Usted está aquí: martes 13 de marzo de 2007 Opinión Las normas morales de cada día

Olivia Tena Guererro

Las normas morales de cada día

Recuerdo cuando llegó la noticia. Acababa de concluir el periodo de emergencia lleno de ansiedad y muerte por el terremoto de 1985. La cauda de los años 60 y 70 aún mantenía vivencias y discursos que reivindicaban el derecho al placer sexual. El riesgo mayor que muchas percibíamos era el embarazo, pero los anticonceptivos eran ya un hecho. Los límites a nuestras sensaciones eran sólo las normas morales y éstas se ponían a prueba cada día.

Entonces, cuando aún los cambios deseados no se consolidaban totalmente, se hizo pública una nueva restricción al placer: el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y su colofón, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), cuyas investigaciones tenían ya casi una década de historia. El primer informe sobre el sida, de 1986, resaltaba la importancia de ofrecer información sobre los comportamientos sexuales de riesgo. Con perplejidad, escuchamos que ya no era suficiente utilizar la píldora; que el embarazo era juego de niños en comparación con el sida; que era indispensable la fidelidad, y que el condón era una opción muy debatida. Se volvió correcto afirmar que se tenía una pareja estable, pretendida condición sine qua non para la prevención, aunque en un año se contara con diferentes compañeros estables. Total, ¡nunca se aclaró cuál era el criterio temporal que definía la estabilidad!

Pero en fin. Mal que bien nos hemos ido acostumbrando al miedo... a sentir la vigilancia sobre nuestros cuerpos a punto del erotismo, como en esos anuncios en los que una voz televisada interrumpe un trance amoroso haciendo reflexionar a la pareja sobre la importancia de suspender el acto sexual por falta de un condón. Y cuando nos vamos acostumbrando al miedo, pero aún no se consolidan los cambios en las prácticas preventivas mediante el uso continuado del condón, cuando ya ponemos a prueba las normas morales de cada día que matan el placer en búsqueda de una vida saludable, escuchamos con azoro la teoría negacionista: "Que siempre no, que el VIH no existe, que el sida es consecuencia de la exposición a agentes estresantes para el sistema inmunológico; que tiene cura y se previene con métodos eclécticos..." ¿Fuera el condón? ¿Vivan el placer y sus humedades?

La teoría negacionista, cuyos fines son, o bien inconfesables o inexplicables, afirma que entre los agentes estresantes responsables del sida -que pueden ser de origen físico, químico, biológico, mental, nutricional y conductual- se encuentra, ni más ni menos, que el semen, sobre todo por vía rectal. Al ser tan diverso el origen de la enfermedad, las medidas preventivas parecen infinitas; entre éstas, las previsiones vinculadas con la sexualidad consisten en "tener una actividad sexual regular eliminando afrodisiacos, lubricantes y espermicidas tóxicos, así como prácticas sadomasoquistas".

Entre todos los dislates de esta teoría, no queda claro porqué su prevención se facilita si se evitan ciertas prácticas sexuales que se consideran promiscuas, si, como lo afirma el médico colombiano Roberto Giraldo, el sida no tendría que ver con el VIH y no habría un proceso de contagio por vía sexual. Giraldo y otros autonombrados "disidentes del sida" estuvieron en México en este año para difundir sus ideas y promover sus textos. Aunque diversos medios de radio y televisión les dieron un espacio, al igual que algunas universidades, sus argumentos no logran convencer a la mayoría de los científicos.

¿Cuál es el móvil de estos grupos? ¿Qué ganan ellos con que los pacientes infectados abandonen sus tratamientos con antirretrovirales? Hay quienes suponen que las ganancias son de tipo económico, pues las ven incrementadas por medio de la venta de textos impresos, videos, consultas clínicas y medicinas alternativas. Esto puede ser verdad, pero no perdamos de vista las consideraciones morales que, una vez más, se mezclan con un problema de salud pública. ¿Por qué insisten en el abandono del condón y en la moderación del placer sexual? ¿Por qué consideran de riesgo a los juegos y juguetes eróticos? ¿Por qué encuentran que una gran cantidad de semen en el cuerpo es un factor estresante generador de inmunodeficiencia? ¿Por qué sucede lo mismo con los aceititos y lubricantes? Quizás la respuesta no deba buscarse en sus argumentos científicos; tal vez sea de tipo moral.

El lucro negacionista viene a decirnos que siempre no. Mejor que nos dejen como estábamos: el sida y el VIH son una realidad prevenible de manera segura mediante del uso correcto del condón. El sexo con placer no es un factor de riesgo mientras se evite el intercambio de fluidos; los antirretrovirales no causan la enfermedad y sí aumentan la calidad de vida de las personas infectadas. Las teorías negacionistas en realidad niegan los avances científicos. Una vez más, el lucro y la moral entrometida en los cuerpos ponen en peligro la vida y la salud de las personas. Por eso es indispensable aprender a identificar, para seguir poniendo a prueba las normas morales de cada día.

* Doctora en sociología e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 
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