Usted está aquí: sábado 3 de marzo de 2007 Mundo Semana de reveses y tropiezos para Bush

Semana de reveses y tropiezos para Bush

Renuncia alto mando del ejército, en medio del malestar por la guerra en Irak

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen El secretario del ejército de Estados Unidos, Francis Harvey, quien repentinamente dimitió del cargo Foto: Ap

Nueva York, 2 de marzo. El secretario del ejército de Estados Unidos, Francis Harvey, renunció (más bien fue renunciado) 24 horas después del despido de un general, pero no por algo ocurrido en Irak, sino como consecuencia de los efectos de esa guerra en casa.

La purga anunciada hoy por el secretario de Defensa, Robert Gates, es un intento de superar el escándalo que estalló como resultado de las revelaciones del pésimo trato que sufren, en el principal centro médico militar del país, cientos de soldados heridos, lo cual dejó muy mal parada la famosa consigna del presidente y su equipo de que "apoyamos a las tropas".

Pero esto fue sólo una crisis más en una semana que parecía pasar de un desastre a otro para la Casa Blanca.

El presidente intentó escaparse de Irak esta semana al visitar otra zona de desastre: Nueva Orleáns, mientras su gobierno realizaba un giro de 180 grados al anunciar que siempre sí negociará con Irán y Siria sobre la ocupación del país asiático, con lo cual reconoció que las cosas no están resultando como desea en el terreno bélico.

Tal vez el presidente George W. Bush tenía razones para cambiar de canal y viajar a Nueva Orleáns, ya que hoy el New York Times reportó que continúa teniendo uno de los niveles de aprobación más bajos de su presidencia: sólo 29 por ciento aprueba su gestión, 23 por ciento apoya su manejo de la situación en Irak y 25 por ciento avala su manejo de la política exterior, según la encuesta Times/CBS News.

Escapar de ese desastre para ir a otro carece de lógica: Bush, después de omitir cualquier mención del huracán Katrina o de Nueva Orleáns en su informe anual a la nación, fue a la región para prometer que haría más y decir que las cosas han mejorado. El presidente llegó a una ciudad donde la mitad de la población aún no regresa a sus hogares, donde más de la mitad de las escuelas permanecen cerradas, donde 50 por ciento de los hogares no tiene electricidad y donde sólo circulan 17 por ciento de los autobuses públicos que había antes de la tormenta. Dieciocho meses después de la catástrofe, la ciudad sigue inundada, ahora por las aguas de la incertidumbre sobre el futuro.

Bush dijo que un propósito de su viaje -su decimocuarto a la zona desde el huracán- fue "decirle a la gente aquí, en la costa del Golfo, que aún pensamos en ella en Washington". Declaró en un discurso que "los tiempos están cambiando hacia algo mejor", aunque reconoció que "hay frustraciones".

Pero Irak y sus consecuencias no dejan en paz a la Casa Blanca, aun si su ocupante está en Nueva Orleáns: mientras su secretario de Defensa despidió al secretario del ejército, Bush fue obligado a ordenar una investigación sobre el trato médico para los veteranos que regresan de Irak y Afganistán, después de que el Washington Post reveló las pésimas condiciones que sufrían cientos de soldados heridos durante su recuperación en el complejo médico militar Walter Reed, situado en la capital.

Mientras tanto, su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, sorprendió con el anuncio de que Estados Unidos aceptará participar con Irán y Siria en una conferencia regional para estabilizar Irak, después de meses de rechazar tajantemente esa opción.

Con ello, el gobierno de Bush cedió a los consejos del casi olvidado Grupo de Estudio de Irak, formado por varios generales y ex altos funcionarios, quienes señalaron que sólo con la participación de esos dos estados se podría proceder hacia una solución diplomática y política en una situación que no tiene salida militar.

Hasta Henry Kissinger se sumó a esta postura: "La diplomacia siempre debería haber sido parte integral de la estrategia sobre Irak. El anuncio de la conferencia diplomática es, por tanto, un remedio esencial", escribió ayer en el Washington Post.

Hasta Henry Kissinger se sumó a esta postura: "la diplomacia siempre debería haber sido parte integral de la estrategia sobre Irak. El anuncio de la conferencia sobre Irak es, por tanto, un remedio esencial", escribió ayer en el Washington Post.

Kissinger afirma que "si la guerra en Irak culmina en un Irán nuclear (como una consecuencia indirecta) y un fundamentalismo islámico que puede afirmar que expulsó a Rusia de Afganistán y a Estados Unidos de Irak, un periodo de turbulencia extrema al borde del caos es inevitable, y no será confinado Medio Oriente" sino que tendrá implicaciones globales, sobre todo por el petróleo en la zona.

Sin embargo, no hay que olvidar que Kissinger fue el estratega central en el periodo final de la guerra de Vietnam y vale recordar que hace tres años el senador Edward Kennedy, entre otros, ya había declarado que "Irak es el Vietnam del presidente George W. Bush".

A la vez, el famoso historiador Arthur Schlesinger, quien murió esta semana y fue asesor del hermano de Kennedy en la Casa Blanca, escribió en un artículo publicado en La Jornada en 2004: "En Vietnam los estadunidenses nos insertamos en una guerra civil en curso; en Irak impusimos la guerra al país por razones que resultaron falsas. Pero Vietnam e Irak son de hecho similares en su efecto pantano: en la falta de experiencia histórica y en la ignorancia y la arrogancia consecuentes, que nos condujeron al pantano".

Tal vez por eso Bush viajará de nuevo la próxima semana, para alejarse de tanto desastre, aunque de nuevo su destino no necesariamente le ofrecerá un descanso en el paraíso. Iniciará una gira por América Latina (Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala y México) para convencer a todos que aunque la "democracia" y el "libre mercado" aún no ha logrado "entregar" sus beneficios a los más pobres, es el único camino ante la creciente amenaza de los gobiernos populistas y autoritarios que desean retornar a los "fracasos del pasado".

Por lo pronto, Bush viajará este sábado al sur, otra vez, para inspeccionar otro desastre causado por tormentas y torbellinos que cobraron la vida de por lo menos 20 personas y dejaron vastas áreas de destrucción en Alabama y Georgia.

Como alguna vez dijo Bush en uno de sus famosos tropiezos verbales, "tomará tiempo restaurar el caos". No resulta sorprendente que 68 por ciento de los estadunidenses cree que este país avanza sobre un carril equivocado.

 
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