien pretende obtener la pieza en muchísimo menos de lo que se sabe que vale, a esta cláusula se le llama caveat emptor, que quiere decir aproximadamente ''cuídate del comprador". Los que adquieren obra no son siempre víctimas pasivas de los falsificadores, pues siempre es posible prever los riesgos que implica la compra. Por eso también hay proveedores en los que es posible confiar, debido a que si fallan, pierden su reputación.

La existencia de falsificaciones es un constante problema para los expertos, porque cuando se equivocan (cosa que suele suceder) su falibilidad queda en evidencia y hay casos notabilísimos que ejemplifican esta cuestión, como el de Abraham Bredius, director del Mauritshuis de La Haya, o el de Wilhelm von Bode, director de los museos de Berlín, al adquirir los supuestos Vermeer, realizados por Van Meegeren.

Tan famosos como Van Meegeren hay muchos otros falsificadores que ya forman parte del episteme, tanto es así que sus obras, ostentadas como falsificaciones, se encuentran en museos. Entre ellos está el francés Claude-Emil Schuffenecker, quien ''se especializó" en Gauguin y Van Gogh, o el oriental Chang Dia Chen (1899-1983), que por cierto fue monje budista.

Consultando bibliografía, podemos darnos cuenta de que no existen en México falsificadores de ese nivel o al menos no han quedado registrados, aunque sí hay una excepción referida al arte prehispánico, principalmente a la cerámica de la región de Cempoala. Se trata de un restaurador que fue detenido en 1974 ­no por falsificador­ sino por tráfico ilegal, salió a los pocos meses de la prisión al demostrar de modo fehaciente que él era el autor de piezas que habían ido a dar a museos extranjeros. Quienes las examinaron para eximirlo del fraude las consideraron auténticas.

En 1971 el Museo de Historia Natural de Los Angeles exhibió como auténticas 11 piezas suyas en la muestra Ancient Art from Veracruz y hubo otras que se vendieron en subastas internacionales. En este caso lo que tenemos es una cultura de la copia, pues en realidad a partir de su profesión Brígido Lara pasó a realizar lo que él llama ''interpretaciones originales" que fueron tomadas como auténticas por altos expertos nacionales e internacionales.

Pero como señaló Jorge Alberto Manrique en la conferencia que sustentó años atrás en un simposio de Oaxaca, esta costumbre de replicar piezas prehispánicas existe desde los inicios de la Colonia, porque aún desde entonces existió tal tipo de demanda, aunque en esos tiempos no se dio, como sucede desde el siglo XIX por cuestiones estéticas.

Hoy día Brígido Lara es considerado como ''post-pre-colombian ceramist", tiene licencia para hacer réplicas y sus piezas aparecen siempre firmadas, pero claro está que ya no se exhiben en museos como el MET de Nueva York, sino si acaso en las tiendas. La ex directora de la revista Arqueología Mexicana, Mónica del Villar, publicó una simpatiquísima: Las gemelitas en el número de mayo de 1999, por supuesto dándole su crédito.

Actualmente Brígido Lara sigue trabajando como restaurador en Jalapa y se encontró como protagonista de un filme titulado Ruinas, realizado por Jesse Lerner en 1999.

Con alguna que otra excepción referida a pintores que no tienen el relieve de Diego Rivera, Rufino Tamayo, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco o el Dr. Atl, a mí no me ha sido dado observar piezas en busca de calificación que resulten ser de mano de quienes se pretende. Hay muchos supuestos Frida Kahlo y ya me niego siquiera a echarles un ojo, porque esta oferta se ha incrementado de modo radical y no sólo ahora en vistas al centenario de su natalicio. Hace poco vi un falso Remedios Varo e hice mi diagnóstico verbal, que fue cotejado y aprobado por Walter Gruen. Este falso Remedios es una copia, no mala, de una de sus pinturas más conocidas, pero está firmado ''Varo", por tanto, fue hecho con la intención de venderlo como original, de lo contrario el copista hubiese adherido su nombre.

Hay museos de falsos. Uno de los principales está en Viena y ofrece, además de exhibición, análisis a partir de curvas espectroscópicas; corresponde a la fundación Matthaes. Otro, en Salerno, exhibe tanto falsos como copias acompañados de ''certificados de inautenticidad". Son instituciones muy concurridas y valdría la pena auspiciar una así en nuestro país.

 
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