Usted está aquí: lunes 26 de febrero de 2007 Opinión Campaña contra el dengue en el sureste

Iván Restrepo

Campaña contra el dengue en el sureste

Esta semana dará inicio una gran campaña que busca eliminar del sureste de México los criaderos del mosquito Aedes aegypti, cuya picadura en humanos transmite el dengue, enfermedad que ha aumentado notablemente en todo el país. En la campaña participan las autoridades sanitarias de Campeche, Quintana Roo, Yucatán y Tabasco.

No es la primera vez que sucede: el año pasado el dengue hizo de las suyas en el sur y sureste, aunque las autoridades dijeron que todo estaba dentro de lo normal. Sin embargo, el secretario de Salud de Quintana Roo, Amilcar Rosado, señaló recientemente que el dengue "se nos está yendo de las manos", y que el presupuesto asignado para combatirlo apenas asciende a 8 millones de pesos cuando se requieren 30 millones. El funcionario dijo también que el equipo adquirido para atacar los criaderos de mosquitos no se puede utilizar, pues no cuentan con los vehículos para instalarlo.

Una modesta proposición para ayudar a resolver el problema: reducir un poco el dinero público que se derrocha en promoción personal del gobernador del estado y de algunos ediles, como el de Cancún y Solidaridad, y dedicarlo a prevenir el dengue, que prolifera por el agua estancada y la falta de servicios básicos y hábitos de limpieza en las casas y suciedad en los lotes baldíos.

La presencia del mosquito deja cada vez más víctimas en México: en el año 2000 los afectados fueron, en las estadísticas oficiales, más de 2 mil; en 2006, más de 27 mil. Alarman los casos de dengue hemorrágico porque puede causar la muerte. Pero si en lo relativo a atender este mal vamos como el cangrejo, no se avanza tampoco en mejorar las condiciones en que trabajan los jornaleros agrícolas.

En los pasados 30 años, diversos centros de investigación de México especializados en medio ambiente y salud han denunciado las desfavorables condiciones en que laboran y los peligros a que se exponen cuando aplican una enorme cantidad de compuestos químicos para combatir las plagas de los cultivos, especialmente en las zonas de riego. Con frecuencia los jornaleros acuden a trabajar con sus familias, las cuales participan en las labores agrícolas y se alojan cerca de las áreas de cultivo. Además, los niños se bañan en los canales que llevan agua con residuos tóxicos y peligrosos, donde las mujeres lavan utensilios de cocina y ropa, además de almacenar agua en los tambos que antes contenían agroquímicos.

A las precarias condiciones de vida los jornaleros y sus familias se agregan los efectos negativos de los plaguicidas, cuyos daños a la salud muchas veces se manifiestan en el largo plazo. Desde hace muchos años se ha pedido al gobierno que intervenga para acabar con ese estado de cosas. Si bien se han aprobado acciones para protegerlos, en la realidad no se cumplen. Está prohibido el trabajo infantil, pero los niños laboran con sus padres en los campos de siembra. A pesar de que los jornaleros deben aplicar sus peligrosas fórmulas químicas con el equipo adecuado, prescinden del mismo; aunque deben eliminarse los recipientes que contenían plaguicidas, se siguen utilizando para almacenar agua. Las estadísticas sobre los males que sufren los jornaleros y sus familias a causa de los plaguicidas no reflejan la realidad: si se sienten mal luego de aplicar los compuestos químicos, ocultan su malestar a los patrones o enganchadores para no perder el trabajo.

De todo lo anterior se ocupa nuevamente la UNICEF, la agencia de las Naciones Unidas para el cuidado de los niños. Teresa Kilbane, comisionada del organismo, estuvo en México recientemente y encontró situaciones que dejan muy mal paradas a nuestras autoridades, dada su insensibilidad e incompetencia, y por no hacer cumplir la legislación sobre el trabajo y el derecho a la salud en los emporios agrícolas de Tamaulipas, Sonora, Sinaloa, Chiapas, estado de México, Nayarit y Michoacán, por citar unos cuantos ejemplos.

El licenciado Calderón se comprometió a proporcionar servicios de salud a todos los nacidos en el sexenio, pero se olvidó de quienes tienen más edad y que a causa de la pobreza trabajan en el campo al lado de sus padres, o de los que mueren por rotavirus, a causa, otra vez, de la pobreza, como en Guerrero.

Si como dice el licenciado, seremos la cuarta potencia en unas décadas más, hay que comenzar por garantizar la calidad de vida de los que mañana poblarán ese paraíso.

 
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