Usted está aquí: miércoles 28 de febrero de 2007 Mundo El vicepresidente Cheney, ileso en atentado suicida de los talibanes en Afganistán

El bombazo deja al menos 20 muertos, entre ellos un soldado estadunidense

El vicepresidente Cheney, ileso en atentado suicida de los talibanes en Afganistán

JUSTIN HUGGLER

Ampliar la imagen Parientes retiran el cuerpo de un afgano muerto durante el ataque explosivo en Bagram Foto: Ap

Kabul, 27 de febrero. El vicepresidente estadunidense, Dick Cheney, se encontró este martes cara a cara con la realidad en Afganistán cuando un atacante suicida mató a hasta 20 personas afuera de la base militar en la que se hospeda, incluido un soldado estadunidense. Los talibanes se adjudicaron el ataque y confirmaron que éste estuvo dirigido específicamente contra Cheney.

El vicepresidente resultó ileso, pero el ataque fue un potente revés simbólico. A más de cinco años del derrocamiento del régimen talibán, Estados Unidos no puede impedir un atentado suicida en la base más custodiada del país y cuando su segundo líder más importante se halla en su interior.

Cheney visitó Afganistán para discutir el incremento de la violencia, pero no esperaba estar tan cerca de ella.

El ataque tuvo lugar en la base aérea de Bagram, 64 kilómetros al norte de Kabul. La delegación que acompaña a Cheney se encargaba de distribuir entre periodistas imágenes positivas del desayuno que compartió el primer ministro con tropas estadunidenses en la base, cuando afuera hubo una explosión tan intensa que sacudió los puestos de un pequeño mercado que se encuentra afuera de las instalaciones.

"Sabíamos que Cheney se estaba quedando en la base", aseguró telefónicamente el vocero talibán Qari Yousef Ahmadi. "El atacante intentó alcanzar a Cheney".

La realidad es que el atacante, identificado por el talibán como mullah Abdul Rahim, de la provincia de Logar, nunca pudo burlar la seguridad de la base.

Pero los talibanes sabían que no tenían que ingresar en las instalaciones para dar un golpe sicológico. Sólo necesitaban probar que pueden atacar en Afganistán cuando se les plazca, incluso atentar contra la principal base militar de Estados Unidos, y obligar a Cheney a quedarse adentro.

Se trata de la misma táctica de los insurgentes en Irak que repetidamente atacaron lugares donde se encontraban altos funcionarios estadunidenses, cuando la situación ahí comenzó a salirse de control.

El ataque ocurrió en uno de los principales puestos de control de la base, mientras camiones hacían fila para entrar; la mayoría de los que murieron eran civiles afganos, si bien perecieron también un soldado estadunidense y otro surcoreano.

Circularon saldos que variaban mucho unos de otros, pues fuentes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte afirmaron que sólo hubo tres muertos, mientras que el gobernador provincial dijo que los muertos podían ser hasta 20. Reporteros en el lugar dieron cuenta de 12 cadáveres.

El hecho de que Cheney permaneciera en Bagram todo el martes fue resultado de la creciente inseguridad en Afganistán. Se suponía que el vicepresidente partiría el lunes, después de una reunión con el presidente de Irak, Hamid Karzai.

Pero una fuerte nevada impidió que su helicóptero saliera de Bagram y sus guardias de seguridad no se sintieron capaces de enfrentar los riesgos de un corto y peligroso recorrido en automóvil hasta Kabul por los escabrosos caminos de Afganistán.

Estados Unidos intentó minimizar cualquier alusión de que Cheney fue objeto de un atentado. Pero no era ningún secreto que se tuvo que quedar en Bagram después de que se pospuso su reunión con Karzai.

Lo más preocupante para los estadunidenses es que hay razones para sospechar que el talibán tiene informantes en Bagram. Uno de los más conocidos líderes de Al Qaeda, Omar Faruq, de alguna forma logró escapar del centro de detención allí junto con otros tres prisioneros, en 2005. Cómo lo hizo sigue siendo un misterio, pero observadores están convencidos de que alguien de adentro lo ayudó. Faruq fue asesinado por soldados británicos en Basora el año pasado.

Dos horas después del estallido, Cheney salió de Bagram y asistió a su postergada reunión con Karzai, a la que llegó por aire desde Kabul. Lo recibieron guardias fuertemente armados en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Kabul y fue trasladado con celeridad al palacio presidencial abordo de un convoy blindado. Ambos hablaron en privado durante 45 minutos antes de reuniones conjuntas con funcionarios.

Hace dos años, Estados Unidos todavía presentaba a Afganistán como una historia de éxito en comparación con Irak. Ahora, su vicepresidente tiene que entrar y salir de Kabul a toda velocidad, temiendo por su vida. El año pasado hubo 139 atentados suicidas en Afganistán. Analistas predicen que la violencia sólo se incrementará tras del deshielo de primavera.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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