Usted está aquí: jueves 12 de abril de 2007 Gastronomía Ex chef inglesa dice: "no dejaré de cocinar con mariguana"

Con un cuarto de cucharada elabora un claggy, variedad de pastel de chocolate

Ex chef inglesa dice: "no dejaré de cocinar con mariguana"

Patricia Tabram, de 68 años, enfrenta juicio de desalojo por posesión del enervante

Fracasó su primer plato con esta hierba, huevos revueltos: le puso una cucharada completa

IAN HERBERT THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen La cultiva para ponerla en sus pasteles de queso, los cuales ayudan a aliviar las dolencias de sus amigos de edad avanzada * La Jornada

En la cocina de Patricia Tabram hay una especie de abundancia celestial que debería asegurarle un lugar en el Salón de la Fama de las Abuelas. Los pasteles de chocolate y los aceites para hornear se pelean el espacio en varias superficies caóticas de trabajo.

En un refrigerador repleto hasta el tope encontramos tocino (ahumado y sin ahumar); budín de ciruela; montañas de queso crema (para pasteles de queso y omelettes), y columnas de litros de leche en envases tetrapack. A la izquierda de la estufa, entre la sal de mar y el Bisto (salsa a base de jugo de carne), está el mágico ingrediente que asegura la reputación de Trabam como una de las jubiladas mejor conocidas de Inglaterra.

La marihuana finamente molida se guarda junto al fregadero, en un viejo frasco de pepinillos marca Bramwells, y casi podría confundirse con los demás recipientes de otras hierbas, cuando la señora Tabram lo usa durante una introducción matutina al arte de cocinar con este elemento.

Sin embargo, la tacañería con que ella finalmente extrae una cucharadita hace pensar que su creencia acerca del uso indiscriminado de la marihuana tiene un límite. Un cuarto de cucharadita logra llegar al tazón en el que incorporará los ingredientes para su original claggy, una variedad del pastel de chocolate que se elabora en Northumberland, al norte del país. "Tengo balanzas especiales para pesarla -nos dice Tabram-, una pequeña dosis como ésta me proporcionará cinco horas sin dolor".

La señora Tabram, quien tiene 68 años de edad, es la "abuelita de la marihuana" de Northumberland. Desde su casita de interés social en Humshaugh -un pueblo pequeño cerca de Hexham, Inglaterra- ha cultivando esta hierba durante varios años, con determinación, para ponerla en sus curries (pasteles de queso y estofados), los cuales prepara para ayudar a aliviar las dolencias de sus amigos de edad avanzada.

Sin embargo, esta semana le advirtieron que podría perder su hogar, construido por una asociación de vivienda social, después de que la Corte de la Corona en Carlisle la declarara culpable del delito de cultivo y posesión de droga, pero el hecho no ha arredrado a la señora Tabram, cuya cruzada la llevó a escribir el libro que lleva el poco ingenioso título de La abuela come marihuana.

"Nada me detendrá"

Es más, doña Patricia se alió con el líder laborista parlamentario Peter Hain, en una plataforma política en favor de esta hierba en las últimas elecciones, y se ha convertido en un adalid de la campaña para legalizarla. Dice "(el dictamen judicial) no va a impedirme cocinar con marihuana ni un minuto. La ley y la justicia decentes, simplemente ya no existen en este país."

Podrá ser una abuelita, pero esta chef retirada es tan intransigente, tanto en la cocina como en el juzgado. Después de arrojar una pizca de marihuana en un tazón que contiene una porción de mantequilla, su alumno (quien esto escribe) está listo para añadir unos cuantos ingredientes dulces al claggy que estamos preparando juntos. La palabra claggy proviene del caló de la región, y significa desastroso, lo cual resulta bastante apropiado en este caso.

La señora Tabram mezcla la masa con mota. Parece que la hierba se hornea mejor después de 24 horas, revuelta con mantequilla o manteca, así que esta combinación se usará en otra ocasión. En su lugar, tenemos otra pasta que había preparado con anterioridad; se encuentra al fondo del refrigerador, entre cinco mezclas de marihuana listas para usarse, colocadas en tazas decoradas con flores. Después de espolvorearlo con harina y batirlo, el pastel se mete al horno.

Rodeada de todos sus implementos culinarios, la señora Tabram nos dice: "La policía siempre ha sabido dónde buscar. Me preguntan: Pat, ¿está en el chocolate?" Y claro, ahí está siempre. Abre una lata de chocolate en polvo marca Cadbury y ahí también la mota salta a la vista. Ocho cucharaditas bien copeteadas del dulce en polvo por una de mariguana parece ser la proporción adecuada para una sabrosa bebida.

Cuando en octubre de 2005 la policía de Northumberland allanó su casa con el propósito de registrarla, encontró también cuatro plantas de la hierba en una alacena. La señora Tabram les mostró, además, 20 ollas de estofados y sopas de marihuana precongeladas, aunque asegura que las autoridades se rehusaron a decomisarlas porque no querían dejarla sin comida. Tan sólo seis meses después, fue condenada a seis meses de prisión, declarada culpable de poseer 31 plantas de marihuana y de esta hierba, en forma comprimida, con un valor de 850 libras esterlinas.

