Usted está aquí: lunes 9 de abril de 2007 Capital Rescate del río Magdalena reactivaría la economía de San Nicolás Totolapan

Actualmente, la tierra no da para alimentar a la familia, lamenta agricultor

Rescate del río Magdalena reactivaría la economía de San Nicolás Totolapan

Los escurrimientos naturales del cauce ayudarían en la producción de hortalizas orgánicas

BERTHA TERESA RAMIREZ

Ampliar la imagen Recolección de fresa orgánica en la zona ecológica comunitaria de San Nicolas Totolapan, en la delegación Magdalena Contreras Foto: Carlos Cisneros

Una de las primeras comunidades que se verían beneficiadas con el rescate del río Magdalena sería el pueblo de San Nicolás Totolapan, donde subsisten mil 700 hectáreas de bosque mixto y cuatro valles destinados a la producción de hortalizas orgánicas, actividad que podría activar la economía de ese empobrecido pueblo originario del Distrito Federal.

El Valle de Chitchitcatzpalt es cultivado por 30 ejidatarios, quienes trabajan el campo en el tiempo libre que les queda como carpinteros, yeseros, taxistas o electricistas, ocupaciones a las que se han tenido que dedicar, "porque lamentablemente la tierra no da para alimentar a la familia", advierte Valentín de la Rosa Sánchez fundador del Parque Ecológico Ejidal de la comunidad.

"Originalmente, el valle se nutría del agua que le llegaba de las partes altas de la Sierra de las Cruces, a la que actualmente se le conoce como Eje Neovolcánico Transversal Chichinautzin-Ajusco, que además forma parte de la cordillera que se tiende desde el Pico de Orizaba hasta el Nevado de Colima", dice el agricultor.

Sin embargo, esos escurrimientos naturales que dieron origen a los 20 manantiales de agua pura y dulce que existen en el pueblo, de los que a su vez nació el río Eslava, brazo del río Magdalena, son cada vez menores, y lo poco que se obtiene -dice Valentín- llega contaminado a causa de las descargas que envían hacia el cauce del Eslava decenas de asentamientos humanos.

No muy lejos de ese valle agrícola, "mudo y capturado" a pesar de estar rodeado de exhuberante vegetación y prolijas plantas de fresas y capulines silvestres, musgos y helechos, se haya precisamente uno de esos manantiales. El brote hídrico está encerrado en medio de un cubo de concreto, que atrapa su líquido vital desde el momento mismo que la montaña lo arroja a la superficie.

Es paradójico, señala don Valentín, pero nosotros no podemos utilizar toda el agua de ese manantial para regar el valle, pues está reservada para el consumo humano; sin embrago, los escurrimientos que llegan al Eslava serían de mucha ayuda para impulsar la producción actual de hortalizas.

Explicó que productos como jitomate, tomate, brócoli, lechuga romanita y pimiento morrón son las legumbres que cultivan, principalmente.

Explica que todos sus cultivos son orgánicos pues los producen sin utilizar agroquímicos que dañan a la salud de las personas. Estos productos son lo único que actualmente pueden sembrar ahí, a pesar de que en el valle siempre se sembró maíz.

Explicó que el cambio de cultivo se debe, por un lado, a que las áreas agrícolas son ahora muy pequeñas y en estas sólo se pueden sembrar productos que se den en espacios pequeños, en forma intensiva y de maneta controlada.

Los ojos de Valentín se iluminan cuando evoca el tiempo que se le ha escapado a la comunidad de San Nicolás Totoltepec, mientras mira al frente lo que queda del bosque. Recuerda lo rica que era esta zona en recursos naturales: "allá había una cascada y más abajo pasaba el arroyo", dice mientras mira hacia lo que queda del bosque en ese pueblo, amenazado ya por la mancha urbana irregular.

El plan de rescate del río Magdalena, "será como volver al pasado, pero no para retroceder, sino para avanzar", asegura Valentín.

Desde que las autoridades han hablado de rescatar el cauce, "muchos aquí andan hablando del asunto, pues eso significaría defender lo que queda de la primera reserva ambiental del DF, minada a causa de la voraz extensión de la mancha urbana que amenaza los bosques".

Y es que la tierra de cultivo que anteriormente estuvo rodeada de un bosque poblado de oyameles y pinos, que generaban agua en abundancia y dieron origen a 20 manantiales, los cuales todavía arrastran el vital líquido, están amenazados.

Los escurrimientos del Eslava, afluente que desemboca en el río Magdalena, ayudarían al riego del valle, pero hoy sus aguas están contaminadas a causa de la descarga de los asentamientos humanos, indicó.

En realidad sufrimos una crisis hídrica debido a que el agua que cae sobre la superficie del Valle de México no se infiltra a los mantos freáticos y por lo tanto no se incorpora a los cuerpos de agua y ríos que anteriormente existían, señaló Arnold Ricalde de la fundación enCause agrupación que actualmente trabaja en el rescate del afluente.

 
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