Usted está aquí: domingo 25 de febrero de 2007 Política Pide Conapred a la Suprema Corte librar de estigmas a militares con VIH

Ese personal está especialmente expuesto a la enfermedad, señala Onusida

Pide Conapred a la Suprema Corte librar de estigmas a militares con VIH

Insta al máximo tribunal del país a apegarse a derecho

JUAN BALBOA

El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) pidió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que, al emitir su voto sobre los juicios de amparo que solicitaron 11 militares con virus de inmunodeficiencia humana (VIH-sida), se garanticen los derechos de los integrantes de las fuerzas armadas del país al trabajo, a la salud, a la seguridad social y a una vida digna, libre de todo estigma y discriminación.

Apeló "al alto sentido de respeto a los derechos fundamentales" que el máximo tribunal del país ha hecho patente en sus últimas resoluciones, y recuerda que "los derechos fundamentales de las personas que viven con VIH-sida se encuentran, además, consagrados en diversos instrumentos internacionales suscritos por el Estado mexicano y, en esa virtud, de conformidad con el artículo 133 de nuestra Carta Magna, parte del sistema jurídico mexicano.

"Es de recordarse que ese alto tribunal ha emitido criterios de interpretación del citado numeral constitucional y ha estimado que los tratados internacionales tienen una jerarquía superior a las leyes federales", expresó.

El Conapred, junto con su asamblea consultiva, reiteró que ha insistido en que los más reconocidos científicos a escala mundial y las organizaciones integrantes del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida) han concluido que "las personas que viven con esa enfermedad no representan ningún riesgo" para la colectividad y pueden desempeñar cualquier actividad laboral para la que estén capacitadas.

Señaló que el Conapred ha resuelto un caso de un militar que presentó una demanda por los mismos motivos (resolución por disposición 01/2005): se consideró que la conducta de la autoridad denunciada (las fuerzas armadas) violaba el derecho fundamental establecido en el párrafo tercero del artículo primero constitucional, es decir, el derecho de igualdad en su especie no discriminación, cuya definición se encuentra claramente precisada en el artículo 4 de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación.

Recordó que el acto de autoridad también viola directamente esta ley, la cual prohíbe toda forma de discriminación por motivos de salud, lo que en el caso concreto se traduce en una pérdida o menoscabo del derecho fundamental de todas las personas a un trabajo digno.


* Usos castrenses propician conductas de riesgo, afirma

CAROLINA GOMEZ MENA

De acuerdo con el Onusida, el personal militar es un grupo que corre un "riesgo especial" de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS), incluido el VIH/sida, debido a las condiciones a que son sometidos y a ciertos códigos de conducta castrenses. A tal grado es la posibilidad de contagio, que estimaciones refieren que en tiempos de paz las tasas de infección por ETS pueden ser de 2 a 5 veces más altas que las de la población civil, mientras que en épocas de conflictos armados éstas pueden ser hasta 50 veces más elevadas.

Las razones por las que los militares adquieren ETS y VIH son múltiples. Sobresale el que con frecuencia son destacados en sitios alejados de sus lugares de origen o residencia, lo cual contribuye a que, para aliviar la tensión sexual y el estrés, recurran a sexoservicios, a tener relaciones pasajeras con civiles de la localidad, e incluso concreten prácticas homosexuales o incurran en violaciones.

También se debe a que el sistema profesional de valores de los militares tiende a excusar o a veces estimular conductas de riesgo. Algunas de estas actividades pueden ser sostener relaciones sexuales sin preservativos o con profesionales del sexo, y tener contactos con múltiples parejas, percibiendo esto como conquista o ejercicio de poder sobre las poblaciones civiles.

Algunas de estas actitudes, consciente o inconscientemente, son "inculcadas durante el entrenamiento, y otras que se aprenden como parte de la cultura militar", ya que prevalece la máxima de que aceptar riesgos es algo positivo, pero Onusida refiere que esta tesis puede ser válida para el combate, no para el resguardo de la salud del personal castrense, en especial de los jóvenes. Dice que la creciente participación de la mujer en las fuerzas armadas pone a este sector, de por sí en desventaja en las negociaciones sexuales entre la población civil, en mayor riesgo en los ámbitos castrenses.

De suyo, prosigue el Onusida, la guerra propicia un "caldo de cultivo especialmente rico para infectarse de VIH", por lo descrito y porque los conflictos bélicos implican la movilización de gran número de varones, en especial jóvenes. Agrega que, para "empeorar" ese panorama, con frecuencia las guerras se acompañan de la paralización de los servicios de salud y educación, lo que contribuye a reducir las posibilidades de impedir la propagación del virus.

Sostiene que un tema poco estudiado en los ámbitos castrenses, y por lo general ocultado, es la práctica de relaciones sexuales entre hombres, porque esto se considera una "cuestión delicada en muchos países". Resalta que, aunque se quiera eludir el tema, algunos estudios apuntan que "esa actividad puede ser más generalizada de lo que se supone" en dicho sector, en el que también se dan esos contactos homosexuales por "coacción", por ejemplo, violación o bien a cambio de beneficios en la tropa.

 
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