Usted está aquí: domingo 25 de febrero de 2007 Política Proyectiles, petróleo y gas

Antonio Gershenson

Proyectiles, petróleo y gas

Una vez que se hizo público el plan estadunidense de instalar radar y proyectiles en Polonia y en la República Checa, el gobierno ruso reaccionó enérgicamente e hizo ver que esa medida iba contra las medidas de distensión y desarme parcial alcanzadas en el pasado. Funcionarios de Estados Unidos han dicho que no se trata de dirigir esas armas contra Rusia, sino de defenderse de un posible ataque de Irán.

Resulta que este planteamiento no es muy congruente con la geografía. Estados Unidos tiene casi rodeado a Irán. Tiene militarmente ocupados a Irak, en la frontera occidental de Irán, y a Afganistán, en su frontera oriental. Tiene bases militares y portaviones en el Golfo Pérsico, que colinda con Irán por el suroeste, y en otros países del área. Desde cualquiera de estos puntos de concentración militar puede "defenderse" de Irán, suponiendo que le resulte muy difícil defenderse de un país mucho más pequeño y con mucho menos recursos militares que ellos. Y Polonia está a mil 500 kilómetros de distancia de Irán; en cambio, a través de Bielorrusia o Belarus, está a 500 kilómetros de Rusia. El punto de la República Checa más cercano a Irán está todavía más lejos que el punto más cercano de Polonia.

No parece que los mandos militares rusos hayan creído esa versión, pues han declarado que si se sigue adelante con esas instalaciones, ellos reanudarían la producción de proyectiles de alcance intermedio, luego de salirse del tratado que los prohíbe. El hecho es que las tensiones aumentan.

Hay otros hechos que han ocurrido y que podrían contribuir a explicar esta decisión militar estadunidense. Además de tensiones en la zona petrolera del Mar Caspio, hace unos meses que la petrolera Shell fue multada por daños ambientales en la isla de Sajalín, frente a la costa del Pacífico norte de Rusia. Un resultado es que la gasera estatal rusa Gazprom es ahora dueña de la mayoría de las acciones de la empresa que lleva adelante el proyecto Sajalín II, antes controlada por la Shell, para la producción de gas natural, su licuefacción y la extracción de petróleo. La Shell es holandesa e inglesa, pero es una de las hermanas petroleras, dos de ellas las mayores de Estados Unidos.

Antes, el proyecto de participación de una empresa petrolera estadunidense en la Yukos, la mayor petrolera rusa, fue anulado y ahora esta empresa es estatal. Y otro desarrollo muy importante es el gas natural de Shtokman, en el océano Artico, con abundantes reservas. Había un proyecto de explotarlo con participación de empresas trasnacionales, y que tuviera una convertidora de gas en líquido, el cual podría llegar a Estados Unidos para ser regasificado ahí. Pero ese proyecto cambió radicalmente. Lo está desarrollando Gazprom sin esas trasnacionales del petróleo y el gas. Y está en construcción un enorme gasoducto. Este entrará al continente por Teriberka, irá hacia el suroeste, tendrá una derivación al oeste a Finlandia, y luego volverá a seguir por mar. Junto a Viborg, en la frontera rusa con Finlandia, el ducto seguirá por abajo del Golfo de Finlandia, para entrar a tierra donde empieza Alemania. En la empresa que desarrolla y que operará el gasoducto tiene poco más de la mitad Gazprom, y lo demás está repartido por mitades en dos empresas alemanas: una es la mayor de las que prestan el servicio público de energía eléctrica, y la otra opera plantas petroquímicas y otras, que aprovechan el gas natural sobre todo como materia prima.

Este gasoducto, conocido como la "corriente del norte" (el nombre textual de la empresa es Nord Stream AG, registrada en Suiza), pasará, por lo pronto, de Alemania a Holanda, y en una etapa posterior llegará a Inglaterra. Una ventaja, que hace más competitivo el costo del gas de este proyecto, es que no pasa, como los existentes que van de Rusia a Europa Occidental, por terceros países, los cuales cobran cuotas por el tránsito del gas. En algunos de estos casos ha habido además conflictos.

Nada de lo que narramos en materia de petróleo y gas favorece a las empresas estadunidenses ni a su gobierno. Una entidad, también de esa nacionalidad, que analiza este tipo de escenarios, calcula que la producción de gas natural de Estados Unidos y Canadá sumada puede llegar a reducirse a la tercera parte en los próximos 10 años. Y fuentes importantes de este mismo energético fuera de esos países se están escapando de su control.

¿Tendrá eso que ver con las bases militares de ese país en Polonia y la República Checa?

 
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