Usted está aquí: domingo 18 de febrero de 2007 Opinión Claroscuros de la refinación del petróleo

José Antonio Rojas Nieto

Claroscuros de la refinación del petróleo

Algunos interesantes datos sobre la refinación del petróleo en el mundo. Ayudémonos de dos revistas especializadas importantes, Oil and Gas Journal (www.oilandgas journal. com) y Petroleum Economist (www. petroleum-economist.com). También de algunas agencias como la Internacional de Energía (www.iea.com), el Departamento de Energía de Estados Unidos (www.eia.doe.gov) y la Nacional de Energía de Canadá (www.neb.gc.ca). Y para sólo citar un organismo más, ayudémonos también de la Conferencia Mundial de Energía (www.wec.org). ¿Hacia dónde voy? A insistir en la necesidad de estudiar con el mayor cuidado posible y lo más pronto que podamos, el delicado asunto de la situación de la refinación de petróleo en el mundo y en México y, asimismo, la utilización de energía en el sector transporte.

Parte de esto es por qué, finalmente, sólo somos exportadores de crudo e importadores de gasolinas. Seriamente consultemos a Perogrullo. Nos dirá por qué hemos hecho eso y por qué hemos frenado durante años nuestra capacidad de refinación. Es cierto que esto de la refinación tiene claroscuros. Es altamente rentable. Pero se orienta a un uso que, finalmente, cada día se torna más perjudicial para el mundo. Sólo a través de un desarrollo sostenido y firme de formas alternativas de transporte (tipo de combustible, tipo de vehículo y -primordialmente- tipo de usuario), resolveremos en buena medida el problema energético que hoy representa el riesgo de agotamiento paulatino del petróleo, el de la enorme, excesiva y dispendiosa utilización en el sector transporte. Si eso se lograra, es claro que la refinación entraría -afortunadamente, me atrevo a decir- en una severa crisis. Pero el mundo estaría mejor. Mucho mejor.

Veamos unos primeros números. Sólo en términos del petróleo, un mundo que en el año 2006 consumió cerca de 84 millones de barriles diarios, los destilados o refinados ligeros (combustibles de automóviles, camiones y aviones primordialmente) representaron la tercera parte. Si sumamos los combustibles marinos, este porcentaje alcanza poco más. Para el caso estadunidense el asunto es especialmente dramático: representan 46 por ciento estos combustibles ligeros y más de 50 sumando los combustibles marinos. Pero, sorprendámonos por el caso europeo: 22 por ciento de ligeros y apenas un poco más con los búnkers marinos. Es preciso notar que en este caso, buena parte de las necesidades de transporte son resueltas con electricidad, en algunos casos -como el francés, por ejemplo- generada mayoritariamente con energía nuclear, tecnología que -una vez más- se encuentra bajo debate intenso.

¿Debemos orientarnos hacia lo nuclear? Ahora bien, para que este inmenso consumo diario de refinados ligeros -casi 42 millones de barriles- llegue hoy a sus destinatarios como gasolinas, turbosinas, gasavión, diesel, búnker marino, el mundo cuenta con 662 refinerías de muy diversos tipos, que procesan poco más de 85 millones de barriles al día de crudos diversos: ligeros y finos como el Arabe ligero o el West Texas Intermediate, o pesados y azufrosos como nuestro Maya.

El arte de la refinación es lograr la máxima y más eficiente extracción de los diversos carburos de hidrógeno del crudo (parafinas, naftenos, aromáticos), y también la máxima separación de los nocivos componentes orgánicos de azufre y nitrógeno. Son siete las tecnologías involucradas en el proceso y siete las capacidades mundiales en cada una de ellas:1) destilación primaria, con poco más de 85 millones de barriles al día; 2) destilación al vacío, 28 millones; 3) ruptura o cracking catalítico, 14 millones; 4) reforma catalítica, 11 millones; 5) ruptura hidrotérmica o hidrocracking catalítico, casi 5 millones; 6) hidrotratamiento catalítico, 43 millones; 7) finalmente, coquización para producir 203 mil toneladas de coque al día.

Estados Unidos cuenta con las mayores capacidades de cada una de estas tecnologías. Por eso, precisamente por eso, tiene mucha facilidad para procesar diferentes tipos de crudo. Desde los muy ligeros, que prácticamente desde su destilación primaria permiten la recuperación óptima de sus componentes; hasta la coquización, que le permite recuperar el coque de los crudos más malos y pesados. Las más grandes refinerías del mundo (más de 700 mil barriles diarios de capacidad) que controlan ocho compañías privadas internacionales (Exxon Mobil; Royal Dutch Shell; British Petroleum; Conoco Phillips; Chevron; Repsol YPF y Maratón) representan poco más de la tercera parte de la capacidad mundial de refinación, y la mayor parte de la capacidad involucrada en los procesos más avanzados que permiten tratar crudos pesados más barato y extraer de ellos un mayor beneficio.

La novedad es que las grandes privadas han adquirido una capacidad creciente para procesar esos crudos de menor calidad -primordialmente en Estados Unidos- con lo que han logrado obtener márgenes crecientes de beneficio. Un ejemplo de ello. Por cada barril de crudo Maya que compraron a 51 dólares promedio para refinarlo en 2006, obtuvieron un barril de diferentes tipos de gasolinas que se vendió en el mercado estadunidense a no menos de 90 dólares, obteniendo 40 dólares de diferencial.

En 2002 ese mismo diferencial fue de sólo 17 dólares. Dos conclusiones. No es un orgullo ni comercial ni político vender el Maya de nuestra mar amada que se nos va. Menos aún no tener la capacidad para procesarlo internamente y vender gasolinas para acceder a esos diferenciales que hoy se obtienen en el mercado internacional de gasolinas y derivados ligeros. ¿Qué hemos hecho desde 1976? ¿Casi nada! ¡Y frente a eso no hay mayor ocurrencia que entregar esta actividad a los privados! ¿Qué pasa, de veras qué pasa?

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