Usted está aquí: jueves 1 de marzo de 2007 Opinión Navegaciones

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Pedro Miguel

Historias de odio

Los GAL y los etarras

Condenas delirantes

Ampliar la imagen De Juana Chaos, fichado

Ampliar la imagen Rodríguez Galindo, en libertad

El viernes 16 de enero de 1987, a las cinco de la madrugada, integrantes del Grupo de Operaciones Especiales de la policía española derribaron con explosivos la puerta de un departamento madrileño, entraron en él y capturaron a seis individuos, tres mujeres y tres hombres, que dormían hasta el momento de la incursión. Uno de ellos, aún tendido en la cama y encañonado por un agente, dirigió la mirada hacia la pistola que tenía en el buró. "Anda, agárrala", le dijo el policía, pero el hombre replicó con aplomo: "Soy etarra, no pendejo".

Más o menos así, y traducida del peninsular al mexicano, ocurrió la captura del primer Comando Madrid de ETA. El sexteto tenía tras de sí un generoso historial de atentados contra militares, policías y guardias civiles. En poco más de un año (del 13 de junio de 1985 al 14 de julio de 1986) habían dado muerte a 24 uniformados y un civil. El que hablaba con el policía en el momento de su detención resultó ser José Ignacio de Juana Chaos, de 32 años, natural de Guipúzcoa, hijo de un militar que se distinguió en el bando fascista durante la guerra civil, criado en San Sebastián, graduado de enfermero y luego miembro de la segunda promoción de la Ertzaintza, la policía vasca creada en 1982. Pero el año siguiente las autoridades pescaron a un etarra en posesión de armas que habían sido robadas de un cuartel del cuerpo policial autónomo y descubrieron las vinculaciones entre el joven cabo de San Sebastián, que ya por entonces se llamaba Iñaki, con la organización violenta. De Juana huyó a Francia y no se le volvió a ver hasta el día de su captura.

Aquellos eran tiempos malos. El 6 de julio de 1983, en el cuartel general del Centro Superior de Inteligencia para la Defensa del gobierno español (Cesid), un cónclave de altos funcionarios había elaborado el acta de fundación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), un escuadrón de la muerte que asesinó a 23 individuos -etarras o no- y que torturaba y realizaba "desapariciones" de personas al estilo de las dictaduras -perfectas o imperfectas- de América Latina. A Felipe González le perseguirá siempre la sospecha de haber sido responsable máximo de ese episodio de guerra sucia por el que nunca fue procesado.

Otros altos implicados, el ex ministro del Interior José Barrionuevo, Rafael Vera, ex secretario de Estado para la Seguridad, y Ricardo García Damborenea, ex dirigente del PSOE en Vizcaya, fueron posteriormente juzgados y condenados a penas de entre siete y diez años de prisión, pero ninguno de ellos estuvo más de unos meses encarcelado. Enrique Rodríguez Galindo, oficial de la Guardia Civil, fue condenado en 2000 a 71 años de cárcel por el secuestro y asesinato de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, pero cuatro años después fue liberado por "problemas de salud". La justicia nunca indagó los señalamientos en su contra por narcotráfico y delitos relacionados con la explotación sexual de mujeres.

Mientras el gobierno de Felipe González se iba pareciendo a los de Pinochet, Videla y Ríos Montt, ETA, bajo el acoso conjunto de los cuerpos de seguridad y de los escuadrones de la muerte, reventaba humanos a discreción, pasaba de los objetivos militares y policiales a los meramente civiles y terminaba de hundirse en su propio horror: el 19 de junio de 1987 hizo volar un supermercado de Barcelona y dejó regados 21 cadáveres de hombres, mujeres, niños y ancianos, además de 45 heridos graves, de los cuales 22 quedaron inválidos.

