Usted está aquí: lunes 26 de marzo de 2007 Opinión 17 años de dictadura y 17 de libertad democrática

Gonzalo Martínez Corbalá

17 años de dictadura y 17 de libertad democrática

Del 11 de septiembre de 1973 al 10 de marzo de 1990, transcurrieron 17 años entre que Pinochet, después de dar el sangriento golpe de Estado para derrocar a Salvador Allende, presidente de Chile, instauró una dictadura autoritaria y represiva que terminó cuando en el plebiscito de 1990 salió por última vez de La Moneda para no regresar nunca el general golpista. Fueron 17 años de vida en Chile, con todas las libertades civiles y políticas reprimidas, durante los cuales se cometieron toda clase de atrocidades, como aprehensiones y asesinatos, que han venido descubriéndose posteriormente, pero todo esto terminó al salir Pinochet de La Moneda y llegar como presidente de la transición para un gobierno de cuatro años, Patricio Aylwin.

Se inició así otro periodo de 17 años en democracia. A esta transición del presidente Aylwin, siguió el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y el de Ricardo Lagos, para luego elegir por primera vez en la historia de Chile a una mujer en la Presidencia de la República: a Michelle Bachelet, quien, como ella misma dijo, además de la agravante de ser mujer, tiene el de ser socialista y, congruentemente, de pensamiento liberal.

Mucha agua tuvo que pasar por debajo de los puentes del río Mapocho, por cuyo cauce vimos arrastrar por las corrientes algunos cuerpos inertes -la mayoría jóvenes sacrificados por la dictadura durante el golpe de Estado-, para que las cosas hubieran llegado a las condiciones en las que se encuentran ahora: una democracia estable, que pudiera calificarse de ejemplar, y que durante los diferentes periodos que han transcurrido desde la transición de Patricio Aylwin, han representado diversas corrientes políticas e ideológicas. Desde la Demócrata Cristiana, de Eduardo Frei, conservadora, la socialista que encarnó Ricardo Lagos, hasta la que representa la propia señora Bachelet, socialista también, pero abierta a todas las manifestaciones de orden político que se dan en ese país tan plural el día de hoy.

Si un presidente saliente ha sido aplaudido fuertemente y con gran entusiasmo fue Ricardo Lagos, precisamente en el momento en que entregó el poder a Bachelet, el día mismo de la transmisión del mando.

El gobierno de Lagos se caracterizó por la tolerancia y por tomar en cuenta a todas las corrientes políticas. Al principio de su régimen tuvo el gesto noble y valiente de descubrir la estatua del presidente mártir, Salvador Allende, precisamente frente al Palacio de la Moneda de donde salió -como dijo proféticamente a Fidel Castr, en el documental Diálogo de América- con los pies por delante, habiéndose quitado la vida por mano propia, en un acto de valentía, antes que entregarse a los golpistas, quienes ya lo tenían acosado por todas partes y le exigían la rendición incondicional.

Eduardo Frei fue, en mi muy personal opinión, demasiado tolerante con el general golpista Augusto Pinochet, demandado y con orden de aprehensión dictada por el juez Baltasar Garzón.

Durante la estadía del general en Londres, para comprar armas y una fragata para la armada chilena en el Reino Unido, y después de una larga estadía en la capital de la Gran Bretaña, confinado en su residencia, fue liberado y transferido a Chile para ser enjuiciado allá. La actitud obsequiosa del presidente Frei fue bastante evidente.

La presidenta Bachelet hizo alguna mención bastante generosa con la actitud de México por su apertura hacia los asilados chilenos en momentos difíciles, durante el golpe de Estado, y luego por la hospitalidad brindada a un importante número de ellos. El presidente del Senado se refirió a lo fructífero que ha sido para nuestra patria la estancia de los asilados chilenos por sus aportaciones positivas a nuestra sociedad en diferentes aspectos de su actuación profesional aquí.

Así fue como se puso de manifiesto la apertura democrática que priva en Chile en estos momentos, durante el régimen recién iniciado de Michelle Bachelet, quien es, por cierto, hija de un general leal al presidente Allende, que durante la dictadura fue apresado y torturado hasta la muerte. De esta manera pensamos que en el país hermano del extremo sur tuvieron que transcurrir largos y penosos 17 años años de dictadura y de privaciones de todas las libertades políticas y sociales para que en la actualidad hayan transcurrido otros 17 de pleno goce de la libertad democrática ejemplar de la que disfruta el pueblo chileno, que lucha esta vez por alcanzar objetivos justos y nobles de carácter social, para justificar las luchas de otros años pasados que quedan en la memoria de chilenos y de mexicanos.

 
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