Usted está aquí: viernes 30 de marzo de 2007 Política Calderón llama en Oaxaca a cicatrizar heridas y frenar corrupción e impunidad

México estuvo a punto de caminar al garete, pero hay un nuevo liderazgo, asegura

Calderón llama en Oaxaca a cicatrizar heridas y frenar corrupción e impunidad

CLAUDIA HERRERA ENVIADA

Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón con integrantes del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas, el cual celebró su 40 aniversario Foto: Cristina Rodríguez

Juchitan de Zaragoza, Oax., 29 de marzo. Agasajado por el gobernador priísta Ulises Ruiz con una concentración de unos 5 mil indígenas y campesinos, el presidente Felipe Calderón llamó a "cicatrizar heridas" y ofreció trabajar con el estado en tanto se destierre la corrupción, la impunidad, el abuso, el odio y la violencia.

Ruiz, que todo indica que se mantuvo en el cargo gracias a los acuerdos entre priístas, panistas y el gobierno nacional y a la intervención de la Policía Federal Preventiva para sofocar el conflicto oaxaqueño, recalcó que recibía al mandatario como "el legítimo gobernante de todos los mexicanos" y le dio la "bienvenida con los brazos abiertos".

Ruiz presumió que estaban concentrados representantes de los 16 grupos indígenas de Oaxaca, sobre todo del istmo de Tehuantepec, quienes fueron acarreados a la central eólica La Venta II y debieron aguantar horas a la intemperie, con una temperatura de casi 40 grados. También se encontraban empresarios, representantes de iglesias, dirigentes sindicales y autoridades municipales.

Con ésta, su primera gira a Oaxaca como Presidente -en la que estuvo acompañado por el ex priísta y ahora diputado panista Diodoro Carrasco-, el michoacano acumuló tres visitas a estados que encabezan los dos gobernadores priístas más cuestionados, Ruiz -a quien dio tres abrazos sin mostrar mucha efusividad- y el llamado gober precioso, Mario Marín.

El michoacano estaba contento tras la aprobación en el Senado de la reforma a la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado y con esta cálida recepción. Con los acordes de fondo de una banda de pueblo, caminó en medio de un largo pasillo formado con vallas de metal, dejándose apapachar por tehuanas ataviadas con elegantes vestidos.

En su trayecto al presídium -en una zona custodiada por cientos de elementos del Estado Mayor Presidencial debido a que a unos kilómetros había una manifestación- tanto el michoacano como el gobernador repartieron besos y abrazos.

"¡Felipe, Felipe!" y vivas a Ulises Ruiz y a Acción Nacional gritaba la multitud, que llegó transportada en camiones que conservan propaganda del ex candidato presidencial priísta Roberto Madrazo.

Después de la pasarela que hizo recordar un mitin de campaña, Calderón contó emocionado que este día cumplía un "sueño personal", porque como secretario de Energía había autorizado la construcción de esta central eólica, la que -aseguró- es la más grande de América Latina. Y rodeado de los modernos e impresionantes "aerogeneradores" rememoró: "de niño esperaba el viento con ilusión para poder volar mis papalotes".

Minutos antes escuchó los halagos del mandatario priísta, que calificó este día como el inicio de una nueva etapa en la historia de Oaxaca. Su presencia, le dijo a Calderón, es un gran aliento, "estamos con usted en la brega para construir juntos acuerdos legislativos, reformas económicas, políticas, sociales y administrativas que en el país se requieren".

Cuantas veces pudo, el priísta expresó su respaldo al Presidente, sobre todo por sus acciones de combate al crimen organizado y le pidió ayuda para que Oaxaca deje de ser la "referencia estadística de la marginación y el rostro milenario de la pobreza".

Casi al final de su discurso, Calderón utilizó palabras de Benito Juárez para hacer un llamado a la conciliación en el estado. "Cuando hay deseo de hacer la paz, que es el principal bien de los pueblos, los rencores se olvidan, se abandonan para procurar hacer el bien en lo sucesivo y cicatrizar las heridas que una lucha prolongada ha abierto en el corazón de la sociedad."

Luego reconoció que esta entidad ha sufrido más que ninguna en México por la pobreza, ofreció trabajar con los habitantes del estado, y agregó: "va a ser indispensable que desterremos problemas que agravan la condición de la gente en Oaxaca, la corrupción, la impunidad, el abuso, el odio y la violencia entre hermanos para poder salir adelante".

Al final, Ruiz viajó con el mandatario en helicóptero hasta la Base Militar número 2, en Ixtepec, donde se despidió entregándole varios obsequios, los cuales se sumaron a decenas de artesanías y canastas de comida que recibió de los indígenas y que apenas cupieron en el avión presidencial

Presume nuevo liderazgo

Por otra parte, a su regreso a la ciudad de México, el Presidente acudió al Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE), donde arropado y largamente aplaudido por los presentes hizo una marcada diferencia entre el país que teníamos hace dos años -"sin recursos, sin oportunidad, sin trabajo y además con un México que desde entonces ya lucía derrotado, resignado a perder"- con el "nuevo liderazgo" que surgió con el proceso electoral de 2006, "ante el temor de que México se fuera de las manos y peligrara el futuro de las familias y las cosas".

Al participar en la ceremonia por el 40 aniversario del IPADE, añadió que México "ha estado en peligro por muchas cosas, pero, entre otras, por un enorme vacío de liderazgos, por un abandono y un retraimiento de los talentos", que derivaron en que durante décadas "nuestra sociedad estuviera a punto de caminar al garete".

En este contexto, el Ejecutivo federal invitó a los presentes -con quienes es "muy satisfactorio y muy emocionante" reunirse, afirmó, porque son mexicanos exitosos, gente emprendedora, con visión de futuro y comprometida con el país- a que asuman el liderazgo que tienen para "que las cosas se hagan y se conduzcan de acuerdo con lo que México necesita".

En su discurso Calderón se dio tiempo también para comentar lo que desde su punto de vista debe ser la democracia, que implica "hacer y comprometernos a lo que gente decida".

Los presentes interrumpían el discurso presidencial con aplausos, particularmente cuando se refirió a la necesidad de "recuperar la seguridad para nosotros y para nuestros hijos, porque la falta de ésta "agobia a nuestro país y especialmente a esta ciudad".

Con información de Jesús Aranda

 
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