Usted está aquí: viernes 30 de marzo de 2007 Opinión Aborto, ¿una opción?

Gabriela Rodríguez

Aborto, ¿una opción?

Para Rosa María el aborto es una opción legal, gratuita, accesible y segura y, sin embargo, cuando se enfrentó ante un embarazo no deseado no pudo interrumpirlo porque recibió un mensaje religioso "del más allá". Inmigrante indocumentada originaria de Colima y con 41 años de edad, ha trabajado como campesina en el valle de Yakima, al este del estado de Washington, recolectando esas coloridas manzanas y peras que encontramos en los supermercados de México. Siendo madre de cuatro hijos, Rosa María no encontró mejor opción que irse a buscar trabajo al otro lado, huyendo de un marido que intentó abusar sexualmente de su hija; después de 14 años logró cierta estabilidad e inició una nueva relación con otro campesino inmigrante de Michoacán, quien le aseguró que le habían diagnosticado esterilidad, por razones médicas que no vienen al caso. La relación no fue muy bien, el paisano resultó ser alcohólico y muy violento, y cuando ella pensaba dejarlo quedó embarazada. Esta situación venía a dificultar su actual trabajo como mesera en un restaurante nocturno que le había permitido cambiar el pesado trabajo en "los fils" y realizar su sueño de estudiar high school. Entonces pidió cita en la clínica para hacerse un aborto. Esa noche ella estaba muy inquieta y deprimida; meses antes su hija le había mostrado unas fotos de Internet donde se veía cómo se retorcía un feto cuando le echaban aguas salinas para destruirlo. No podía dormir cuando sintió una presencia en el cuarto, se escuchaban suspiros de alguien que se acercaba y tocando delicadamente sus manos le dijo: "Ella no quiere". ¿Quién es ella? -replicó-. "Ella no quiere"... El ser desapareció y ella entendió perfectamente que "Ella" era la Virgen María, que le enviaba un clarísimo mensaje. Se sintió aliviada, desistió de su decisión y no fue a la clínica. Ahora tiene una quinta hijita, de dos años de edad, a quien sus hijas jóvenes cuidan mientras trabaja.

Como hispana de segunda generación, la historia de Yadira es diferente. Nació en el valle de Yakima, hija de padres oaxaqueños, campesinos allá y acá. Se enamoró por primera vez de un chico mitad mexicano mitad gringo y quedó embarazada a los 16 años, cuando al cambiar el uso del condón por "las pills" que le regaló una amiga del high school tuvo fallas por no saber tomarlas. Ahora tiene un niño de poco más de un año y sigue con su novio, aunque cada quien vive con sus respectivos padres. Pero le volvió a fallar la píldora y esta vez, después de hablarlo -únicamente con su novio- acudió a la clínica para interrumpir el embarazo. Una semana después de practicarlo, en su checking appointment me explica: "Esta vez las pills me fallaron, creo porque las vomité. Hace dos años yo no sabía like this servicios de abortion existían, yo nunca he podido hablar de estas cosas con mi madre, y menos con mi padre; ellos me siguen recriminando cada día porque tuve ese hijo, y aunque ellos no estaban casados cuando nosotros nacimos siguen cerrados a estos temas. No pude impedir ser madre, pero yo considero que ni entonces ni ahora estoy preparada todavía. Yo quiero terminar el high school y seguir trabajando, y ahora me siento más tranquila, porque pude tomar esta decisión y actuar for myself. Soy católica pero no muy religiosa, asisto a la misa con amigas los domingos, no hago confesión ni comunión, pero voy porque me gusta, pero de esto no siento confianza para hablar con los sacerdotes".

Estos casos de mujeres hispanas a quienes tuve oportunidad de entrevistar esta semana visitando esta zona agrícola donde viven más de 200 mil mexicanos nos muestran de qué manera contar con servicios legales de aborto no obliga a nadie a hacerlo contra sus creencias, pero sí permite que quienes lo valoran como una opción -aunque sean creyentes- tengan acceso a esa práctica.

De acuerdo con un estudio de The Alan Guttmacher Institute, 89 por ciento de las mujeres que se practican un aborto en América Latina lo hacen clandestinamente y por causas distintas a las contenidas en la ley: 21 por ciento aborta por problemas económicos, otro 21 por ciento por no estar lista para la responsabilidad, 16 por ciento por cambio en el plan de vida, por problemas de relación con la pareja 12 por ciento, por ser demasiado joven 11 por ciento y por paridad satisfecha 8 por ciento. Legalmente recurren a esa práctica 3 por ciento por problemas fetales, por problemas de salud de la mujer 3 por ciento, el embarazo por violación da cuenta de uno por ciento y 4 por ciento por otras causales.

La iniciativa sobre el aborto que se está valorando en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal -donde ocurre 14 por ciento del total de las muertes por aborto del país y es tercera causa de muerte materna- busca abrir una causal más: que la mujer pueda decidir abortar hasta la semana 12 cuando afecte su proyecto de vida. Se trata de un concepto trabajado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su jurisprudencia emanada del Loayza Tamayo vs. Perú de 1998 : "El proyecto de vida se asocia al concepto de realización personal, que a su vez se sustenta en las opciones que el sujeto puede tener para conducir su vida y alcanzar el destino que se propone. En rigor, las opciones son la expresión y garantía de la libertad (...) El daño al proyecto de vida, entendido como una expectativa razonable y accesible en el caso concreto, implica la pérdida o el grave menoscabo de oportunidades de desarrollo personal, en forma irreparable o muy difícilmente reparable". Los servicios legales, gratuitos, accesibles y seguros de aborto son una forma de extender a todas las mujeres el derecho fundamental a la libertad y a la satisfacción de sus legítimos intereses.

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