Usted está aquí: sábado 3 de marzo de 2007 Espectáculos "Sólo somos los tentáculos de Del Toro, ese monstruo creativo"

Entrevista con el ganador del Oscar por dirección de arte de El laberinto del fauno

"Sólo somos los tentáculos de Del Toro, ese monstruo creativo"

El premio es para los cineastas que han luchado por levantar una industria aniquilada, opinó Eugenio Caballero

Si no hay apoyo del gobierno, debemos seguir con las coproducciones, agregó

PATRICIA PEÑALOZA

Ampliar la imagen En la imagen, Pilar Revuelta y Eugenio Caballero reciben el galardón por mejor dirección de arte Foto: Reuters

"La noche del Oscar tuve un sabor extraño; yo quería que El Gordo estuviera ahí; aunque de algún modo lo estaba: quienes obtuvimos un premio por esa cinta, somos sólo los tentáculos de ese monstruo creativo que es Guillermo del Toro", expresa agridulce, pero sonriente, Eugenio Caballero, acreedor al premio de la Academia estadunidense, en su edición 79, a mejor dirección de arte, por El laberinto del fauno, que compartió con Pilar Revuelta.

Y agrega en entrevista: "Los premios están increíbles, pero como obra, El laberinto del fauno queda para la historia, y eso es importante: espero se convierta en un cuento de hadas memorable, recurrente en épocas posteriores. Y es que es una película de tema universal; y aunque es de época, es a la vez muy actual. Me siento orgulloso de haber participado en ella: me parece maravilloso poder plantear esperanza, a través de la fantasía, como una fuga ante el mundo cruel que vivimos; es importante plantear eso en un momento en que las guerras están como nunca, hay una ambición terrible, el fascismo está volviendo de distintas formas, la derecha gobierna a México... Cada vez encuentro más similitudes entre esta obra, que debiera ser de ficción, y la realidad actual. He ahí la pertinencia de el fauno.

"Ahora, no creo que sea la última vez que Guillermo del Toro vaya a estar nominado para un premio así. El es ya un director de culto, genial, único; es un autor. Además, es alguien que no ha cedido su visión personal, a pesar de trabajar en Hollywood. Estos premios, y la película en sí, lo van a seguir manteniendo en forma, y en la boca de todo mundo", asegura Caballero.

El gobierno debe apoyar

-¿Qué le dejan al cine mexicano estos premios Oscar?

-Es algo muy importante, porque las "cabezas de departamento" de esta cinta, son todas mexicanas: desde Del Toro, pasando por Guillermo y Bertha Navarro, el diseñador de audio o yo en el arte. Este fenómeno mediático hace ver a los más jóvenes que se puede hacer cine en géneros distintos, experimentar; abre una ventana para que los medios y la gente sigan interesados en el cine mexicano, y sobre todo, para que el gobierno se dé cuenta de que hay que apoyarlo, no sólo con financiamiento, sino creando nuevos mecanismos para su desarrollo, métodos de exhibición favorables; que no sólo unos cuantos filmes tengan oportunidad en las salas; dar cabida a proyectos alternos. Es su obligación, pues el cine es parte de la cultura, es el reflejo de un país.

"Estos premios no son aislados, no salieron de pronto, sino que son consecuencia de casi dos décadas de trabajo; en México hay cuadros técnicos estupendos: fotógrafos, editores; gente de construcción, de sonido. Es un momento para comprometerse, seguir manteniendo la calidad. Creo que estos Oscar generan un estado de ánimo distinto: hacen ver que es posible hacer cine y preguntarse: ¿por qué no estudiar cine?, ¿por qué no ver cine mexicano?, ¿por qué no invertir en él?

"Y si no existen esos apoyos en México, seguir con la coproducción. A ver, con la globalización, ¿qué empresas son ya solamente mexicanas? Las coproducciones son básicas para acercar recursos, sumar talentos, aspirar a un cine de mayor calidad y espacios internacionales, mediante temáticas universales.

"Personalmente, siento que este Oscar me permitirá tener más trabajo, acercarme a proyectos más dignos, o traer proyectos a México: eso me interesa aún más. Aunque insisto: esta estatua en realidad le pertenece a Del Toro, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubeski, Bertha Navarro, Martín Hernández, en audio, y toda esa generación de cineastas que ha luchado las dos décadas recientes por levantar una industria aniquilada".

Trabajar con Del Toro

-Mucha de la escenografía de El laberinto del fauno se ve artesanal, en contraste con las superproducciones estadunidenses. Es interesante que ante tales cánones, ustedes hayan ganado. Proyectar un arte escénico rudimentario, ¿fue deliberado?

