Usted está aquí: lunes 2 de abril de 2007 Política Críticas al presidente Romano Prodi por la presencia militar italiana en Afganistán

Inadmisible que diga ''no a la guerra de Bush, sí a la de ONU'', dicen en el Globalmeeting

Críticas al presidente Romano Prodi por la presencia militar italiana en Afganistán

Paradoja en Ecuador: triunfan tesis del movimiento contra el neoliberalismo, pero sin ese movimiento

LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO

Ampliar la imagen Una joven afgana ofrece flores a soldados estadunidenses que patrullan la región de Baylough, provincia de Zabul Foto: Ap

Venecia, Italia, 1º de abril. La intervención militar en Afganistán sacude las aguas de la política italiana. El movimiento contra la guerra no acepta que el gobierno de centro-izquierda de Romano Prodi mantenga la presencia de sus tropas en ese país. Considera inadmisible -como lo dijo Giorgi Cremashi, del poderoso sindicato metalúrgico FIOM- que esa administración diga ''no a la guerra de Bush, sí a la guerra de las Naciones Unidas''.

Durante el tercer día de trabajos del Globalmeeting, unos 500 activistas discutieron apasionadamente la necesidad de frenar lo que llamaron la ''guerra total y permanente''. Criticaron que se utilice el fantasma de la posibilidad del regreso del derechista Silvio Berlusconi al gobierno, como justificación para mantener la presencia bélica italiana en Afganistán.

El asunto pende como espada de Damocles sobre la cabeza del presidente Prodi, quien llegó al gobierno en medio de una fuerte repulsa contra la guerra. Apenas el pasado 26 de marzo, Fausto Bertinotti, actual presidente de la Cámara, dirigente histórico de Refundación Comunista y una figura respetada dentro de los movimientos contra la globalización neoliberal, fue abucheado en la Universidad en Roma por unos 50 estudiantes que le gritaron ''asesino, asesino'', y lo recibieron con pancartas que decían: ''¿Bertinotti? No gracias''.

El dirigente metalúrgico Cremashi sostuvo que los movimientos sociales no tienen gobiernos amigos, y que si se dejan invadir por este síndrome están en peligro de perder todo. ''No podemos -afirmó- conceder a Prodi lo que no hemos concedido a Berlusconi''.

Fabio Corazzina, del movimiento pacifista cristiano Pax Christi, coincidió en afirmar que no había por qué apoyar a este gobierno cuando hacía la guerra. Sostuvo que se debe evitar el miedo a quedar marginados al luchar por la paz.

El renacimiento del movimiento por la autonomía

El especialista en migraciones, Sandro Mezzadra, realizó un balance de la nueva coordinación entre movimientos de base europeos que comienza a perfilarse en este encuentro. Según él, la autonomía de los movimientos es el principio de donde parte la política de transformación. Es en este concepto en el que se encuentra la capacidad de conquistar la dimensión europea de la acción política y de imaginar y construir un espacio en Europa con geometría variable, no esclavo de la geografía política o económica.

De acuerdo con Mezzadra, esta capacidad nace del desarrollo de luchas, formas de vida, imaginarios sociales y tecnologías que son la base de la acción política de esta corriente. ''Las migraciones -aseguró- nos han enseñado a dejarnos guiar por la subjetividad de los movimientos y luchas de los migrantes. Estas luchas y movimientos construyen cotidianamente el espacio de otra Europa''.

De acuerdo con los organizadores, la Europa de los movimientos sociales es una realidad múltiple y capaz de constituirse como una fuerza adecuada al conflicto trasnacional. Ello parte de que el proletariado tiene hoy día nuevas formas de expresión, materializadas en los trabajadores precarios, que comparten su rechazo a la guerra y a los poderes que buscan controlar cada momento de la vida de los ciudadanos.

Este nuevo sujeto -opinan- puede convertirse en un actor central en la formulación de una política de antagonismo social, en la que es factible ejercitar formas de contrapoder, de separación del dominio y de constitución de otra vida, otra producción y otra sociedad. En esta perspectiva, los centros sociales pueden adquirir una nueva centralidad en los conflictos metropolitanos en el viejo continente, en la que no sean -como ya son- sólo espacios de resistencia y producción cultural, sino bienes comunes, centros de organización metropolitana del nuevo proletariado, territorios de organización en común.

Su apuesta es hacer de las próximas protestas contra la cumbre del G-8, que se realizará en junio de este año en Rostock, Alemania, un momento importante de reconstitución de las fuerzas europeas con base en temas como el antirracismo, el antifascismo y el anticapitalismo. Algo similar a lo que se vivió en 2001 en Génova.

Nueva realidad latinoamericana

La riqueza y complejidad de la nueva realidad latinoamericana ha sido ampliamente debatida durante el Globalmeeting. Los procesos de transformación que se viven en Bolivia, Venezuela, Colombia y Ecuador fueron abordados a profundidad. La difícil relación entre movimientos y gobiernos fue sistemáticamente analizada.

David Suárez Changuan, profesor de la Universidad de Quito, explicó la nueva situación que se vive en Ecuador. Según el académico, éste se encuentra atravesado por una significativa paradoja: tras 17 años de lucha abierta y antagonista de los movimientos sociales contra el neoliberalismo en la región, un candidato de izquierda, sin ninguna vinculación conocida a partidos o movimientos, logró una votación que lo convirtió en presidente. Rafael Correa recogió en su programa algunas de las principales tesis que sostuvo el movimiento indígena durante el esplendor de la intifada india. Sin embargo -y aquí opera la paradoja-, las tesis del movimiento triunfan, pero en un contexto de crisis de la forma movimiento y reflujo de las principales organizaciones sociales que lo constituyeron. En definitiva, victoria de las tesis del movimiento, en ausencia del movimiento.

Esta paradoja, añade Suárez, da cuenta de la capacidad de los movimientos sociales, del movimiento indígena en particular, de generar una nueva situación política y construir un nuevo sentido común popular tras dos décadas de lucha. El rechazo al neoliberalismo, a la aplicación de tratados de libre comercio (ALCA- TLC) y el Plan Colombia, se convirtieron en el referente obligado de la política ecuatoriana y hoy son los puntos de consenso en la relación gobierno-sociedad.

Este proceso, explica, sintoniza con la reconstrucción de la arquitectura del poder y la geopolítica continental, abierto gracias al desafío de los movimientos sociales de la región a la hegemonía de las políticas de Washington.

Los movimientos, concluye, buscan un nuevo momento de cohesión y articulación que haga efectivo el alcance propositivo de esas resistencias. Saben que se trata de ganar poder y hegemonía en el actual contexto, pero también que se trata de preservar la multiplicidad y la riqueza de contenidos que generaron las formas organizativas de los años 90. Los movimientos miran con cautela el nuevo momento, su crisis y la necesidad de pasar a nuevas formas de expresión política.

La situación ecuatoriana muy bien puede servir de referencia a lo sucedido en otras naciones del área andina.

 
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