Usted está aquí: lunes 19 de febrero de 2007 Opinión Fraude en Puerto Cancún

Iván Restrepo

Fraude en Puerto Cancún

Hasta el 28 de diciembre pasado, cuando fue detenido por la FBI y recluido en una cárcel de Chicago, Michael Eugene Kelly era un respetado e influyente hombre de negocios, cuyo nombre abría puertas en las oficinas públicas vinculadas con la actividad turística, pues era el principal accionista de un magno complejo: Puerto Cancún, que se edifica sobre casi 300 hectáreas e incluye la construcción de, por lo menos, ocho hoteles de lujo, condominios, comercios, cines y una marina para el atraque de 300 embarcaciones.

Al proyecto se opusieron los grupos ecologistas, en especial de Quintana Roo, porque afectaba varias hectáreas de manglar y expandía al extremo la zona hotelera, ya de por sí saturada y con la competencia de la Riviera Maya. Era mejor consolidar Cancún y evitar más polarización social y económica. Pero las instancias gubernamentales no escucharon éstas ni otras razones y dieron a Kelly carta blanca para su multimillonario proyecto en dólares, en el cual también participan los grupos mexicanos GIGCSA y Hansa Urbana, entre otros.

El honorable señor hoy es acusado de defraudar a más de mil 200 personas, especialmente jubilados y de la tercera edad, con el negocio de los tiempos compartidos en Cancún, adonde algunos fueron invitados con gastos pagados para que vieran en vivo dónde invertían sus ahorros de toda la vida. De esa manera, cientos de ciudadanos del vecino país entregaron a Kelly, vía un agente de bolsa, sumas que varían entre 20 mil y 50 mil dólares por persona; a cambio les ofreció devolverles su inversión a corto plazo, además de que recibirían una utilidad mayor a 10 por ciento. El gobierno estadunidense puso a disposición de los estafados por el respetado señor Kelly varias líneas telefónicas para que aporten datos sobre el monto que dieron al "inversionista". Se calcula que el fraude puede ascender a 500 millones de pesos.

Puerto Cancún lleva un avance aproximado de 35 por ciento. No se asombre usted si el gobierno que surgió de un desquite del señor Fox el 2 de julio pasado sale al rescate de ese negocio con cargo a nuestros impuestos. La prioridad es dar confianza y seguridad a los inversionistas extranjeros.

Y hablando de otra posible forma ilícita de hacerse de recursos, el presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, prometió ser "salvaje" con quienes intenten desviar un solo dólar de los 200 millones que la trasnacional petrolera Trafigura dará como indemnización por los daños que causó en agosto pasado al vertir 528 toneladas de desechos altamente tóxicos en 13 basureros de Abiyán, capital de ese país. Además, debe limpiarlos de contaminantes. El veneno mató a 10 personas y dejó 100 mil intoxicados. Las sustancias fueron transportadas del puerto de Amsterdam a Abiyán en el barco Probo Koala, con bandera panameña.

Las investigaciones mostraron una fina red de complicidades entre compañías petroleras, las propietarias de los barcos, las trasnacionales que se encargan del manejo, transporte y destino final de sustancias tóxicas y peligrosas, y de funcionarios y organismos internacionales responsables de que sean manejadas correctamente. Por corrupción violaron la legislación internacional en la materia. El arreglo no dejó contentas a las familias de los muertos ni a los que resultaron afectados en su salud, que continuarán sus demandas contra los responsables hasta que se haga verdadera justicia. Las sustancias tóxicas y peligrosas depositadas en Abiyán son de las que afectan la salud a largo plazo.

También se espera que la ley se aplique sin miramientos a Sue Ellen Woldridge, encargada de los asuntos relacionados con el medio ambiente y los recursos naturales en el Departamento de Justicia de Estados Unidos. La acusan de corrupción, de recibir dinero de una petrolera, la ConocoPhillips, a cambio de concederle más tiempo para reducir las emisiones contaminantes de las refinerías que posee dicha empresa, y para pagar las multas con las que ha sido sancionada por violar normas ambientales federales. Con el dinero que le dieron, la señora Woldridge adquirió una casa de un millón de dólares.

En todas partes se cuecen habas.

 
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