-Por supuesto. Lo que ha gustado tanto al público como a la crítica de Estados Unidos, es su frescura, tanto en la historia, que rompe con los cánones hollywoodenses -la niña se muere al final, los malos son malísimos-, como en lo visual: los recursos digitales fueron pocos. Casi todo el cine de efectos es hoy así, y se ve demasiado perfecto, artificial; nosotros sabíamos que nuestros formatos serían modestos, y optamos por que tuviera una riqueza de texturas que sólo te da la mano de un artesano. Se trata de una forma de trabajo de hace 30 años, la cual ya no están acostumbrados a ver.

Eugenio, de 34 años, afirma no sentirse dueño de un estilo, sino que gusta de "jugar" del lado de la película: "lo que me interesa es unificar la visión del director con la del guión: en él está todo planteado, la naturaleza de los sets, los espacios y los personajes; converso mucho con el director, vamos creando una imagen común; se dibuja, se hacen planos". En el caso de trabajar con Del Toro, expresa: "El es un capo del maquillaje especial; todos los monstruos, los personajes, son creados entre él y DDT (la empresa de maquillaje que también ganó el Oscar). También es fundamental el trabajo de investigación. Aunque todo está en la calle; sólo basta ver los edificios, los objetos de la gente. Y para filmar algo de corte fantástico, ir a museos, conocer de arquitectura clásica, visitar librerías de viejo, consultar Internet".

Caballero se explaya sobre su oficio: "En El laberinto... todos los sets fueron construidos desde cero; ahí no había nada más que un bosque; todo está hecho con yeso, maquetas. Otros espacios se construyeron aparte en foros, por su complejidad, como el interior del árbol. Los sets no eran en sí grandes en tamaño: lo importante es que fueran impactantes visualmente. Nos pasó que el bosque se secaba, porque fue un año caluroso, y el guión indicaba que debía estar húmedo, lleno de musgo, ¡así que fabricamos toneladas de pasto artificial para que se viera todo verde, así como el musgo en los árboles! Otra curiosidad es saber hacer paredes móviles, saber qué iluminación habrá, ubicar los ángulos idóneos, todo en función de la cámara. Y aunque no lo coordino, el vestuario también me compete, en orden de que sus colores y texturas sean armónicos".

El director de arte y Del Toro se conocieron en la filmación de la cinta ecuatoriana Crónicas, de la cual este último fue productor; en ella, el primero recreó una localidad entera, partiendo de cero, y en eso se fijó el creador del fauno; fue en la participación de este filme en Cannes, que el cineasta le pidió trabajar con él; ya antes lo había recomendado la productora

Bertha Navarro: "Guillermo es un tipo exigente, pero también muy generoso. Pudiendo tener a cualquier director de arte del mundo, eligió llamar a alguien joven, darle una oportunidad", dice Caballero.

¿Quién es Eugenio Caballero?

Entre sus nominaciones y premios nacionales e internacionales, como director de arte, se hallan: por Santitos (de Alejandro Springall, 1999), primer escaño en los festivales de cine de Cartagena y Gramado, y nominación al Ariel en México; por Seres humanos (de Jorge Aguilera, 2002) nominación al Ariel; por Zurdo (de Carlos Salcés, 2003), ganó el Ariel; por El laberinto del fauno, nominación a los premios Goya, Bafta y el Satellite Award; ganó el Spirit Award de Los Angeles, el tan preciado Oscar, y el premio a la Excelencia en Diseño de Producción, otorgado por la Art Directors Guild.

Nacido en la ciudad de México, Caballero estudió Historia del Arte, en Florencia, Italia; estudió tres semestres en la Universidad Iberoamericana, pero se salió porque su inquietud le llevó a trabajar desde los 20 años de edad, tras las cámaras, siempre en el diseño visual. Comenzó haciendo arte para videos musicales (Café Tacuba, Maná, Moenia) y comerciales. Ya en cine, además de El laberinto..., ha trabajado en 16 largometrajes, tanto mexicanos como extranjeros, entre ellos: como asistente de decoración, Romeo y Julieta (1996) de Baz Luhrmann; como decorador de set, en La otra conquista (1998) de Salvador Carrasco; ya como diseñador de producción, en: Santitos; Asesino en serio (2002), de Antonio Urrutia; Seres humanos; Zurdo; Crónicas (2004), de Sebastián Cordero, y en la posproducción de Resident evil: extinction (2007), de Russel Mulcahy.

 
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