Usted está aquí: lunes 12 de marzo de 2007 Opinión Son de los elementos

Hermann Bellinghausen

Son de los elementos

1 SON DE LA TIERRA

Piedras pulidas sobre la mesa.
Allí desde siempre.
¿Qué significan? preguntaste
o debiste preguntar la vez primera.

Que nada, debo haber respondido.
No llegaron juntas.
Proceden de diferentes ríos
y bazares.
Ni runas, ni vestigios,
ni vibraciones cósmicas.
Sólo piedras.

Pulidas por siglos de agua corriente.
Una, lapizlázuli,
la talló y abrasó
la mano del hombre.

Desde niño recojo piedras en el lugar menos pensado,
pero no salí geólogo, arqueólogo,
ni siquiera las colecciono.
Luego siguen ahí
en el tablero del coche,
el bolsillo
o los surcos de las botas.
Nunca recuerdo su origen
y las más bellas
fácilmente las regalo.
En su naturaleza está
rodar, hundirse, cambiar de mano.

A diferencia de las preciosas
las piedras piedras no tienen precio
y si alguien las quiere poseer
se hacen perdedizas,
escapan, resbalan
confundidas con el suelo.

2.VALS DE LA LIBELULA

Tiende el ala de los velos
la libélula desorbitada y azul
en zig zag, flecha tocada
por la magia de su cuerpo.

Con poco más que un par
de nervios primitivos
una eficaz máquina de quitina
y lava sanguinolenta

la libélula sabe vals
y me da la espalda
y me da la vuelta
y me da la cara.

La orquesta de cuerda y viento
de espiral en espiral
se abandona al capricho
de los sagrados instrumentos.

Los primeros pólenes desafían al frío
y los recluta la leva de la atmósfera.
La libélula alaja la vista del campo
y deja rondando en el aire el suspirode su huella.

3. SON DE AGUA

El manantial tan transparente que brota
que parece azul
destila aún la piedra profunda
de donde acaba de librarse
en el ''adiós subsuelo"
propio de su ser manantial.

Mojará tierras a partir de este entonces
lejos y aquí,
que para eso se nace río.
Llegar al mar en algún delta
empantanado o majestuoso
es su único destino
en principio,
nunca sabe
si una presa humana
una ciudad sedienta
o una fábrica de venenos
aborta su curso y lo apaga.

Ya sabrán las aguas niñas
lo que el transcurso les depara.
Cuántas caídas,
remolinos y rebalses cuántos,
corrientes profundas y superficiales
trenzadas en un cuerpo a cuerpo
que pone trampas a los nadadores descuidados.

En su infancia el agua
ávida de oxígeno
deja el subsuelo
boquiabierta.

Ha vivido en la tiniebla freática.
Carece de preguntas.
No ha mojado nada.

 
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