A pesar de la segunda condena -a la que me refería al principio- el empeño de la señora Tabram se está convirtiendo en un problema cada vez más incómodo para la policía de Northumberland. Las convicciones de esta mujer acerca del valor medicinal de esta hierba y de su superioridad frente a las prescripciones de las recetas de los doctores (las cuales, según ella, enferman a las personas mayores), apuntan a que únicamente la prisión hará que deje sus labores de cultivo. El juez que la sentenció en el primer caso señaló que condenarla al encierro sólo contribuiría a convertirla en mártir, situación que parece no disgustarle en lo absoluto a Tabram.

Precursores

Batidora en mano, esta mujer comenta: "Emmeline Pankhurst tuvo que ir a la cárcel tres veces antes de que se le concediera el voto a las mujeres, así que eso no me preocupa."

Sus acciones han contribuido a crear una fuerte campaña en su región en favor de la marihuana, en la cual está apoyada por Mark y Lezley Gibson, activistas de la cercana Cumbria, quienes fueron declarados culpables el año pasado por el delito de fabricar y distribuir barras de chocolate con el mismo enervante para los enfermos de esclerosis múltiple.

La experiencia particular de Tabram con la marihana comenzó hace cinco años, con lo que ella describe como una depresión casi suicida, consecuencia del dolor que experimentó a raíz de dos accidentes automovilísticos después de la muerte de su esposo. Asegura que no había salido de su casa durante varios días, hasta que dos de sus amigos la sacaron de la desesperación en la forma menos pensada, cuando le ofrecieron un cigarro de mariguana sin decirle qué era lo que estaba fumando. Tabram se sorprendió con los efectos del churro.

Doña Patricia, quien fue chef y restaurantera, pronto se vio en una tienda en Newcastle buscando recetas de cocina que incluyeran marihuana. Su primer experimento -huevos revueltos con esta hierba- le provocó naúseas, por haberle puesto una cucharadita completa; sufrió entonces lo que se conoce como una laguna mental. Pero despúes incursionó en el sabor del pollo combinado con mota, así como en los pasteles de otros sabores, como poro, queso y chocolate para sus amigos.

La señora Tabram nos cuenta que: "Sufría mucho por el dolor, y la marihuana me devolvió la vida. Mis amigos también comenzaron a librarse de los dolores de la artritis."

Los que se oponen a sus ideas culinarias argumentan sobre los profundos efectos sicológicos que pueden causar sus combinaciones. Sin embargo, Tabram habla de las contradicciones existentes en las sanciones relacionadas con la droga, merced a las cuales los ricos disfrutan de la rehabilitación mientras que la clase trabajadora sólo quiere algo que funcione: una vida sin dolor.

Frituras diferentes

Durante su clase de cocina, Trabam quiere decir algo más, pero súbitamente se distrae con la amplia gama de verduras que se encuentra colocada junto al frasco de mariguana. ¿En verdad podrán combinarse zanahorias o coliflor con marihuana? De repente, la señora Tabram me ofrece una cucharita, mientras vierto una pequeña cantidad de una mezcla previa del material verde y aceite en un sartén, para lo que únicamente puede llamarse una fritura de mota.

Me entero de que la secuencia en la preparación de este plato es de capital importancia: primero, hay que freír los brotes de soya y col con nuestro ingrediente verde especial, y a continuación agregar el apio, los champiñones y las cebollitas de Cambray, así como el pollo en cuadritos. Para finalizar, se debe agregar un toque de aceite con chile que marca toda la diferencia, tal como lo vaticina la señora Tabram. Pero eso tendrá que esperar, ya que el pastel -literalmente algo claggy, o sea, un desastre, un desbarajuste, algo aguado y salpicado de manchas verdes- está listo. Mientras, la señora Tabram nos da malas noticias, las cuales dan al traste con mi anhelo de probar rápidamente algo de claggy. Me dice: "El hecho de que yo le ofrezca a alguien una rebanada de este pastel significa que pueden acusarme de suministrar droga, pero yo no podría hacer tal cosa."

Entonces Tabram sale del cuarto sin motivo aparente, y a mí me parece que vale la pena correr el riesgo de que me sorprenda in fraganti comiendo una rebanada que contiene algo así como 0.1 gramos de marihuana. Así que tomo un pedazo de pastel. A no ser por una diferencia obvia, se parece al típico pastel de chocolate hecho por cualquier abuelita respetable.

La señora Tabram está de vuelta y, evidentemente, mi desacato ha sido tolerado, pues me aconseja: "Tendrás que comer dos rebanadas para que se te quite el dolor de espalda. Un tipo alto como tú necesita 0.2 gramos completos para olvidarse del dolor durante cinco horas".

Es probable que sus amigos puedan seguir comiendo lo que ella prepara todavía por algún tiempo. Aunque la Asociación Milecastle para la Vivienda tendrá una junta para decidir si deben desalojar a la señora Tabram, ella está más que preparada para hacer que esa decisión se convierta en un asunto que ponga aún más en vergüenza a las autoridades. Tabram finaliza diciendo: "Tengo una tienda de campaña y una pequeña hornilla para acampar, y puedo dormir, afuera, sobre el pasto. Que vean que impresión causan si corren a una vieja abuelita pasada de peso, como yo, de su casita de interés social."

© The Independent

Traducción: Gastón Ramírez

 
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