Usted está aquí: viernes 9 de marzo de 2007 Opinión La visita

Luis Javier Garrido

La visita

La visita del presidente estadunidense, George W. Bush, a México pone en riesgo gravemente nuestra seguridad interior si logra involucrar más a nuestro país en su delirante guerra contra los pueblos árabes.

1. El viaje de seis días de Bush por América Latina (8 al 14 de marzo), recorriendo Brasil, Uruguay, Colombia y Guatemala, y culminando en México con la visita al más sumiso de sus subordinados, pretende contrarrestar la "creciente influencia" del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el continente, y al mismo tiempo alinear aún más a los gobiernos dóciles a Washington, pero lo más importante que logrará es evidenciar el repudio que existe en el continente al modelo neoliberal y a las políticas expansionistas de los republicanos estadunidenses.

2. La visita de Bush a la península de Yucatán para pernoctar en una casa del ex banquero Roberto Hernández se hace, empero, bajo condiciones inmejorables para los intereses de la administración republicana y de las grandes corporaciones trasnacionales, pues está en la silla presidencial de México un gobernante sumiso por completo a Estados Unidos, como lo fueron sus cuatro predecesores, pero que por su carácter de espurio, impuesto por la vía del fraude, tiene una urgente necesidad de contar de manera más intensa con el respaldo de Washington, para lo cual se presenta como dispuesto a todo.

3. El fraude electoral de 2006 y la imposición como gobernante ilegítimo de Calderón tuvo, entre otras, una gravísima consecuencia: debilitó como nunca al Estado mexicano en el exterior, haciendo a México más fácil presa de los intereses trasnacionales.

4. La presunta debilidad de Bush, que argumentan algunos voceros del calderonismo para restarle preminencia a la gira, no tiene sentido alguno. El repudio creciente del pueblo estadunidense a sus políticas y las amenazas del Congreso tras la condena de Lewis Libby, principal asesor del vicepresidente Dick Cheney, de lanzarse ahora contra el número dos del gobierno (El País, 08/03/07), no le quitan peligrosidad a la política belicista de Washington.

5. Las afinidades entre Bush y Calderón son mayores de lo que pudiera suponerse: ambos llegaron al cargo por la vía del fraude, lo ocupan en nombre de una minoría de traficantes de influencias y han sustentado su estilo personal de gobernar en la violación a los derechos humanos, la corrupción y la mentira, además de que los dos son peleles. La diferencia está en que para sobrevivir políticamente Calderón requiere cada vez más el apoyo estadunidense y que Washington exige a su vez un mayor número de concesiones sin que haya un "hasta aquí" del lado mexicano: ni del Ejecutivo ni del Congreso.

6. Las injerencias de los funcionarios estadunidenses, desde el vocero de la Casa Blanca hasta el embajador Tony Garza, son cada vez más abiertas y no encuentran una respuesta de la Secretaría de Relaciones Exteriores, como era la práctica inveterada durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas. Bush indicó a Calderón hace dos días que debía abrir el sector enérgético y no sólo nadie protestó, al contrario: esta declaración fue destacada elogiosamente (Reforma, 07/03/07). ¿Qué hubiera acontecido, por el contrario, si una sugerencia inversa la hubiese hecho Chávez?

7. El pueblo mexicano se ha empobrecido sin límites luego de la firma, en 1993, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés) y a consecuencia de las políticas que han seguido a éste, en particular el desmantelamiento del marco constitucional y legal mexicano en nombre del neoliberalismo, lo que ha avalado el despojo de la nación, la entrega de espacios soberanos a Washington para que éste tenga cada vez más el control estratégico del espacio aéreo, del mar territorial y las fronteras y aduanas de México, así como un papel determinante en los aparatos mexicanos de seguridad, desde las policías hasta el Ejército.

8. México ha pasado en poco menos de un cuarto de siglo, luego de los años de la reconversión neoliberal del Estado posrevolucionario (1982-2006), de tener una política medianamente independiente a ser en lo económico "el patio trasero" de Estados Unidos, y en lo político un Estado satélite de Washington o, como decían los analistas mexicanos de los años 70, una república bananera más, con un presidente pelele que actúa como un instrumento de los intereses estadunidenses, porque eso y no otra cosa es el panista Felipe Calderón, por lo que los riesgos para el futuro inmediato son muy grandes.

9. La información mentirosa que han hecho circular los aparatos de seguridad de Estados Unidos desde hace seis semanas, en el sentido de que Al Qaeda se propone atacar México y otros países latinoamericanos, es parte de una burda estratagema destinada a hacer aceptar a nuestros países las tesis de Bush sobre su propia seguridad interna, involucrarlos en la guerra que libra contra los pueblos islámicos y hacer de nuestros recursos estratégicos un botín pleno de las multinacionales. No se puede soslayar a este respecto cómo Washington hundió dos buques nacionales en 1942, pretendiendo que habían sido los nazis, para obligar a México a entrar a la Segunda Guerra Mundial.

10. La gravedad del momento actual es por lo mismo muy grande, y ante un gobierno débil e ilegítimo como el de Felipe Calderón, dispuesto a entregarlo todo, es una responsabilidad del pueblo oponerse con toda su entereza a cualquier concesión que contribuya a confiscar el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos.

 
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