Usted está aquí: sábado 3 de marzo de 2007 Disquero ¡Aguas con Róyer Aguas!

¡Aguas con Róyer Aguas!

Pablo Espinosa

El retorno a México de uno de los grandes constructores de la cultura rock amerita la revisión somera de una música que cuatro décadas después de concebida aparece como patrimonio mundial exquisito, profundo y más allá del lugar común que ha resistido, pues más que nostalgia, tiempos pasados y arqueología, constituye lo que Maese José Agustín bautizó hace décadas también como La Nueva Música Clásica.

En el caso de don Rogelio Aguas (Roger Waters) se trata de un concepto literalmente operático, pues qué si no una ópera constituye cada uno de los discos que parió y los espectáculos que ha concebido: una conjunción de todas las artes, lo que Richard Wagner, el máximo exponente del arte operístico, soñó. Aquí las arias operísticas son entonadas por guitarras cuyo registro eleva la poesía.

El coro está encarnado por lo regular por voces soul extraordinarias, como el que formó con Katie Kassoon (la vocalista preferida de Eric Clapton, con quien se presentó en México, al igual que con Roger Waters), Susana Melvoin y PP Arnold, a quienes mostramos en acción y en su esplendor en la foto de aquí arriba, que al igual que la foto de Róyer Aguas de aquí junto proviene de la versión en dvd de In the flesh-live (Columbia), que fue el concierto que presentó en México en su visita anterior.

Anoche en Monterrey, mañana en Guadalajara y el martes en el Foro Sol de la ciudad de México, presenta su nuevo espectáculo: The Dark Side of the Moon Live, que es en los hechos una ópera en dos actos.

En el primero hace un recorrido por los distintos, gloriosos, momentos de Pink Floyd, el grupo que construyó con Syd Barrett, bajo el concepto emblemático de Waters: muñecos gigantes, pantalla colosal de alta definición, sonido inenarrable.

En este primer acto despliega también sus estupendas creaciones post-Floyd, para que en la segunda parte ejecute con su nueva banda el disco Dark Side of the Moon completo y al final una sesión de complacencias bajo el embrujo acuático de Róyer Aguas, cuyos temas capitales no se agotan en lo que los críticos de rock se han limitado en señalar: la guerra, la soledad, el aislamiento, la alienación, sino que a partir del concepto del prisma (no sólo el logo de Dark Side of the Moon, sino en todas sus obras gira el prisma como principio ontológico) ahonda en la metafísica existencial y para ello recurre al formato contemporáneo de la ópera.

He aquí una celebración cabal de los 400 años del género operístico: de Monteverdi a Waters, una indagación del sentido de la existencia.

 
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