Usted está aquí: domingo 8 de abril de 2007 Opinión Los de abajo

Los de abajo

Gloria Muñoz Ramírez

El sueño de Jadiyetu es el de medio millón de saharauis que viven en los campamentos de refugiados del sur de Argelia, en el territorio ocupado por Marruecos o en la zona liberada de Tefariti: "volver a casa, liberar a mi pueblo, volver al país en que nacimos"

"Que mis ojos vean de nuevo mi tierra es lo más grande, lo más hermoso. No es como mis hijos, quienes nacieron ya
en los campamentos y no conocieron su tierra. Yo la recuerdo, la llevo en mi corazón. Ahí viví los primeros 16 años de mi vida, ahí tengo que volver", dice, siempre sonriente, esta mujer saharaui de 45 años, de los cuales ha vivido 32 como refugiada en uno de los campamentos que, en medio del desierto del Sahara, bajo condiciones climáticas inhumanas, cobija a más de 200 mil hombres, mujeres y niños de la despojada República Saharaui.

Jadiyetu es fuerte, como todas las saharahuis, pero más de tres décadas la tienen "un poco cansada", aunque tiene la certeza de que un día todo su pueblo estará de nuevo junto, no como en las circunstancias actuales, que obligan a sus familiares a sobrevivir en el territorio que les ha arrebatado Marruecos, con un inaceptable e indignante muro de por medio; no como ahora, que ve repartidos a sus hijos, ya sea en Libia, Cuba, Argelia o España, estudiando o trabajando gracias a algún programa de cooperación internacional.

Orgullosa, Jadiyetu muestra la fotografía de su hijo de 13 años, quien ha ido a visitar la zona liberada de Tefariti, un pedazo de tierra que aún les pertenece y se mantiene bajo control del Frente Polisario, tregua de por medio pactada con la ONU y jamás respetada por Marruecos, que aún se niega a aceptar la realización de un referéndum que devolvería su territorio a los saharauis.

No hay nada más concreto en estos lugares que el concepto de territorio. Fatma, secretaria general de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, explica: "El territorio es el espacio donde el pueblo saharaui puede ser el mismo y donde las mujeres podremos tener lo que nos pertenece. Sin el territorio no somos nada, no seremos nadie. Ahí están nuestras vidas y esperanzas. Es la casa de la familia, la patria".

La lucha dentro de la lucha, la de estas mujeres que todos los días ponen el cuerpo por delante. "Está claro que la lucha principal es por la liberación, pero también debe combinarse con la lucha para que hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades". Aquí el estereotipo de la mujer árabe sumisa cae por peso propio. "Somos árabes y musulmanas, pero esto no es sinónimo de discriminación; las mujeres saharauis somos ejemplo concreto de esta otra realidad", dice Fatma en medio de más de 500 delegadas saharauis que asisten en estos días al quinto congreso nacional de su organización.

Hoy, además, recae sobre ellas el desafío de la sobrevivencia de su pueblo: asumir, explican, que tendrán que traer más hijos al mundo, pues la existencia de su pueblo "está por encima de todo". Nosotras, dice Fatma, no podemos planificar la familia por el momento, pues nuestro pueblo corre el peligro de desaparecer..."

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