Usted está aquí: sábado 3 de marzo de 2007 Opinión La crónica del siglo XXI

Elena Urrutia

La crónica del siglo XXI

Seis siglos de la ciudad de México es el título de una breve antología reunida por Salvador Novo que el autor divide en seis etapas: 1) el México prehispánico, 2) el siglo XVI, 3) el siglo XVII, 4) el siglo XVIII, 5) el siglo XIX, y 6) el siglo XX. ¿Un cronista del periodo prehispánico? Pues sí: Fernando Alvarado Tezozómoc, cuyo nacimiento se sitúa entre 1525 y 1530, nieto de Motecuhzoma, documentado en papeles de la familia que pudieron ser salvados, escribió dos obras conocidas: Crónica mexicana en lengua española, fundada en códices que parcialmente tradujo, y Crónica Mexicáyotl, escrita en náhuatl (señorío de los mexicas), cuyo manuscrito se encuentra en el Museo de Antropología de la ciudad de México. Todo empieza en Aztlán ''del golfo" en 1064, año en el que, según el autor, los mexicas emprendieron su largo peregrinar, y termina ''a los mil trescientos y veinticinco años de que naciera Jesucristo, nuestro Salvador, fue cuando entraron, llegaron y se asentaron, dentro del tular y el carrizal, adentro del agua, en Tenochtitlan, los ancianos mexicanos aztecas chichimecas..." Años después el historiador indio nacido en Amecameca en 1579, Domingo Francisco de San Antón Chimalpalin escribe también sobre la fundación de la ciudad de México.

Sin embargo, el primer ''cronista" de esta ciudad, don Francisco Cervantes de Salazar, no fue un cronista espontáneo sino designado por el ayuntamiento con aprobación real en 1558. Desde entonces el cargo de cronista de la ciudad de México continúa a través de los siglos siendo ejercido, según el propio Novo, ''con amor y brillo, espontáneamente o por nombramiento".

Creado por el rey Carlos I de España y V de Alemania, el Cronista de la Ciudad de México es un título que se otorga a un historiador nombrado ''para salvaguardar la memoria histórica de esta villa, ciudad y poblado". Varios ilustres cronistas se sucedieron a lo largo de los siglos, y en el XX, para mencionar sólo a algunos, están Luis González Obregón (1925), Artemio del Valle Arizpe (1942), Salvador Novo (1965), Miguel León-Portilla (1974), José Luis Martínez (1975). En la antología mencionada, nadie mejor que el propio Novo para ser seleccionado como cronista del siglo XX: ese prodigioso autor de Nueva grandeza mexicana (1946) y del singular ''memorialismo cotidiano", según José Emilio Pacheco, ''novela involuntaria" que Novo escribió con regularidad hasta diciembre de 1973, La vida en México durante varios periodos presidenciales.

En 1985, el presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado nombró a Guillermo Tovar y de Teresa cronista de la ciudad de México. ¿Un solo cronista para esta ciudad inabarcable? Guillermo Tovar propuso a De la Madrid la creación de un Consejo que reuniera a una veintena de destacados intelectuales ''cuyo amor por la Ciudad de México los hiciera partícipes de una Crónica Colectiva en virtud de la imposibilidad de que una ciudad de las dimensiones actuales tuviese un solo cronista". Fue así que por decreto presidencial, el 18 de febrero de 1987 se creó el Consejo de la Crónica de la Ciudad de México.

Ahora, 20 años después, el 19 de febrero de este año, se refunda el consejo para convertirse en una asociación civil, independiente del Gobierno del DF, bajo la presidencia del propio Guillermo Tovar y de Teresa y un grupo importante -se mencionan 80, 85 o 90 integrantes- de personas destacadas en diversos campos de la cultura que, se espera, den un impulso entusiasta a la nobilísima tarea de construir una crónica colectiva de esta ciudad.

Los medios de difusión han nombrado a algunos de los integrantes del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, AC, varios de ellos ya formaban parte del anterior grupo: Ramón Xirau; José Luis Martínez; Emmanuel Carballo; Eugenia Meyer; Homero Aridjis; José Luis Cuevas, entre otros. Haciendo un recuento aleatorio de algunos de los nuevos miembros, reunidos en el almuerzo que celebró la integración del refundado consejo, puedo mencionar a: Gabriel Vargas -autor de La familia Burrón-; al músico Manuel Esperón; a Hugo Hiriart; Alfredo López Austin; Mario Ojeda; Adolfo Castañón; Teresa del Conde; Froylán López Narváez; Carlos Monsiváis; Eduardo Matos Moctezuma; Guillermo Arriaga, el bailarín célebre por su coreografía Zapata; Ernesto de la Peña; Vicente Leñero; José de la Colina; Josefina Vázquez; Manuel Larrosa; Héctor García; Javier Garciadiego; Carlos González Manterola; Raquel Tibol; Francisco Toledo; Manuel Felguérez; Enrique Florescano; Elena Lazo -verdadero nombre de quien esto escribe y que en este contexto podría pasar por un seudónimo- entre muchos otros nombres, imposible de mencionar a todos.

 
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