Usted está aquí: viernes 23 de marzo de 2007 Cultura Desde un foro subterráneo, Fred Frith se elevó hasta la estratósfera y con él alzó a su público

Radar6, ciclo de música de vanguardia, se inició la medianoche del miércoles

Desde un foro subterráneo, Fred Frith se elevó hasta la estratósfera y con él alzó a su público

PABLO ESPINOSA

Ampliar la imagen El guitarrista inglés Fred Frith con su colega japonés Otomo Yoshihide, anteanoche, durante el concierto que ofrecieron en el Zinco Jazz Club Foto: © Bénédicte Desrus

Dos sesiones de 40 minutos y, ante el éxtasis del público, 10 minutos más a manera de obsequio para permanecer en la gravitación de una música de alquimia, circunvalación cerebral, desenfado y libertad creativa. Así inició, la medianoche del miércoles, Radar6: Espacio de Exploración Sonora.

En el minúsculo foro del subterráneo Zinco Jazz Club, el legendario multinstrumentalista inglés Fred Frith se desenfunda sus sandalias chinas de a medio dólar y desenfunda a su vez su fabulosa guitarra Gibson, tan rudimentaria como flexible, y rodeado de sutil parafernalia de ''objetos encontrados" se dispone a levantar el vuelo acompañado de otro semidiós del mundo de la música de vanguardia, el maestro japonés Otomo Yoshihide, también armado de sonrisa, guitarra Gibson, parafernalia de objetos encontrados y una imaginación tenaz. ¡Ah!, él no tocó descalzo. Pero ambos hicieron una música pobre en el sentido semántico de la música de por ejemplo Olivier Messiaen o Arvo Pärt: música pobre en elementos utilizados pero inmensamente rica en resultados.

Esplendoroso pensamiento sonoro

La primera sesión de 40 minutos se estructuró de manera semejante a su complementaria: un procedimiento composicional instantáneo, donde el valor improvisatorio es el centro de una lógica de pensamiento sonoro fluyente, sugerente, esplendoroso.

Fred Frith bautizó hace lustros algunas de las etapas en su método para improvisar: ''block melodies" es el principio constructivo a partir del cual estructura líneas narrativas.

De un bloque de melodías ordena secuencias seriales y de cada una de esas melodías, elegida aleatoriamente, toma un elemento para injertarlo en otra melodía.

Se vale de los recursos conocidos de la música nueva de concierto que fueron instaurados por John Cage, Karlheinz Stockhausen, Conlon Nancarrow, Luciano Berio, Arnold Schoenberg, et al: el concepto que recibe el nombre de continuo, la deconstrucción serial, los contornos armónicos y otros métodos para lograr melodías subliminales.

Frith pulsa su Gibson como lo hacían sus maestros Frank Zappa, Eric Clapton y Jimi Hendrix, o bien como los grandes jefes del blues que sientan las caderas de sus guitarras sobre sus muslos y deslizan tubos, en la técnica conocida como slide. En una mesita junto a él está su pequeña parafernalia de ''objetos encontrados": cadenas metálicas, baquetas de batería, un arco de violín, una cuerda de caucho, una lata de rollo de película vacía, con una pelotita girando dentro, para lograr efectos formidables. Por supuesto, se trata del mismo principio inventado por John Cage, como ''piano preparado", aunque en este caso Frith añade un sampler y pedales.

Su colega japonés, en escena, responde las cuitas melódicas que plantea Frith y propone nuevas. Ambos se elevaron cenitalmente desde el subterráneo Zinco hasta la estratósfera y con ellos el público.

Fue la primera de las epifanías que se suceden cada año en Radar. Los conciertos seguirán en el Teatro de la Ciudad, la sala Nezahualcóyotl, el Palacio de Bellas Artes y el anfiteatro Simón Bolívar. Más información en la página www.radarmx.org

 
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