Usted está aquí: miércoles 21 de marzo de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Iztapalapa: la vía de las expropiaciones

Por años, negocios ilícitos crecieron a ciencia y paciencia

Nueva Izquierda debe aclarar por qué no había actuado

Tal vez las condiciones sean extremas, seguramente sólo el camino de las expropiaciones debiliten, en realidad, el tráfico de drogas ilícitas, el trasiego de armas, el robo de automóviles y su inmediata conversión en partes que se venden más tarde en los famosas tiendas de refacciones automotrices, entre otros.

Ahora tocó a Iztapalapa, lugar donde cualquier defeño que se precie de serlo sabe que en esa delegación, en esos lugares que ayer fueron expropiados, llegan los autos robados que en menos de tres horas desaparecen en las manos expertas de la gente que ahí trabaja.

La ubicación y el giro de estos negocios era, y es bien conocido también por los diferentes delegados de la demarcación, que durante casi la última década han gobernado bajo las siglas de Nueva Izquierda, pero que además, pretenden seguir gobernando.

Muchas serán las razones que pretexten los dirigentes de esa corriente política del PRD, para explicar por qué no se actuó contra estos negocios, se argumentarán razones que pueden ir desde lo jurídico hasta lo social, pero lo cierto es que esos negocios crecieron a ciencia y paciencia de los gobernantes de Iztapalapa.

Ya una vez, durante la gestión de Samuel del Villar en la Procuraduría General de Justicia de la ciudad, se dio un golpe a los deshuesaderos, pero nada cambio en realidad. El negocio volvió a florecer sin ningún tipo de presión en su contra, cuando menos eso sabemos, luego de que la policía judicial salió de esos rumbos.

El colmo es que incluso las autoridades delegacionales, cuando menos Rene Arce y Víctor Hugo Círigo, pidieron la intervención del Ejército para combatir el tráfico de drogas, pero nada hicieron por impedir el tráfico de autopartes, no que se sepa.

Así las cosas en la calzada Ermita Iztapalapa los lugares donde se podían adquirir cualquier tipo de refacciones para automóviles, se multiplicaron en los últimos años, sin el menor temor por las acciones de la autoridad. Tanto así que se expropiaron 500 locales de diferentes tamaños, pero todos dedicados a lo mismo.

No sería justo decir que los delegados estuvieran metidos en el negocio, no nos consta ni podemos probarlo, pero lo que sí es verdad es que la venta de autopartes ya era una de las características que señalan a Iztapalapa. Los locales expropiados en la colonia Reforma Política, que formaban un corredor, era conocida como La Ford, para identificarla con la marca y como si se tratara de un gran supermercado de partes para automóviles.

Desde los espejos retrovisores de un BMW hasta una manguera para Volkswagen se podían o se pueden conseguir en los deshuesaderos de aquella delegación. Decimos se pueden, en presente, porque en la misma delegación, existe otro lugar, más viejo, al que se le conoce como La Ronda, que tenía como competencia al corredor que ahora fue expropiado.

Muchas serán las reacciones que vengan a partir estas expropiaciones, la derecha beligerante habrá de volver con la cantaleta de que la propiedad privada no debe ni puede ser tocada por el Estado, así se dedique a ejercer los peores delitos, como en la Zona Rosa, pero si el gobierno encontró en las expropiaciones, la forma de cerrar el paso al creciente negocio de lo ilícito que vengan todas las que sean necesarias, como las que urgen en la Zona Rosa.

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