Usted está aquí: martes 27 de marzo de 2007 Economía Protestan en el aeropuerto usuarios de LAA que quedaron varados

Trabajadores de la aerolínea se movilizarán y exigirán embargo precautorio

Protestan en el aeropuerto usuarios de LAA que quedaron varados

La línea adeuda $225 millones al AICM; 66 millones a abogado y 38 mdd por compras

GABRIEL LEON

Ampliar la imagen Decenas de personas quedaron a la deriva en el AICM tras el cierre de Líneas Aéreas Azteca, y se manifestaron dentro y fuera del aeropuerto en reclamo de respuesta de las autoridades Foto: Roberto García Ortiz

Luego del anuncio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) sobre el cierre por 90 días de Líneas Aéreas Azteca (LAA), en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) los usuarios de la aerolínea, cuyos vuelos quedaron detenidos, emprendieron una serie de manifestaciones en el interior y exterior del inmueble en protesta por la falta de previsión del gobierno federal para canalizarlos a otros vuelos o para que se les regresara el dinero de los pasajes.

Mientras trabajadores de la aerolínea suspendida informaron que a partir de mañana emprenderán movilizaciones en el interior del AICM y reforzarán su demanda ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje para que aplique el embargo precautorio, el despacho de Joaquín Ortega Esquivel, que llevaba los asuntos jurídicos de la empresa, desde el fin de semana anterior promueve la quiebra de la aerolínea por un adeudo de 66 millones de pesos, ''porque es la única forma de que se suspendan las ejecuciones en contra de la empresa, se mantengan las fuentes de trabajo y se desplace a la administración actual por una que funcione'', explicó el litigante. Agregó que para ello promueve una sindicatura, nombrada por un juez de la quiebra, ante quien en su momento se abriría el proceso.

Fuentes consultadas indican que LAA adeuda 255 millones de pesos al AICM, 66 millones de pesos a Joaquín Ortega, y 38 millones de dólares a Bavaria International Air Crast Leasing por un adeudo en la compra de dos aviones.

Al grito de ''¿no hay nadie en el aeropuerto que nos dé una respuesta?'', y ''queremos solución'', personas de la tercera edad, mujeres, niños y adultos cerraron Boulevar Puerto Aéreo a la altura del Circuito Interior por espacio de una hora, y se replegaron al interior del aeropuerto cuando se presentaron los granaderos. No hubo enfrentamientos.

Previamente, marcharon por el ambulatorio del área nacional, al tiempo que alzaban carteles con la leyenda: ''queremos regresar a casa'' y ''fuimos defraudados por Líneas Aéreas Azteca''.

A las 20:30 horas el numeroso grupo de turistas nacionales se dispersó en el ambulatorio ante la ausencia de respuestas de las autoridades de la terminal aérea, que en ningún momento se presentaron para ofrecer alguna explicación a los inconformes.

En sus maniobras por ser atendidos, los usuarios varados se organizaron para intentar hablar con el responsable de la comandancia general de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), pero en su oficina de mezanine los recibieron elementos de seguridad privada y de la Policía Federal Preventiva, que amagaron con dispersarlos ''a como diera lugar''.

Ante esa fricción, los usuarios de LAA se replegaron para evitar confrontaciones y solicitaron el ingreso de una comisión para recibir alguna explicación.

El módulo de quejas de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) habilitado ex profeso, cuatro mesas para atender las quejas por la cancelación del servicio, recibió un poco más de un centenar de inconformidades. Según los afectados, el servicio fue instalado para darles ''atole con el dedo'', pues por lo menos en dos días esta instancia podría tener la posibilidad de darles una respuesta, aunque no de solucionar su problema, como reconoció el directivo a cargo del módulo, Edgar Olvera.

Funcionarios del AICM indicaron que el director de la terminal aérea, Héctor Velásquez, no tiene motivo para atender a los quejosos, puesto que la SCT, a través de la DGAC, es la instancia competente para atender el problema.

Hasta las 22 horas, entre el llanto de los infantes y el cansancio evidente, los defraudados se organizaban para pernoctar y probar los primeros alimentos del día.

 
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