Usted está aquí: domingo 25 de marzo de 2007 Opinión Cine rumano en la UNAM

Carlos Bonfil

Cine rumano en la UNAM

Ampliar la imagen Fotograma de Filantrópica del cineasta rumano Nae Caranfil

Este domingo concluye un estupendo ciclo de cine rumano presentado por la Filmoteca de la UNAM. Entre los títulos propuestos figuran algunos de los largometrajes más representativos de una cinematografía hasta hace poco casi inexistente, y que comienza a dar muestras de un vigor inusitado.

La cinta que cierra el ciclo es Filantrópica, de Nae Caranfil, sátira social sobre el próspero negocio de la mendicidad organizada en una nación que penosamente remplaza la pesadilla del socialismo a la Ceausescu por un avasallador dogma neoliberal. El ciclo incluye una comedia notable, Occidente, primer largometraje de Cristian Mungiu; una cinta de acción, Furia, de Radu Muntean, también debut fílmico, y otra visión desencantada de la sociedad rumana, Niki Ardelean, coronel en la reserva, del prestigiado Lucian Pintilie. A esto hay que añadir La cama de Procust, de Viorica Mesina y Sergiu Prodan, y una denuncia de la corrupción judicial en los años setenta, Examen, de Titus Muntean, posiblemente la cinta más interesante de este ciclo.

En esta su primera obra, el realizador propone el retrato de Cristian Sandulescu (Marius Stanescu), un hombre injustamente acusado de un crimen pasional con mutilación corporal de la víctima, y condenado por razones de Estado a purgar una condena de 25 años. Un chivo expiatorio en el propósito oficial de resolver con rapidez un caso difícil. Años después de su salida de la cárcel, cuando el régimen totalitario ha sido abolido y una nueva burocracia con distintos criterios de eficiencia ha suplantado al aparato represor estalinista, Cristi es entrevistado por estudiantes que preparan un video a manera de examen escolar. La cinta refiere en dos tiempos alternados, 1977 y 2002, la crónica de la injusticia judicial y la reflexión que hacen los jóvenes sobre una época que no conocieron, pero cuyos efectos devastadores han presenciado en sus propios padres y en ciudadanos anónimos, como Sandulescu, triturados sicológicamente por los servicios secretos del régimen comunista. La película de Muntean se presenta en México al mismo tiempo que la exitosa cinta alemana La vida de los otros, otra denuncia sobre la indefensión ciudadana frente a la vigilancia y represión sistematizadas de la policía secreta (Stasi) en la antigua República Democrática Alemana.

El panorama que presenta Examen tiene, comparativamente, aristas todavía más interesantes. Un punto de vista esencial es la forma en que los jóvenes que crecen en la nueva sociedad poscomunista contemplan a la generación que les precedió, escuchando sus insatisfacciones y rencores, pero cuestionándolos también sobre su grado de participación y complacencia en los horrores descritos. En su disección del crimen cometido, Muntean no se contenta con presentar los bandos antagónicos de víctimas y represores, prefiriendo bifurcar maliciosamente las pistas con un retrato peculiar de Sandulescu, quien efectivamente padece al aparato represivo, pero cuyo perfil sicológico es más complejo, tal vez más turbio, de lo que pudiera parecer en primera instancia.

La película se realiza con recursos muy modestos y la copia presentada no tiene una calidad óptima; con todo, su imagen deslavada corresponde certeramente a la atmósfera grisácea, deprimente, de un Bucarest en difícil transición modernista. El cine rumano reciente ha dado pruebas suficientes de solvencia en el plano de la comedia y de la observación social realista, desde El tren de la vida, de Radu Mihailenau, y la estupenda Occidente, que inauguró esta muestra, hasta La muerte del señor Lazarescu, de Cristi Puiu, y Filantrópica, de Caranfil, películas donde el absurdo total es sólo una variante de un mismo relato costumbrista. Cabe esperar que este ciclo se proyecte de nuevo en otras salas o en la Cineteca Nacional, cuyo acierto mayor ha sido difundir lo más novedoso del cine europeo, asiático y latinoamericano en ciclos que poco tienen que ver con la rentabilidad y la rutina, y mucho, sí, con el entusiasmo cinéfilo.

Filantrópica se exhibe hoy en la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario.

 
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