Usted está aquí: viernes 9 de marzo de 2007 Opinión El tiempo y el don

José Cueli

El tiempo y el don

Para el filósofo francés Jacques Derrida, madame de Maintenon fue la sultana de la conciencia de Luis XIV de Francia. La amante que desempeñó el papel de una persona fuera de la ley y la figura misma de la ley. Antes de convertirse -tras la muerte de la reina-, en la esposa morganática del rey, de niña conoció el exilio en la Martinica y Constant, debido a que su padre fue detenido por falsificar dinero. Todo en ella parece marcado en el rincón más austero, riguroso y auténtico por la moneda falsa.

Madame de Maintenon se vuelve la figura que sirve a Jacques Derrida para ejemplificar el don. Esta mujer dice que al rey se lo da todo. Pues al dar todo el tiempo de uno mismo se da todo, se da el todo si todo lo que se da está en el tiempo y si se da todo el tiempo de uno mismo.

Esta mujer no dice en su carta, al pie de la letra, a Madame Brinon, que da todo su tiempo, sino que el Rey Sol se lo tomaba. Pero para Derrida, lo que ella da no es tiempo, sino el resto del tiempo. Si el rey se lo toma todo, el resto, en buena lógica, no es nada. Sin embargo, ella lo da. Esto es lo que Lacan dice del amor: ''Dar lo que no se tiene".

Aquí Madame de Maintenon escribe y dice que da el resto: ¿qué es el resto? Ella da el resto, que no es nada, puesto que es el resto del tiempo del que como acaba de informar a su comunicante, no le queda nada, pues el rey se lo toma todo por entero. Pero el rey toma todo el tiempo de Maintenon, un tiempo que le pertenece, sin embargo, cómo le puede pertenecer un tiempo. ¿Qué es tener un tiempo?

Derrida sugiere que si el tiempo pertenece es que la palabra tiempo designa menos el tiempo mismo que las cosas con que se llenan, con las que se llena la forma del tiempo, el tiempo como forma.

Se trata de las cosas que uno hace entretanto o de las que dispone mientras tanto. Dado pues que el tiempo no pertenece a nadie, no se puede dar ni tomarlo, y se anuncia como aquello que desbarata esa distinción entre dar y tomar.

Tras la muerte del rey, Maintenon funda una obra para jovencitas pobres llamada Saint Cyr, a donde se retira y le consagra su tiempo. ¿Se podría -pregunta Derrida- decir que la cuestión del resto y del resto del tiempo dado, está secretamente vinculado con la muerte del rey?

Derrida trata de articular el tiempo y el don por medio de la economía. La ley de la economía; el retorno circular al punto de partida, al origen. El camino de Ulises. El volver después de partir al lugar de origen. El don, si lo hay, se refiere a la economía, inclusive a la economía monetaria. Pero el don, si lo hay, es aquello que interrumpe la economía. Dar el tiempo en este sentido quiere decir algo distinto del tiempo, pero algo distinto que se mide como el tiempo.

Según Derrida, el desbordamiento del círculo mediante el don nos conduce a una mera exterioridad inefable, trascendente y sin relación. Dicha exterioridad es la que pone en marcha el círculo, ella es la que da movimiento a la economía. Lo que compromete el círculo y le hace dar vueltas.

Derrida pide rendir cuenta a la ciencia, la razón, la filosofía, la economía del sentido, de los efectos del círculo en los que se anula un don. Lo que requiere que se tenga en cuenta, lo no perteneciente al círculo, eso que lo compromete y pone en movimiento. Para preguntarse: ¿Qué es el don como primer motor del círculo? ¿Cómo se contrae como contrato circular? ¿Desde cuándo ¿Desde dónde? ¿Desde quién? Se pregunta el célebre filósofo francés.

 
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