Usted está aquí: miércoles 21 de marzo de 2007 Opinión Inquietudes del Vaticano sobre el caso Jon Sobrino

Bernardo Barranco V.

Inquietudes del Vaticano sobre el caso Jon Sobrino

No hubo la temida condena pero sí se le señaló por parte del Papa como un teólogo cuyo trabajo es puesto en tela de juicio, y para el caso el efecto es el mismo. Jon Sobrino, como muchos teólogos de la liberación, es embestido nuevamente por Roma. Desde hace semanas el propio Vaticano filtró notas en torno de supuestas condenas severas que pesarían sobre el sacerdote jesuita Sobrino, destacado teólogo comprometido con los pobres, por no aclamar debidamente la divinidad de Jesús y por el contrario exaltar su humanidad en escritos y conferencias. Al respecto, Frei Betto, reconocido religioso brasileño, en un breve artículo reclama: "Roma habla de la divinidad como si fuese contraria a la humanidad (...) nuestra humanidad no es negación de la divinidad, así como no lo era la de Jesús".

A unas cuantas semanas de que el papa Benedicto XVI visite Brasil para inaugurar la quinta reunión del Episcopado Latinoamericano, todo este ruido mediático político y religioso francamente se antoja excesivo, porque puede enrarecer la necesaria atmósfera de diálogo que los delegados e invitados a la conferencia deben gozar en sus trabajos de mayo próximo. Finalmente el vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi, expresó que no hay "ni una sanción ni una condena, porque las sanciones son establecidas por los obispos locales o las instituciones de donde dependa el religioso". Llama la atención que los contenidos y la oportunidad de dichos señalamientos contra Sobrino y la teología de la liberación hayan tenido el conocimiento y aval del propio Papa. La actuación de Roma indica cierto desdén por nuestro continente, insensibilidad al evidenciar a un religioso como Jon Sobrino, sacerdote muy comprometido con los pobres, que ha escapado varias veces de la ejecuciones sumarias en El Salvador, y su identificación absoluta con un icono del martirio católico en Centroamérica como es Oscar Arnulfo Romero, obispo asesinado en 1980.

¿Qué intencionalidad hay detrás de todo este jaloneo? ¿Cómo entender tanta rudeza del Vaticano sobre una corriente teológica que ha sido declarada técnicamente muerta por sus propios funcionarios? Probablemente el acendrado eurocentrismo del papa Ratzinger le imposibilita percibir otras realidades remotas como América Latina. El presente episodio no debe verse aisladamente; parece ratificar la crisis provocada por el propio Papa en Ratisbona. Sin embargo, por otro lado, la Santa Sede siempre ha sido muy cuidadosa, y estos incidentes no deben leerse como un accidente o un lance circunstancial. Habrá que escudriñar intenciones de fondo. Por ello proponemos cuatro hipótesis complementarias que nos permitan entender la intencionalidad del pontífice.

1) Intoleracia hacia la teología de la liberación. El caso Sobrino es un mensaje y advertencia de Roma a los actores religiosos y participantes de la quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano de que no habrá ningún tipo de consentimiento, concesión o siquiera asomo de complacencia frente a las posturas de la teología de la liberación. Máxime cuando el propio papa Ratzinger en su anterior cargo como prefecto de la Congregación de la Fe tuvo como principal cometido no sólo cuestionar los fundamentos doctrinales de las teologías de la liberación sino someter a sus principales referentes, como Leonardo Boff y Gustavo Gutiérrez. 2) Dar la puntilla a la teología de la liberación, aprovechar la coyuntura de la quinta conferencia para rematar y declarar formalmente la defunción de una corriente teológica que se desarrolló a finales de la década de los 60 y que ha representado una intensa opción social de la Iglesia a favor de los pobres, las minorías, los desterrados por la globalización como los indígenas. La teología de la liberación aspiró a unir la defensa de los valores cristianos con la de los derechos de los excluidos, y la justicia social con el Evangelio. Los sectores conservadores la acusaron no sólo de mezclar la Biblia con el marxismo sino de levantar estructuras eclesiales paralelas a la autoridad eclesiástica. Ante la caída del Muro de Berlín, en tiempos del post socialismo se pregona la obsolescencia del sueño religioso latinoamericano, y "la mano derecha fue mutilando a la mano izquierda"; se instaló una fuerte convicción en los tiempos del papa Wojtyla que supuso la victoria absoluta de la tradición doctrinal sobre la herejía teológica latinoamericana.

3) Temor por el resurgimiento de la teología de la liberación. Ante el ascenso de los gobiernos de izquierda en la región, los sectores conservadores de la curia tienen inquietud y alarma de una posible reactivación favorecida por sectores, ahora en el gobierno, que militaron o simpatizaron con la corriente teológica. El caso Chávez en Venezuela es sintomático, pues en su enfrentamiento con la jerarquía católica éste se ha apoyado en los sectores cristianos proclives a la teología de la liberación. No debemos despreciar el dato de que presidentes como Lula y Evo Morales, en sus inicios, fueron formados por los principios sociorreligiosos de la teología de la liberación. 4) Hostigar a la Compañía de Jesús. Resulta sorprendente que de las últimas condenas y señalamientos a teólogos heréticos, cuatro de cinco son jesuitas: Jacques Dupuis, en 1998; Anthony de Mello, en 2001; Roger Haigt, en 2004, y Jon Sobrino, en 2007. Hay muchas conjeturas sobre las tensiones entre la curia romana y la compañía, orden religiosa relegada desde el pontificado de Juan Pablo II. ¿Será que el anunciado relevo de Peter Hans Kolvenbach SJ, prepósito general de la Compañía de Jesús, el "papa negro", para 2008, siente un inquietante precedente para la absurda norma vitalicia que impera para los pontífices?

Finalmente, Benedicto XVI, el papa que ha dicho no a los cambios, a más de 20 años vuelve a enfrentarse a las teologías de la liberación latinoamericanas. Ahora diezmadas por la sistemática persecución intraeclesiástica; pero se mantienen vivos muchos de sus postulados, en otros ambientes por medio de sus simpatizantes y ex militantes que actúan en asociaciones y ONG, movimientos altermundistas, organizaciones de mujeres, grupos ambientalistas, indígenas, de derechos humanos, microemprendimientos, etcétera. ¿Será cierto que la teología de la liberación ha muerto?

 
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