Usted está aquí: sábado 7 de abril de 2007 Espectáculos Entre tatuajes de la Santa Muerte escenifican crucifixión en el reclusorio varonil Oriente

Jesús, uno de los primeros socialistas del mundo: Engels López, director del penal

Entre tatuajes de la Santa Muerte escenifican crucifixión en el reclusorio varonil Oriente

TANIA MOLINA RAMIREZ

Ampliar la imagen José Roberto García, condenado por daños a la salud, interpretó por segundo año consecutivo al nazareno Foto: Roberto García Ortiz

Miguel Angel, condenado por secuestro, con la Virgen tatuada en un brazo, sobre el nombre de su madre -Esperanza- aprovechó la presencia externa y, mientras Jesús gritaba desde su cruz, "¡padre, perdónalos, no saben lo que hacen!", le pidió a la reportera parada a su lado, en la explanada, 10 pesos para poder pagarle al custodio la cuota del día. "Si no, nos da garrotazos. Si no fuera dama, le enseñaría los golpes", siguió, mientras Jesús era bajado de la cruz y entraba al auditorio del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente para hablar con los medios.

Visiblemente conmovido, Jesús (el interno José Roberto García) por segunda ocasión, de 22 años, con el rostro cubierto de sangre, hacía lo que podía para contestar las preguntas que le lanzaban los medios apiñados a su alrededor: "¿A quién le ofreces tu dolor?"... "¿en qué estabas pensando cuando estabas en la cruz?"... "en quién estabas pensando?"...

"En todos", contestó, con voz cansina, muy bajita.

Y dijo que no, no sabe qué va a estar haciendo el año que entra en Viernes Santo, cuando haya cumplido su condena por daños a la salud.

Al lado izquierdo de Jesús, su madre María (Madre, sí, pero de la Arquidiócesis) lo tomaba de la mano; a la derecha de Jesús, estaba sentado el novísimo director del reclusorio, Engels López Barrios (era director del anexo del reclusorio).

Entre el Che, Zapata y Marx

Paradojas de la vida. Un hombre llamado Engels, cuyo padre fue líder campesino, y cuya oficina está decorada con retratos del Che, Zapata, Marx y, claro, Engels, y un cuadro inspirado en el movimiento ferrocarrilero, minero y chicano, es director de un reclusorio y busca poner en práctica un "nuevo modelo de penitenciarismo en el DF". Y más: no lleva ni una semana en el cargo y a Engels ya le tocó un acto religioso. "Jesús fue un luchador social, fue uno de los primeros socialistas del mundo, un hombre de paz, que entregó su vida a una causa en la que creyó. A través de la historia se va deformando la esencia de cómo surgió la religión, es como la declaración de principios de un partido, no quiero hablar de un partido en específico, pero es un ejemplo", dijo a este diario.

Un par de horas antes, Jesús había sido condenado y sufrido los latigazos de los soldados romanos, uno de ellos con un tatuaje de la Santa Muerte, grande, sobre el pecho. Esto ocurrió en el auditorio, ante lo que al principio eran apenas decenas de internos pero, como a la mitad de la presentación, comenzaron a llenarse las butacas.

En una esquina del auditorio, mientras le daban de latigazos a Jesús, Luis Manuel Pérez, profesor de teología, confesaba a un afligido prisionero.

David Carrillo, coordinador de la representación por quinta ocasión y quien escoge quién tiene qué papel, dijo, acerca de interpretar un personaje: "Hace un año, se fue libre Pilatos y me tocó hacerlo. No hallo las palabras para describir qué se siente en el momento de decir 'crucifíquenlo'. Se hace un nudo en la garganta al ver cómo sale ficticiamente golpeado, y uno quiere decir, 'no, mejor suéltenlo'."

Católicos, cristianos y mormones

Acerca de la religiosidad de los internos, contó: "Habemos de todo: católicos, cristianos, mormones, quien cree en la Santa Muerte. No es que sean ateos, independientemente de las religiones, como internos, en lo más profundo de nuestro corazón, hay una creencia en dios, en diferentes maneras, en diferentes religiones, pero todos creen en dios."

Según las estadísticas anunciadas en una pared de la oficina de la dirección del reclusorio, 6 mil 957 internos, de un total de 9 mil 966 (cifra actualizada por el director), son católicos. Sin embargo, apenas unos cientos participaron (como observadores, o actuando: 31) en la crucifixión de Jesús, organizada por la Arquidiócesis y la Pastoral del reclusorio.

Al final, entre los pocos que quedaban en el auditorio, estaba Miguel Angel, con la esperanza de obtener unos pesos para el custodio, o para unos cigarros, vaya usted a saber.

 
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