http://es.wikipedia.org/wiki/I%C3%B1aki_de_Juana_Chaos

http://www.elpais.com/articulo/espana/mujeres/odio/

elpepunac/20070211elpepinac_17/Tes

http://www.elmundo.es/nacional/gal/marey/crononacimiento.html

http://www.cerbero.biz/host/intelweb/cesid.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Grupos_Antiterroristas_de_Liberaci%C3%B3n

http://www.lukor.com/not-esp/terrorismo/portada/06063023.htm

http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/marey.html

http://www.ucm.es/info/uepei/noticia00013.html

Pero volvamos a De Juana. Tras un proceso de dos años, la Audiencia Nacional lo condenó a 3 mil 129 de cárcel. En la prisión se reveló como un hombre tenaz y cruel. Los sicólogos describieron su personalidad como "fría y narcisista". En marzo de 1993, tras los asesinatos de un concejal y de su esposa por pistoleros etarras, el recluso escribió en una carta: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas. Acabaremos a carcajada limpia". Posteriormente pidió a los carceleros que le llevaran champaña y langosta para festejar el homicidio de otro concejal a manos de ETA. Estas expresiones abominables tienen una referencia simétrica en los ámbitos de la derecha española, en una de cuyas páginas electrónicas se celebraba en estos términos la muerte accidental de la presunta etarra Olaia Castresana: "El afortunado día 24 de julio de 2001, víspera de Santiago Apóstol, a los nacionalistas vascos de ETA les salieron mal las cosas y los más de 10 kilogramos de dinamita con los que pensaban asesinar a cualquiera que pasase por la calle, le explotaron en las narices a una criminal inútil. Bien podríamos decir que esta individua se tomó su propia medicina y le sentó mal (...) Las paredes del apartamento se vinieron abajo y [...] a la vez que caían los cascotes ensangrentados también cayo el cuerpo mutilado y ennegrecido de la terrorista que 'trabajaba' en su máquina de matar."

El espectacular intento de fuga en helicóptero que De Juana protagonizó en 1990 en el reclusorio de Herrera de la Mancha motivó que el sistema penal se encarnizara con él: reclusión en módulos segregados, cacheos y registros regulares, traslados constantes de uno a otro centro penitenciario, restricción de los contactos con otros presos, intervención sistemática de sus comunicaciones con el exterior. En el trato a este peligroso terrorista las autoridades españolas prefiguraron lo que luego Bush pondría en práctica en Guantánamo.

El recluso no era precisamente un oso de peluche, sino un asesino violento y lleno de odio que lleva 25 muertes a cuestas y que sin duda merecía un castigo acorde con la gravedad de sus crímenes. Pero cuando la Audiencia Nacional lo sentenció, junto con otros, a más de 3 mil años de prisión, puso en evidencia la hipocresía de un sistema judicial que no reconoce la cadena perpetua y la incoherencia de una legislación que establece un límite máximo de 30 años para las condenas. Fue, además, un fallo delirante, porque la esperanza media de vida para hombres en España es de 83. Si el faraón Ramsés VIII (XX Dinastía del Imperio Nuevo) hubiese sido condenado a una pena parecida, por estos días lo estaríamos viendo salir del reclusorio. Por añadidura, las sentencias contra los etarras, contrastadas con las que recibieron los responsables de los GAL, pusieron de manifiesto la pavorosa parcialidad de la justicia española: dos decenas de cadáveres valen tres milenios de rejas para los que asesinan en nombre del pueblo vasco, pero una cantidad similar de muertes se cobra con diez años -redimibles en cuatro, en dos, en cinco meses- a los que asesinan en nombre de la democracia. Y el domingo seguimos con el tema.

http://www.elmundo.es/elmundo/2005/01/06/espana/1105010108.html

http://clientes.vianetworks.es/personal/angelberto/sumedicina.htm

http://www.astura.org/elfielatu/art%C3%ADculos2.htm

http://www.mir.es/eu/DGRIS/Cronologia/2001/julio.htm

http://www.lukor.com/not-por/0507/14190200.htm

http://www.institutoestudiosantiguoegipto.com/cronologia.htm

[email protected] http://navegaciones.blogspot.com

 
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