Usted está aquí: jueves 12 de abril de 2007 Cultura ''El teatro es un espacio para combatir el creciente desdén ante símbolos y palabras''

Litoral, obra del libanés-canadiense Wajdi Mouawad, se presenta en La Capilla

''El teatro es un espacio para combatir el creciente desdén ante símbolos y palabras''

Ese arte, como toda forma de belleza, hace posible superar el letargo, indica el dramaturgo

El director Hugo Arrevillaga confía en el éxito del montaje para llevarlo a otros foros

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Escena de la adaptación de Hugo Arrevillaga a la obra Litoral, del dramaturgo, director y actor libanés-canadiense Wajdi Mouawad, a cargo de la Compañía Tapioca Inn que se presenta en el teatro La Capilla (calle Madrid 13, Coyoacán). La temporada del montaje concluirá el martes 24 de abril Foto: José Carlo González

Un caballero medieval venido desde el sueño infantil para ayudar a transitar la vida, unos padres muertos más vivos que nunca, épocas, lugares y situaciones que se yuxtaponen sin mayor problema, el poder de las historias contadas versus el poder de las bombas durante la guerra, la búsqueda de uno mismo a través del viaje interior y el encuentro con los otros mediante la errancia, son algunas de las características de la obra Litoral.

Con una buena dosis de humor negro y la exploración hasta el mejor límite posible de un melodrama familiar, esta puesta en escena, escrita por el reconocido dramaturgo, director y actor libanés-canadiense Wajdi Mouawad y dirigida y adaptada por Hugo Arrevillaga, de la Compañía Tapioca Inn, presenta temporada en el teatro La Capilla (Madrid 13, Coyoacán), los martes, a las ocho de la noche.

La obra, traducida por César Jaime Rodríguez y Boris Schoemann, toma como eje la historia de Wilfrid (interpretado por Ricardo Rodríguez), quien en un momento dado deberá enfrentar un cambio en su vida y encontrar una nueva identidad en un viaje que podría ser de Quebec al devastado Líbano, y en el que encontrará una diversidad de personajes y de historias individuales.

''Soy Wilfrid y mi padre ha muerto. No estoy loco, señor juez, sólo hablo en voz alta lo que todo mundo dice en voz baja.''

Pero la exploración de los personajes va más allá, incluso de los creados en el universo onírico, como el caballero del rey Arturo que enfrenta un dilema existencial: ''Yo sólo soy tu sueño, pero tú eres mi vida''. Y su propia reivindicación: ''Nada es más fuerte que el sueño''.

Flor de pétalos diferentes

La conducción del espectador por diversas emociones y momentos de lirismo lleva a compartir, incluso, la posibilidad de vencer no sólo a la muerte, sino al tiempo, como cuando el difunto Tomás le dice a la fallecida Julia: ''Olvida el futuro''.

O el estremecimiento al entender más a fondo el dolor de una nación en guerra, como cuando un ciego advierte: ''En este país ya no hay lugar para enterrar a nadie''.

Todo ello en el tono de un canto y una revaloración de la vida en sí, sin oropeles, de una recategorización de lo cotidiano y sencillo como grandioso, lo que en estos tiempos adquiere un carácter subversivo al salirse del guión general trazado desde el poder.

O como dice Wajdi Mouawad: ''En un mundo occidental donde reina una creciente irresponsabilidad ante las palabras y los símbolos, el teatro puede, como cualquier otra forma de belleza, volverse un espacio donde el despertar aún es posible, donde todavía está permitido escapar, juntos, espectadores y actores, de la somnolencia de lo cotidiano. Litoral viene de ese deseo: intentar despertarnos de nuestra vida adormecida''.

Mientras, el director, actor y dramaturgo Hugo Arrevillaga, quien por cierto hace un año puso una versión más larga de Litoral y ahora, con 110 minutos de duración, confía en un éxito de público que lleve el montaje a otros escenarios, comparte:

''Esta obra es como una flor que se abre y muestra muchos pétalos diferentes, entre los que cada quien toma el que más le sirve en ese momento de su vida: lo cotidiano, la muerte de los padres, la búsqueda de uno mismo, la amistad, el exilio, la guerra.''

 
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