Usted está aquí: viernes 2 de marzo de 2007 Opinión Sicoanálisis y temporalidad

José Cueli

Sicoanálisis y temporalidad

Heidegger plantea su propia concepción de temporalidad dividida en tres éxtasis: el advenir, el sido y el presentarse. En El ser y el tiempo, afirma que la ''concepción vulgar" del tiempo -está que lo concibe como un ''flujo continuo de horas" y que deriva de los planteamientos de Aristóteles y Newton para culminar, según Heidegger, en los de Hegel- no corresponde a la temporalidad del Dasein -del ''ser ahí"-, de ese que ''somos en cada caso nosotros mismos".

Por su parte, Freud ya se había deslindado de la experiencia de la temporalidad lineal, ya que su descubrimiento de la atemporalidad del inconsciente chocaba con dicha conceptualización del tiempo. El caso clínico de Emma, como he mencionado con anterioridad, da cuenta claramente de ello. Aparece en el Proyecto de una psicología para neurólogos, en el parágrafo titulado ''la proton pseudos histérica", donde Freud relata el caso de Emma aquejada de una fobia que consistía en no poder acudir sola a las tiendas. En el trabajo analítico con Freud recuerda la primera ocasión en que se presentó el síntoma. Contando con 12 años de edad acudió a una tienda, donde vio reír a uno de los empleados, uno de los cuales le había agradado, pensó que se burlaban de su atuendo. A raíz de esa experiencia estalló la fobia. Freud intuyó que ese evento no era el significativo. Posteriormente, se encontró una escena anterior, cuando Emma, teniendo ocho años de edad, había entrado a una tienda a comprar golosinas y el pastelero pellizcó sus genitales a través del vestido mientras reía. No obstante ella acudió al día siguiente a la pastelería, lo cual se reprochaba como si de esta forma hubiera deseado provocar el atentado.

Freud con su característica agudeza no tardó en hallar el enlace entre las dos escenas; la risa de los empleados y la del pastelero, por otra parte el deseo, ya que en un caso uno de los empleados fue de su agrado y en relación con el pastelero, ella había acudido por segunda ocasión.

Es a partir de estos hechos que Freud elabora su conceptualización de Nachtraglichkeit, esa temporalidad donde el evento posterior hace inconsciente al anterior. Esta concepción, que pone franca distancia de la teoría traumática, lo conduce a una pregunta crucial: ¿Cómo es posible que el recuerdo de una vivencia pueda ser más traumático que la vivencia misma? Pregunta que permanecerá sin respuesta.

Aquí se enlaza el problema de la transferencia, es decir, es sólo hasta un tercer momento -en la transferencia con Freud- donde ocurre la lectura de la fobia, sólo hasta entonces existió ese inconsciente, pues ya había alguien que además de ser soporte de la transferencia podía leerlo como tal. El deseo, de hecho, circula en las tres escenas, es lo que se repite y se transfiere. Visto así, el deseo inconsciente no está en el pasado sino en el presentarse, es decir, acorde con la temporalidad planteada por Heidegger, por tanto, la atemporalidad del inconsciente freudiano es compatible con la temporalidad colapsada de Heidegger.

Borges, quien poéticamente también reflexionó sobre el tiempo, bellamente nos dice: ''El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho/ el tiempo es un río que me arrebata/ pero yo soy el río/ Es un tigre que me destroza/ pero yo soy el tigre/ Es un fuego que me consume/ pero yo soy el fuego/ El mundo desgraciadamente es real/ Yo desgraciadamente soy Borges. (Nueva refutación del tiempo).

 
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